viernes, 25 de septiembre de 2020

"dictatórum"






desCONCIERTO EN Mi memoria




Álvaro Sampedro
Zaragoza. 1966


Autorretrato.

















"dictatórum"







          La historia es historia desbocada de unos pocos, mal cuando ha sido de muchos. Somos muchos los que pasamos por aquí pero pocos los llamados a decir algo. También hay quien le pide a la historia y otros a la que se les niega.
          De hecho, los miles de millones de pequeñas historias anónimas no quedan registradas más allá de su propio discurrir y un mínimo gesto en personas inapropiadas puede suponer un giro descomunal en cualquiera de ellas. Así la historia es un producto del hombre, pero el hombre también lo es de la historia, y hay veces que ésta se queda en manos de algún autócrata que la quiere escribir con tinta de sangre. Ella es así.
          Una dictadura es un accidente de la historia, el cáncer de un pueblo inadvertido o inconsciente, cuando no simplemente reprimido o mejor terriblemente oprimido. Los que somos pueblo no podemos comprender tal corruptela de poder, sólo la sufrimos; los simples mortales no podemos ni preconcebir lo que pueda pasar por la cabeza de un tirano para cometer, con tal borrachera de potestad, tantas atrocidades.
          Además de atrofia mental obligada, el pueblo de un estado totalitario sufre otras crueldades involuntarias. Enumero: genocidio, despotismo, absolutismo, opresión, abusos, arbitrariedad, suplicios, tormentos, martirios, dolor, pena, sufrimiento, quebrantamiento de derechos, libertades reprimidas; es forzado, violentado, padece violaciones físicas y psíquicas, soporta dirigismo político, educacional y detenciones y desapariciones que llevan a torturas y martirio en los ausentes y congoja y angustia en los que quedan.
          ¿Quieres más o son ya suficientes para el rechazo razonado? Desgraciadamente siempre repetimos que es imposible que vuelva a suceder algo como esto, pero aún quedan en el mundo millones de refugiados, viajar no significa siempre libertad. Escrito al día de hoy, sin fecha.
          La primera vez que ves las fotografías de DICTATÓRUM te estremeces. Os puedo adelantar que tantas veces como las ves te volverá a ocurrir. Habitualmente las fotografías no saben decir lo que dan a ver, son sólo instantes de tiempo que inmovilizan una porción de mundo en silencio. Pero Álvaro Sampedro arroja insolentemente a nuestra mirada más que palabras. Nos da evidencia visual desvergonzada que no deja espacio al decir.
          Sus imágenes electrográficas nos acercan peligrosamente a la muerte por ellas mismas, ya que son tiempo muerto retenido, y sobretodo, por lo que muestran: el horror de la verdadera jeta de los dictadores, el descubrimiento de sus dobles intenciones, métodos y resultados. Mirando la televisión con los ojos abiertos y con sus mismas armas de adoctrinamiento, Álvaro nos revela la sincera cara del pavor, desvela mentiras y grita certeras ironías sobre personajillos que hicieron historia con un arma en la mano. Las fotografías que ves se colocan por sí solas del lado de la razón. Ellas mismas dicen de lo absurdo o del terror de las dictaduras sin opinar de ideología. No hace falta, para apreciarlo sólo hay que tener ojos y corazón, mirada y sentimiento, mirarlas y preguntarse, ¿cuántos millones necesita el hombre? o ¿por qué fabricamos armas?











Fotografías de Álvaro Sampedro.
Texto de enriqueponce.





"LA FOTOGRAFÍA.actual"
nº66 Abril/Mayo '98



Álvaro Sampedro entra en contacto con el mundo de la fotografía en los años 80 con la galería Spectrum. Allí y en Tarazona Foto cursa estudios con los fotógrafos Pedro Avellaned, Marta Povo, Miguel Oriola, Luis Malibrán, Eduardo Momeñe, Mariano Zuzunaga, Angel Fuentes y Antonio Uriel. Su obra de temática social ha sido mostrada de forma colectiva e individual en diversas salas europeas y americanas como Barcelona, Valencia, Zaragoza, Huesca, Carrara (Italia) y San Juan de Puerto Rico. Asimismo, ha sida publicada en catálogos y revistas especializados. En la actualidad compagina su trabajo creativo con la participación en la organización de festivales de fotografía.



martes, 15 de septiembre de 2020

"Man Ray.retratos"

LOS CAZADORES deMENTES








Emmanuel Radnitzky (Man Ray)
Filadelfia, EEUU. 1890-1976



Autorretrato.

















