lunes, 25 de septiembre de 2023

"Esa foto es lo nunca visto"

BLOg DE NOTAS



Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno Español.
Fotografía de Laura Guerrero.

          Al principio la foto de Ada Colau y Yolanda Díaz me ha dado una discretísima punzada en lo más lésbico de mi ser. Así es, y yo las cosas no me las callo. También es verdad que me ha durado muy poco, y que puede que cualquier pareja de mujeres queriéndose me dé la misma punzada. Puede. Después, pasado el trance, he tratado de imaginar a dos líderes políticos, hombres, de cualquier partido o tendencia en la postura en la que se han retratado Ada Colau y Yolanda Díaz, llámame bizarra. Lo he tratado, sigo tratándolo y no lo consigo. Ni siquiera con los menos machitos, algo que también me cuesta encontrar.
          Tras desistir en lo macho, he vuelto a la parte del cariñoseo y me he recordado a mí misma en la misma pose con amigas, abrazadas o mirándonos con ese cariño cómplice que echa a brillar los ojos, o pegadas la una a la otra, cuerpo contra cuerpo. Pero ellas no son amigas. Vaya, que no se trata del retrato de dos amigas. Eso me he dicho, y no ha cambiado nada. He recordado posturas semejantes con compañeras de trabajo, en larguísimas campañas políticas, en agotadoras sesiones de televisión, al final de aquellas eternas jornadas de redacción y cierre. Así mismo, como ellas. Con menos frescura en el semblante, eso sí.
          Siento que esa foto encierra algo, un secreto, una fórmula, una costumbre. También me parece que es imposible impostar tales gestos, los retratados. Siendo un posado evidente, el roce y las miradas son auténticas. ¿Qué hay ahí? Las maneras de las mujeres, que no es lo mismo que las formas femeninas; si me apuran, ni siquiera feministas. De las mujeres, punto: tocarnos, abrazarnos, besarnos, acariciarnos, usar nuestros cuerpos sin melindres para expresar cariño, compañía. Usarlos sin el pudor envarado que emana de las maneras de los hombres, lo que tampoco quiere decir machismo. Quizás se encuentra encerrado en eso que llaman "masculinidad", pero ese es un palo que yo no toco.
          Regresa ante esa foto la idea de que en esta sociedad, en el fondo, son ellos quienes salen perdiendo. Ahí tiesos, dentro de sus indumentarias tristes, homogéneas, uniformados, el único gesto afectivo –de tierno ni hablamos– que le permiten al cuerpo es eso que llaman camaradería, uf, y que impepinablemente incluye una palmada o dos. Caben dos posibilidades: palmada sin abrazo o abrazo con palmadas. Sea como sea, ahí está la palmada y poco hemos reparado en ella, la verdad. La palmada que los hombres se dan en la espalda como una forma de ir algo más allá del apretón de manos es una palmada que concluye, que acota, que delimita. La palmada es, en lo afectivo, un "hasta aquí llegamos". Pobres.
          En los abrazos hay que dejarse, y no hay nada de erótico en ello, como interpretan muchos. Hay que abrazar sin la prisa de la palmadita, sentir el propio cuerpo y el del otro, de la otra. Cuando has aprendido a abrazar sin palmada, y no antes, aprendes a mirar a los ojos con ternura, que es una forma de complicidad elaborada. Los lazos que unen el abrazo, la mirada, la ternura y el dejarse en los cuerpos, duran más. Así es, y quien lo conoce, lo sabe.
          Así que, tras el momentín lesbiano, ante la foto pensé en la existencia de dos mundos por el momento y en este sentido paralelos, radicalmente paralelos. Y deseé que las maneras que refleja esa foto sean las que inventen nuevas formas políticas. No es metáfora. Esa foto es, verdaderamente, lo nunca visto.


Texto, artículo del diario "público.es", de Cristina Fallarás.
Fotografía de Laura Guerrero.

viernes, 15 de septiembre de 2023

martes, 5 de septiembre de 2023

"Alejandro Cartagena"

BLOg DE NOTAS




Alejandro Cartagena
(Mexicano) Sto. Domingo, República Dominicana, 1977

Fotografía bajada de la red.













"Carpoolers"







Chicago está lleno de fábricas. Hay fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo.
Chicago está lleno de fábricas, Chicago está lleno de obreros.
Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entro saluda cada primero de Mayo.
Ha de ser por aquí -me dicen. pero nadie sabe.
Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.
El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de Mayo es un día cualquiera. Ese día, la gente trabaja normalmente, y nadie o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.
Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura curiosidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine y música rock.
El cartel reproduce un proverbio del África: "Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador".






















alejandrocartagena.com




Fotografías, de la serie "Carpoolers", de Alejandro Cartagena.
Texto, "La desmemoria" de "El libro de los abrazos", de Eduardo Galeano.