sábado, 25 de octubre de 2014

"Yasumasa Morimura"






BLOg DE NOTAS?





Yasumasa Morimura
Osaka, Japón. 1951








          El ascenso de las clases subalternas a la participación (formalmente) activa en la vida pública, el ensanchamiento del área de consumo de las informaciones, ha creado la nueva situación antropológica de la <<civilización de masas>>. En el ámbito de dicha civilización, todos los que pertenecen a la comunidad pasan a ser, en diversa medida, consumidores de una producción intensiva de mensajes a chorro continuo, elaborados industrialmente en serie y transmitidos según los canales comerciales de un consumo regido por la ley de la oferta y la demanda.






          La situación conocida como cultura de masas tiene lugar en el momento histórico en que las masas entran como protagonistas en la vida social y participan en las cuestiones públicas. Estas masas han impuesto a menudo un ethos propio, han hecho valer en diversos periodos históricos exigencias particulares, han puesto en circulación un lenguaje propio, han elaborado, pues, proposiciones que emergen de abajo. Pero, paradójicamente, su modo de divertirse, de pensar, de imaginar, no nace de abajo: a través de las comunicaciones de masas, todo ello le viene propuesto en forma de mensajes formulados según el código de la clase hegemónica. Tenemos, así, una situación singular: una cultura de masas en cuyo ámbito un proletariado consume modelos culturales burgueses creyéndolos una expresión autónoma propia. Por otro lado, una cultura burguesa -en el sentido en que la cultura <<superior>> es aún la cultura de la sociedad burguesa de los últimos tres siglos- identifica en la cultura de masas una <<subcultura>> con la que nada la une, sin advertir que las matrices de la cultura de masas siguen siendo la de la cultura <<superior>.








          Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre (Heráclito: <<¿Por qué queréis arrastrarme a todas partes oh ignorantes? Yo no he escrito para vosotros, sino para quien pueda comprenderme. Para mí, uno vale por cien mil, y nada la multitud>>), la mera idea de una cultura compartida por todos, producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida de todos, es un contrasentido monstruoso. La cultura de masas es la anticultura. Y puesto que ésta nace en el momento en que la presencia de las masas en la vida social se convierte en el fenómeno más evidente de un contexto histórico, la <<cultura de masas>> no es signo de una aberración transitoria y limitada, sino que llega a constituir el signo de una caída irrecuperable, ante la cual el hombre de cultura (último superviviente de la prehistoria, destinado a la extinción) no puede más que expresarse en términos de Apocalipsis.









Fotografías de Yasumasa Morimura.
Textos, extraídos de "Apocalípticos e integrados", de Umberto Eco.




domingo, 19 de octubre de 2014

"Gabriel Cualladó"






LOS CAZADORES deMENTES





Gabriel Cualladó
Massanassa, Valencia. 1925-2003




Autorretrato.
Fotografía: Rafael Sanz Lobato.















          La Foto-retrato es una empalizada de fuerzas. Cuatro imaginarios se cruzan, se afrontan, se deforman. Ante el objetivo soy a la vez: aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve para exhibir su arte. Dicho de otro modo, una acción curiosa: no ceso de imitarme, y es por ello por lo que cada vez que me hago (que me dejo) fotografiar, me roza indefectiblemente una sensación de inautenticidad, de impostura a veces (tal como pueden producir ciertas pesadillas). Imaginariamente, la Fotografía (aquella que está en mi intención) representa ese momento tan sutil en que, a decir verdad, no soy ni sujeto ni objeto, sino más bien un sujeto que se siente devenir en objeto: vivo entonces una microexperiencia de la muerte (del paréntesis): me convierto verdaderamente en espectro. El Fotógrafo lo sabe perfectamente, y él mismo tiene miedo de esta muerte en la cual su gesto va a embalsamarme... Diríase que, aterrado, el Fotógrafo debe luchar tremendamente para que la Fotografía no sea la Muerte. Pero yo, objeto ya, no lucho. Presiento que de esta pesadilla habré de ser despertado más duramente aún; pues no sé lo que la sociedad hace de mi foto, lo que lee en ella (de todos modos, hay tantas lecturas de un mismo rostro); pero, cuando me descubro en el producto de esta operación, lo que veo es que me he convertido en Todo-Imagen, es decir, en la Muerte en persona; los otros -el Otro- me despropían de mí mismo, hacen de mí, ferozmente, un objeto, me tienen a su merced, a su disposición, clasificado en un fichero...
          En el fondo, a lo que tiendo en la foto que toman de mí (la <<intención>> con que la miro), es a la Muerte: la Muerte es el eidos de esa Foto. También, curiosamente, lo único que soporto, que me gusta, que me es familiar cuando me fotografían, es el ruido del aparato. Para mí, el órgano del Fotógrafo no es el ojo (que me aterra), es el dedo: lo que va ligado al disparador del objetivo, al deslizarse mecánico de las placas (en los casos en que el aparato consta todavía de ellas). Gusto de esos ruidos mecánicos de una manera casi voluptuosa, como si, en la fotografía, fuesen aquello -y nada más que aquello- a lo que mi deseo se aferra, rompiendo con su breve chasquido la capa mortífera de la Pose. Para mí, el ruido del Tiempo no es triste: me gustan las campanas, los relojes... -y recuerdo que originariamente el material fotográfico utilizaba las técnicas de ebanistería y de la mecánica de precisión: los aparatos, en el fondo, eran relojes para ser contemplados y quizás alguien de muy antiguo en mí oye todavía en el aparato fotográfico el ruido viviente de la madera.

















LA C(r)ÓNICA LUZ
Roland Barthes
Francia, 1915-1980

Fotografía bajada de la red.





