viernes, 25 de septiembre de 2015

"ericasphone"






OPINIoN.es




"La edad de la inocencia"



          Parafraseando y retorciendo a Lev Tolstói: ¿Por qué nos sorprende que todas las tristezas se asemejen y en cambio cada felicidad sea única?, o esto es lo que parece escupir las redes continuamente. Para las gentes de mi generación la ilusión que un mundo nuevo era posible no es un eslógan vintage, más bien la llevamos arrastrando desde aquel Mayo francés del 68 de la pasada centuria. Pues bien, ya está aquí, aunque sí tal vez no era el soñado, pero irremisiblemente se ha instalado para no volver ningún tiempo perdido jamás por más obstinación en su búsqueda.
          La Red nos ha pescado y atrapado, con sus tentáculos móviles y ubicuos, el gran hermano de la conectividad nos conforta e incomoda a todo instante en nuestros reencuentros físicos. Hemos exportado a la calle el alineamiento hogareño frente al televisor, al metro, a las cafeterías, a nuestras reuniones, al trabajo, incluso en los viajes de ocio y placer. Vamos por el mundo con el mismo ancestral hábito depredador pero trastocado en cliqueos compartibles. E igual que aquel viaje sobre ese Pegaso desbocado de antaño, somos dependientes de nuevo de otra sinrazón de amargo placer.
          Y mientras creemos tener todo en nuestras manos, en el i-phone, la tablet o el PC, el mundo físico se desmorona a nuestros pies. Abrimos una cuenta en GOOGLE, Facebook, Flirck, Twitter o 500PX y coleccionamos amigos sin fin, compulsivamente, y ansiamos sus +1 y "me gusta" sobre el egoísmo de nuestro vacuo ombligo, o conversamos soliloquios como "beauty", "wonderful" y "amazing" a la par que nos molestan sus silentes indiferencias. Y haylos que se indignan por la incontrolada ludopatía apropacionista del pirateo de imágenes, o por su nula calidad o interés, olvidando que la democratización es el triunfo de la mediocridad. Son los mismo que además señalan a Richard Prince por bajarse su última obra de Instagram, y convierten cómplicemente al Arte en una cuestión legal y económica sin más.
          Sin embargo yo creo que la frustrada falta de perspectiva de toda crítica es su acotada temporalidad. La historia, toda la Historia, está escrita de errores loados como epopeyas, fueran éstas "La Iliada", las pirámides o las guerras mundiales y locales. Así hemos de corregir y decir "la sangre con letra entra", o reescribir cada incunable Biblia que nos garantiza todo tiempo pasado como mejor.
          Es Kodak la culpable de la moda de los selfies, fue ella haciendo el resto desde entonces quien puso en manos neófitas el arma de doble filo de la imagen latente. Es lógico pensar que será más documento inmediato el de quien pasaba por allí que un profesional gráfico que no estaba, aunque no por ello sea de mayor calidad artística o técnica. Tampoco comparto el gusto pseu-artístico por las escenificaciones fotográficas a lo Bill Viola, pero ¿no son acaso la sublimación de la realidad virtual?. El tiempo es eterno, pero los tiempos en cambio son lo más efímero que podemos concebir, y aunque la fotografía queda anclada en su perenne ontología lo que representa es tautológicamente el devenir de ese presente siempre cambiante, huidizo y fugaz.
          No nos gustan los millones de imágenes que se vierten al ciberespacio y sin embargo nos resultan fascinantes los retratos de antaño, o las mediocres instantáneas decimonónicas de un pasado casi reciente, y eso tiene más que ver con la nostalgia que con su dudosa calidad, mucho más con la ignorancia y sublimación del ayer que la justa contextualización de lo representado. Y si tanto nos desagrada lo que se comparte en la Red, que en fondo no es más que la visualización de aquel posible nuevo mundo que ya es real gracias a la virtualidad digital, no comprendo por qué no se aplica la fácil solución de apretar la tecla off de nuestro ordenador, y marchamos de paseo, sin el móvil claro, a ver gentes, tierras, aire o luz simplemente.
          Mi opinión particular es que la Red sirve para pescar, evidentemente, pero no debemos atrapar en ella los peces que no nos vayamos a comer. Cuento entre mi larga lista de defectos mi visceral aversión al postureo, y más concretamente esa nueva política de promocionar la privacidad personal, por eso me complazco enormemente en atragantarme de propios y ajenos prejuicios y dar cabida entre éstas mis "sesudas reflexiones" a una de esas excepciones que pululan en ese ahí virtual. Son sólo los selfies de una chica en la edad de la inocencia, pero ¿no es eso lo que le pasa a la fotografía cada vez que el medio le propone un reto?. Creo que Alice Lindell con su móvil no lo hubiese hecho mejor.