"Retratos"


Marcel Duchamp
1921
Balthus

Lee Miller
1930

Edward James
1937

Ezra Pound
1923
Constantin Brancusi
1921
Ernest Hemingway
1923
Karin van Leyden
1929
Luis Buñuel
1929

Joan Miró
1928
Jean Cocteau
1928


          ¿Quién soy yo? Como excepción, podría guiarme por un aforismo: en tal caso, ¿por qué no podría resumirse todo únicamente en saber a quién "frecuento"? Debo confesar que este último término me desorienta, puesto que me hace admitir que entre algunos seres y yo se establecen unas relaciones más peculiares, más inevitables, más inquietantes de lo que yo podría suponer. Me sugiere mucho más de lo que significa, me atribuye, en vida, el papel de un fantasma y, evidentemente, se refiere a lo que ha sido preciso que yo dejara de ser, para ser quien soy. Atrapado, sin exagerar lo más mínimo, por esta acepción, me revela lo que yo entiendo como manifestaciones objetivas de mi existencia, manifestaciones más o menos organizadas, no es más que lo que trasciende, dentro de los límites de esta vida, de una actividad cuya auténtica dimensión me resulta completamente desconocida. La imagen que yo tengo de un "fantasma", con todo lo convencional que resulta tanto en su apariencia como en su ciega sumisión a determinadas contingencias de hora y lugar, representa para mí sobre todo la manifestación perfecta de un tormento que puede ser eterno. Es posible que mi vida no sea más que una imagen de esa naturaleza y que yo, creyendo explorar algo nuevo, esté condenado en realidad a volver sobre mis pasos, a tratar de conocer lo que debiera ser capaz de reconocer perfectamente, a aprender una mínima parte de cuanto he olvidado. Esta percepción sobre mí mismo no me parece desacertada sino en la medida en que me presupone a mí mismo, en cuanto a que coloca arbitrariamente en un plano anterior una representación acabada de mi pensamiento que no tiene por qué respetar la temporalidad, a que implica en ese mismo tiempo una idea de pérdida irreparable, de penitencia o de caída cuya falta de fundamento moral, en mi opinión, es indiscutible. Lo importante es que las aptitudes particulares que poco a poco voy descubriendo en mí, aquí mismo, en absoluto me alejen de la búsqueda de una aptitud general, que sería la mía propia y que no me ha sido otorgada. Más allá de todas las aficiones que me conozco, de las afinidades que noto en mí, de las atracciones que experimento, de los acontecimientos que me suceden y que sólo me suceden a mí, más allá de la cantidad de movimientos que yo me veo hacer, de las emociones que únicamente yo siento, me esfuerzo en averiguar en qué consiste, ya no de qué depende, mi singularidad con respecto a los demás seres humano. ¿No es cierto que sólo en la exacta medida en que sea consciente de esta diferenciación podré revelarme a mí mismo lo que, entre todos los demás, yo he venido a hacer en este mundo y cuál es ese mensaje único del que soy portador hasta el punto que de su suerte debo responder con mi cabeza?


André Breton
1924
Helen Tamiris
1930
Bronislava Nijinska
1922
Jacqueline Goddard
1930
Nancy Cunard
1925
Denise Tual
1935
Nusch Éluard y Sonia Mossé
1935




Fotografías de Man Ray.
Texto, extraído de "Nadja", de André Breton.



sábado, 5 de septiembre de 2020

"Gonzalo Juanes"

BLOg DE NOTAS




Gonzalo Juanes
Gijón, Asturias. 1923-2014




Fotografía de Manuel Morilla, 1958.












Álbum de Isabel
















Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.






Fotografías de Gonzalo Juanes.
Poema de Amalia Bautista.