lunes, 3 de junio de 2013

"Lewis Hine"







LOS CAZADORES deMENTES




Lewis Hine
EEUU, 1874-1940




Foto: Robert W. Marks.






          Tuve, en el curso de mi vida, muchísimas vinculaciones con muchísima con gente seria. Viví mucho con personas mayores. Las he visto muy de cerca. No he mejorado excesivamente mi opinión.






































<<Es cuestión de disciplina. Cuando termina uno de arreglarse por la mañana debe hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue entre los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy aburrido, pero muy fácil.>>























                                                                                                
El cuarto planeta era el del hombre de negocios. El hombre estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.
- Bueno días -le dijo éste-. Su cigarrillo está apagado.
- Tres y dos son cinco. Cinco y siete, doce. Doce y tres, quince. Buenos días. Quince y siete, veintidós. Veintidós y seis, veintiocho. No tengo tiempo para volver a encenderlo. Veintiséis y cinco, treinta y uno. ¡Uf! Da un total, pues, de quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
- ¿Quinientos millones de qué?
- ¡Eh! ¿Estás siempre ahí? Quinientos millones de... Ya no sé... ¡Tengo tanto trabajo! Yo soy serio, no me divierto con tonterías. Dos y cinco, siete...
- ¿Quinientos millones de qué? -repitió el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta, una vez que la había formulado.
El hombre de negocios levantó la cabeza:
- En los cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo he sido molestado tres veces. La primera fue hace veintidós años por un abejorro que cayó Dios sabe de dónde. Produjo un ruido espantoso y cometí cuatro errores en una suma. La segunda fue hace once años por un ataque de reumatismo. Me hace falta ejercicio. No tengo tiempo para moverme. Yo soy serio. la tercera vez... ¡Hela aquí! Decía, pues, quinientas un millones...
- ¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no había esperanza de paz.
- Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
- ¿Moscas?
- Pero no, cositas que brillan.
- ¿Abejas?
- ¡Pero no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.
- ¡Ah! ¿Estrellas?
- Eso es. Estrellas.
- ¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
- Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy serio, soy preciso.
- ¿Y qué haces con esas estrellas?
- ¿Qué hago?
- Sí.
- Nada. Las poseo.
- ¿Posees estrellas?
- Sí.
- Pero he visto un rey que...
- Los reyes no poseen; <<reinan>>. Es muy diferente.
- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?
- Me sirve para ser rico.
- ¿Y para qué te sirve ser rico?
- Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
Este, se dijo el principito, razona un poco como el ebrio.
Sin embargo, siguió preguntando.
- ¿Cómo se puede poseer estrellas?
- ¿De quién son? -replicó, hosco, el hombre de negocios.
- No sé. De nadie.
- Entonces son mías, pues soy el primero en haberlo pensado.
- ¿Es suficiente?
- Seguramente. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar y es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás, nadie antes que yo, soñó con poseerlas.
- Es verdad -dijo el principito-. ¿Y qué haces tú con las estrellas?
- Las administro. Las cuento y las recuento -dijo el hombre de negocios-. Es difícil. ¡Pero soy un hombre serio!
El principito no estaba satisfecho.
- Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponerlo alrededor de mi cuello y llevármelo. Yo, si poseo una flor, puedo cortarla y llevármela. ¡Pero tú no puedes cortar las estrellas!
- No, pero puedo depositarlas en el banco.
- ¿Qué quiere decir eso?
- Quiero decir que escribo en un papelito la cantidad de mis estrellas. Y después cierro el papelito, bajo llave, en un cajón.
- ¿Es todo?
- Es suficiente.
Es divertido, pensó el principito. Es bastante poético. Pero no es muy serio.
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las persona mayores.
- Yo -dijo aun- poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Pues deshollino también el que está extinguido. No se sabe nunca. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró respuesta y el principito se fue.
Decididamente las personas mayores son enteramente extraordinarias, se dijo simplemente a sí mismo durante el viaje.


























...y por la noche me gusta oí las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles...
Entonces me siento feliz. Y todas las estrellas ríen dulcemente.


¡Y ninguna persona mayor comprenderá jamás que tenga tanta importancia!











Textos extraídos de "El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry.
Fotografías bajadas de la red.








4 comentarios:

  1. Hermoso, la verdad es que tanto las fotografias y el texto que las acompaña son maravillosos, felicidades!!! y prometo echarle un vistazo mas a menudo a este Blog.... Atte: J. Franz

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    1. me gusta que te guste¡¡¡... y visita el blog cuanto quieras: está abierto las 24 horas.

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    2. Muy hermoso y significativo, con motivo de los premios Nobel. Por mi parte, un Nobel para usted.

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    3. ...es Lewis quien merecería tal reconocimiento¡¡¡.
      desafortunadamente tan vigente hoy como siempre que quede en el planeta un niño trabajando, o con hambre, o sin escolarizar.

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