EL CAJÓN deSASTRE






Erica Rodríguez
Pto. del Rosario, Fuerteventura. 1991


Autorretrato: Erica.




















"ericasphone"







instagram.com/ericasphone






Fotografías de Erica Rodríguez.
Título "La edad de la inocencia", de Edith Wharton.
Texto de enriqueponce.




sábado, 19 de septiembre de 2015

"Larry Clark"






LOS CAZADORES deMENTES





Larry Clark
Tulsa, Oklahoma, EEUU. 1943




Fotografía bajada de la red.


















          Estábamos todos bebiendo pero de alguna extraña manera, como casi siempre. Era ingenioso cuando los demás eran entusiastas y entusiasta cuando ya todo el mundo empezaba a ser reflexivo y reflexivo cuando todos querían divertirse y estúpidamente divertido cuando ya andaban cansados. Alguien gritaba: ¡SOMOS PRÍNCIPES! y yo repetía: ¡PRÍNCIPES, SÍ PRÍNCIPES!, y entonces otro decía: ¡SOMOS ÁNGELES!, y yo decía: ¡ÁNGELES, SÍ ÁNGELES! y corríamos de un lado a otro a por más cerveza y alguien ponía coca en una mesa de cristal y luego uno simpático, pequeño y feo pero al mismo tiempo especial y hasta guapo a su manera, como una de esas ranas que uno sabe que acabará convirtiéndose en un príncipe, me dio medio ácido y me pasó una botella de vino. Después llegó un rato malo, sin mucha gracia, la conversación se hacía pesada, como puré de verduras o algo así, hasta que apreció una preciosa chica rubia y alguien dijo cómo se llamaba, pero no me enteré, y se sentó en el suelo y el príncipe rana le pasó una guitarra y ella se puso a cantar con una voz que parecía estar agarrada a una cornisa con una sola mano y cantó algo sobre un corazón que pasaba la noche fuera de casa y que volvía siempre por la mañana destrozado en mil pedazos. Cuando terminó su canción todo el mundo aplaudió, y la chica rubia no dijo nada.
          Tenía una sonrisa pequeña y eso fue todo lo que nos dio, aparte de la canción. Luego se metió en una de las habitaciones con uno de los tíos que había por allí. Uno de esos que definitivamente no se lo merecen.
          Cuando me empezó a subir el ácido pensé: bueno, se acabó, no puedo seguir con esto; el trabajo y la apisonadora RESPONSABILIDAD-CULPA-DIOS TE QUIERE-TU FAMILIA TE QUIERE-TÚ NO TE QUIERES PERO ESO SE PUEDE ESPERAR. Pensé simplemente: adiós, se acabó. Seguí bebiendo cerveza y vino tan deprisa como pude y luego me levanté para cantar algo pero no me acordaba de ninguna canción, así que traté de recordar la canción de la chica rubia y se me ocurrió que si la cantaba la chica saldría del cuarto y me diría algo. El caso es que no me acordaba de la letra y terminé por cantar un trozo de una canción de legionarios. Soy un hombre a quien la suerte hirió con zarpa de acero, soy el novio de la muerte. Un niño de unos quince años que había ido allí a comprar caballo me tiró una lata de cerveza a la cabeza. Caí al suelo pero todavía estaba entero. Cogí la lata, la abrí y me senté a beber en silencio. No dije nada más en toda la noche. Antes de que todo empezara a moverse decidí que lo único que necesitaba era una habitación pequeña donde poder buscar mis propias señales. Sabía que no debería haber abandonado la primera habitación. Hacía casi diez años que lo había hecho. Vi claramente que todo funcionaba mal desde entonces. Empecé a imaginar cómo sería mi nueva habitación y decidí que no saldría de ella hasta estar verdaderamente capacitado para engrosar la fila de los ángeles.











         Estar bien es una especie de carga, estar bien significa estar dispuesto y ese estado te lleva inevitablemente a algún tipo de enfrentamiento. Es como extender dos brazos fuertes y sanos cuando a tu alrededor se están construyendo pirámides; es raro que no te caiga alguna piedra. Estar mal, en cambio, es estar tranquilo, tan tranquilo como una fortaleza quemada en mitad de una guerra. Alejado de todos los retos, de todas las obligaciones. Estar absolutamente borracho es estar absolutamente incapacitado para la acción y por lo tanto tan alejado como se puede estar de la responsabilidad o lo que es casi lo mismo, de la culpa. Momentos sagrados de paz absoluta, de esfuerzo cero. La mejor sensación viene cuando se detiene el esfuerzo. Si pudiéramos aislar esa sensación podríamos prescindir del esfuerzo. Sería algo así como una meta sin carrera. Estar bien significa estar preparado para lo peor, estar mal es permanecer quieto y tranquilo. Estar bien es Julio y estar mal es Septiembre.
          ¿Y ahora cómo te encuentras?
          Bien, quiero decir, mal.














Fotografías de Larry Clark.
Texto, extraído de "Héroes", de Ray Loriga.





domingo, 13 de septiembre de 2015

"Evas sin paraíso"






EL CAJÓN deSASTRE









"Evas sin paraíso"


Fotografía de Bahareh Bisheh.


          La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca, se le escapaba un Ay madre mía de mi vida que aún no había aprendido a controlar, y lo repetía casi a gritos sujetándose el vientre. Se pasaba gran parte del día escribiendo en un cuaderno azul. Llevaba el cabello largo, anudado en una trenza que le recorría la espalda, y estaba embarazada de ocho meses.
          Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había acostumbrado. Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones. Y tenía hambre, y frío, y le dolían las rodillas, pero no podía parar de reír.
          Reía.
     Reía porque Elvira, la más pequeña de sus compañeras, había rellenado un guante con garbanzos para hacer la cabeza de un títere, y el peso le impedía manipularlo. Pero no se rendía. Sus dedos diminutos luchaban con el guante de lana, y su voz, aflautada para la ocasión, acompañaba la pantomima para ahuyentar el miedo.
       El miedo de Elvira. El miedo de Hortensia. El miedo de las mujeres que compartían la costumbre de hablar en voz baja. El miedo en sus voces. Y el miedo en sus ojos huidizos, para no ver la sangre. Para no ver el miedo, huidizo también, en los ojos de sus familiares.
          Era día de visita.
          La mujer que iba a morir no sabía que iba a morir.



Neus Catalá, 1945.
Fotografía anónima.

Neus Catalá, 2013.
Fotografía de Ricard Cugat.



María Ginestá, 1936.
Fotografía de Hans Gutmann (Juan Guzmán).

María Ginestá, 2008.
Fotografía de Boris Zabiensky.




Kim Phúc, 1972.
Fotografía de Nick Ut.

Kim Phúc, 2005.
Fotografía de Joe McNally.



Sharbat Gula, 1984.
Fotografía Steve McCurry.

Sharbat Gula, 2002.
Fotografía Steve McCurry.



          PD: El envés de las fotografías solía ser un papel en blanco -como hoy lo es el circuito viajero de un espacio virtual y sideral- y en él se inscribían latentes las pequeñas historias acaecidas frente al objetivo que después quedaron ancladas en ese particular lugar para siempre, e imposibles de volver a habitar más allá de nuestra nostálgica mirada. 
          Las cuatro pequeñas historias de estas mujeres bien merecen ese recorrido a través de la cara oculta de toda imagen, pero permítaseme obviarlas aquí en este medio tan inmediato y deje abierta la puerta a la iniciativa individual de cada visitante a esta página, y que por contra sean la emotiva voz dormida y el tierno abrazo de tiza de una madre quienes las acompañen en su perenne estatismo porque siempre creí en la muda virtud de la fotografía de despertar en nosotros el deseo más que la satisfacción.
          Así pues, hoy que el blanco de cualquier historia se rellena con un sencillo clic, dejaré que sus imágenes no sean aquí rehenes de sus palabras y sí dueñas de sus silencios.





Fotografías de los autores citados.
Texto, extraído de "La voz dormida", de Dulce Chacón.
PD de enriqueponce.




lunes, 7 de septiembre de 2015

"Qué cosa es...?






OPINION.es
desCONCIERTO EN Mi memoria





          "Para ellas"




¿Qué cosa es una fotografía?





          Todas las fotografías son lo mismo: una porción acotada de un mudo y detenido mundo, independientemente de haber sido dada a la luz como daguerrotipo, al carbón, en sombras de plata o codificada binariamente; sea ésta un retrato, un paisaje o muestre edificios; haya sida tomada con fines documentalistas, sea conceptual o vanamente mercadería publicitaria; se trate de instantáneas espontáneas, escenificadas o procedan de un viaje sin operador a través del espacio. Toda fotografía calla lo que es, porque esa voz que no dice resulta luego la nuestra, no suya que no posee. Ellas son sólo tiempo detenido, pasado y eterno, espacio encuadrado sobre un marco selectivo de lo acotado, el horizonte plegado en cuatro sobre sí mismo, las sombras de luz y su huella revelando un tránsito. Y sin embargo  pareciera que no saben callar lo que no pueden narrar.


          Hace relativamente poco tiempo, y aprovechando las ventajas de la actual tecnología de autoedición, recuperé para mi madre viejas fotografías en blanco y negro de nuestro pasado familiar. Mis progenitores fueron jóvenes alguna vez, los hermanos y yo niños, y allí quedamos anclados en aquel tiempo. Eran unas pocas fotografías del periodo de tránsito desde nuestro pueblo de origen hasta la ciudad que luego nos habitó, y donde además aparecían gentes que luego envejecieron o simplemente nos dejó. Son unas cuantas sombras de un pasado que compartimos juntos, aunque siempre de forma diferente, el sucinto y acotado álbum familiar que luego proseguimos dando forma a color. Pero al verlas mi madre se emocionó y conmocionada se apresuró en mostrarlas entre sus allegados, sin embargo en éstos la expectación fue menor. ¿Por qué?, porque lo que no aparecía en aquellas instantáneas sólo se reveló para la memoria de mi madre, las de mis hermanos y la mía.


Fotografo anónimo.
Del álbum familiar de enriqueponce.


          Hace unos veinte años conocí a la chica más inteligente del mundo, coincidimos en Tarazona-foto, aprendiendo de la erudición de Eduardo Momeñe y su sin par empatía para con la pedagogía fotográfica. Sara poseía las virtudes que siempre más me encandilaron: humildad y dulzura. Luego compartimos otros encuentros donde en algún momento debí regalarle algunas fotos hechas por mí. Hasta que marchó a China, recabó en Filipinas, Londres y finalmente en EEUU. Mientras, continuamos conectados epistolarmente y viéndonos en alguna de sus escasas escalas en casa, pero paulatinamente nos fuimos distanciando y finalmente nos perdimos la pista. Ahora, hace poco tiempo, nos volvimos a reencontrar a través de Facebook y me recordó una de aquellas imágenes que se llevó en su periplo por aquel entonces tan ancho mundo: es el retrato de un pescador en la cama de un hospital después de cinco días agarrado a un madero en alta mar, y sobre la mesilla de noche la figura de la patrona de los marineros junto a un ejemplar de "Historia de un náufrago" de Gabriel García Márquez. La había tomado, allá por los años 80 mientras trabajaba para el diario Canarias7, y en el intenso periodo que había compartido con Sara la había narrado el grato recuerdo de aquella historia, por eso, y después de ese tiempo nuestro de pérdida y vacío, entiendo por qué quiso conservar esa instantánea siempre consigo: al mirar ese peculiar espejo veía su propio reflejo.


José Martín, segundo patrón del Islamar Tercero.
Fotografía de enriqueponce,
publicada en el Canarias7, el 18 de Agosto de 1984.


          Otra gracia del azar me llevó algo después a otro excepcional encuentro. En una de las "Primavera Fotográfica de Cataluña" a las que acudí acólito por algún tiempo conocí a Itxasu, rebosante de vitalidad y proyectos, llevando bajo el brazo un libro de la autoedición de entonces con los retratos de la gente con los que convivió durante su estancia en Escocia, y a punto de partir en una vuelta al mundo enrolada en un velero. Por supuesto se llevaba en la maleta ilusiones, curiosidad y optimismo, además de su cámara. Intercambiamos fotografías y cada uno siguió su camino. Gracias a la indiscreción de internet la localicé hace como un año, viviendo en la India, y en su página continuaba escribiendo su gráfico diario de viajes, sobre el mar y sobre la tierra. Como deseaba incluir sus imágenes en este blog le escribí un correo, y no sólo me recordaba sino que me envió a la vuelta un par de fotos de una fotografía mía colgando en la pared de su hogar: el borroso sendero en blanco y negro que se pierde en una curva de lo incierto. Me refería que le había acompañado siempre en todas sus casas de Londres, París, Nueva York y Nueva Delhi. Por supuesto le agradecí infinitamente haber conseguido para mí tan gratas "exposiciones", y aún más, que aquella fuera inspiración de sus pasos al hacer su propio camino.



Fotografías de Itxaso Zúñiga, sobre una foto de enriqueponce.



          Ya más cercano en el tiempo hallé a través del aburrimiento de GOOGLE+ a la mujer más inteligente del mundo que no he conocido. Entre el batiburrillo egocentrista de la red se escondía la intrigante y compleja personalidad de Rosa clamando al sordo cielo sus apocalípticos comunicados: los lunes calza tacones imposibles, continuamente para en todos los cafés y tazas del mundo virtual, los finde se engasta en ficticios lookes de dudoso glamour, y por las noches abraza insomnio de perpetua y resignada melancolía. Con ellos sentí por supuesto que recibía más de lo que yo pudiera ofrecerla, y aun así decidí obsequiarla con algunas fotos tomadas a través del ojo de mi cámara, miré al cielo y salí un día de tormentosa inestabilidad, me mojé pero volví a casa satisfecho. Cuando las vio me dijo que lloró, no sé por qué pero tengo esa virtud con ella, siempre provoco el efecto adverso al deseado, o sí lo sé porque me dijo que le encandilan mis imágenes. Pero lo que ella ignora es que la fotografía deja ver cosas que permanecen ocultas, que los paisajes pueden cambiar, pero la luz es la tirana reveladora del papel del tiempo. Tirana virtud pues.


Fotografía de enriqueponce.
De la serie "El cielo protector".



          Dicen que la fotografía ha muerto, que la excesiva profusión de imágenes de hoy en día han hecho de ella algo que no fue nunca, ni es. Pero desde la escritura cuneiforme, sobre piedra, papiro o papel, al e-book hoy hay más gente que lee, e ignora realmente qué es leer. Que el teatro está en crisis se oye desde los tiempos griegos hasta ésta nuestra era digital. Pero los tiempos cambian, nosotros con él, y el analfabetismo ahora es simplemente diferente, y más visible. Nuestros ancestrales antepasados utilizaron el arte como forma de comunión frente a lo ignoto, lo inaprensible; luego la pintura se usó no sólo como revelación y reafirmación de lo divino sino además como una Biblia al fresco y en cinemascope narradora de las aventuras y desventuras de un héroe creador, el que tanto necesitaba el vulgo llano en su sumisión. Igualmente la escultura evolucionó desde su lógico postulado espacial hasta los tratados deconstructivos plenos de hueros vacíos o convexos conceptualismos. Pero la fotografía es la hija bastarda de toda esta historiografía artística, pues no tan sólo hereda todo anterior conjunto de tesis y contrapuntos sino que los ruptura y amplía infinitamente, transgrediendo con su omni-fundamento técnico frente a lo artesanal, o porque su multiproducción no aúrea sea ontológicamente incatalogable dentro de los patrones anteriormente acordados. Y aunque ahora nos preocupa y asusta la neófita masificación y vírica vulgaridad no por ello deja de ser ella misma. La aparición del best-seller no certificó la defunción de la literatura, ni las impresoras 3-D son la alternativa justa a la escultura, sencillamente nuevos factores vienen a añadirse al argumento narracional.

          Para mí la fotografía es como la palabra COSA, en mayúsculas, es un todo que lo abarca todo: los tiempos y los espacios reales y virtuales, los distintos estados de éstos, la huella de los tránsitos de las sombras que reviven con forma de memoria, o las múltiples y distintas formas de arte que hemos podido pensar con sus diferentes postulados o técnicas que hemos deseado crear para creer. Pero sobre todo significa un nuevo auto de fe donde posamos la mirada transversal que cada uno de nosotros habitualmente porta absorta, porque sería imposible vivir con esa clarividente lucidez todo el tiempo. Por eso, cuando tú miras una misma foto que yo ves cosas que en su no-lenguaje yo no supe leer, pero en cambio y a la par es capaz de compartir ilusiones empáticas que harán que nos identifiquemos recordando o llorando. Si la vida es una cosa que no podemos bien definir, la fotografía es su azogue, no más.




Fotografías de los autores citados al pie.
Texto de enriqueponce.