Fotografías de Gabriel Cualladó.
Texto, extraído de "La cámara lúcida", de Roland Barthes.








lunes, 13 de octubre de 2014

"Lluvia callada"






palabros
calla2





"Lluvia callada"








el silencio es frágil
: un susurro quiébra
lo









Fotografía, vídeo y texto -extraído de "tr3ce"-, de enriqueponce.






martes, 7 de octubre de 2014

"Mapi Rivera"






BLOg DE NOTAS




Mapi Rivera
Huesca, 1976



Autorretrato.






"Pues aunque hay pena y nos agravia
el signo adverso,
en nosotros corre la savia
del universo."









"Sindéresis"










ES DIFÍCIL EXPLICAR
por qué los veo. Es difícil
decir quienes son, por qué
me ponen triste.
Con ojos abiertos no
los veo. Acaso no existen
sino en mí. (Con ojos ciegos
no sabemos ser felices.)

     Qué podría yo deciros
ni qué podríais decirme
para entendernos. Los dioses
nos nacen de sus raíces.
Hechura de dios. Harapos
desdichados de su estirpe.
Olímpicos soles brillan
tras de nuestras nubes grises.

     Si yo dijera, mostrándoos
una ramita flexible:
<<Aquí está la primavera>>;
si alguien, trayendo jazmines
en la mano, me dijera:
<<Aquí está mi amor...>>
                              (Decidme
qué son las palabras, cómo
aprisionar sus matices.)

     Comienzo otra vez. Nacimos
de dioses. Somos estirpe
de dioses. Un día envuelven
en la materia visible
su gran nostalgia. Ellos crean
seres que los eternicen.
Y el hombre vive, pidiendo
la llama que lo ilumine.

     Es difícil explicar
por qué los veo. Es difícil
decir quiénes son, qué buscan.
(Es imposible
que me entendáis.) Yo los veo
recortados los perfiles
contra el pasado, sentados
junto a una tapia. No dicen
nada, ni nada preguntan.
Se pusieron a cantar,
como soñando. Las lindes
de la noche se borraron.
Vino la luz, y carmines
frescos mojaron la tierra
hasta sus remotos límites.
Ellos, cantando, bebieron
su vino invisible.

     Es difícil explicarlo.
Me ponen triste.
Es como ver un dios muerto,
como un niño que no ríe.
Me ponen triste, y no sé
por qué. Decirlo es difícil,
como si alguien me mostrara,
una ramita flexible
y me dijese: <<He aquí
la primavera>>. (Decidme
qué son las palabras, cómo
se aprisionan sus matices.)

     Me ponen triste, y no sé
expresarlo. Es imposible.
Como si alguien me mostrara,
en su mano, unos jazmines
y me dijese: <<He aquí
mi amor...>>

                    Yo no sé. Es difícil
comprenderlo. Yo no sé
quiénes son, cómo es posible
que alguno lo entienda, cómo
podría yo no seguir
repitiendo y repitiendo
lo irrepetible...











www.mapirivera.com




Fotografías de Mapi Rivera.
Cita de Rubén Darío, y textoextraídos de "Antología poética 1936-1998", de José Hierro.







miércoles, 1 de octubre de 2014

"La paradoja fotográfica"






LA C(r)ÓNICA LUZ






"La paradoja fotográfica"



Foto: Charlie Colie.



          ¿Cuál es el contenido del mensaje fotográfico? ¿Qué es lo que transmite la fotografía? Por definición, la escena en sí misma, lo real literal. Hay, ciertamente, una reducción al pasar del objeto a su imagen: de proporción, de perspectiva y de color. Pero en ningún momento esa reducción llega a ser una transformación (en el sentido matemático del término); para pasar de lo real a su fotografía, no hace ninguna falta segmentar lo real en unidades y constituir estas unidades en signos sustancialmente diferentes al objeto que permiten leer: entre el objeto y su imagen no es en absoluto necesario disponer de un <<relevo>>, es decir, de un código. Claro que la imagen no es real, pero, al menos, es el analogon perfecto de la realidad, y precisamente esta perfección analógica es lo que define la fotografía delante del sentido común. Y así queda revelado el particular estatus de la imagen fotográfica: es un mensaje sin código. De esta proposición se hace imprescindible deducir de inmediato un corolario importante: el mensaje fotográfico es un mensaje continuo.
     

Foto: Robert Capa.



          En la medida que la fotografía se presenta como un análogo mecánico de lo real, su primer mensaje colma plenamente su sustancia, en cierto modo, y no hay lugar para el desarrollo de un segundo mensaje. En suma, la fotografía sería la única estructura de la información que estaría exclusivamente constituida y colmada por un mensaje <<denotado>>, que la llenaría por completo; ante una fotografía, el sentimiento de <<denotación>> o, si se prefiere, de plenitud analógica, es tan intenso que la descripción de una foto de forma literal es imposible, pues <<describir>> consiste precisamente en añadir al mensaje denotado un sustituto o segundo mensaje, extraído de un código que es la lengua y que, a poco cuidado que uno se tome en ser exacto, constituye fatalmente una connotación respecto al mensaje analógico de la fotografía: así, describir no consiste sólo en ser inexacto e incompleto, sino en cambiar de estructura, en significar algo diferente de aquello que se muestra.


Foto: Joe Rosenthal.



          La paradoja fotográfica residiría en la coexistencia de dos mensajes, uno de ellos sin código (el análogo fotográfico), y otro con código (el <<arte>>, el tratamiento, la <<escritura>> o retórica de la fotografía); en su estructura, la paradoja no reside evidentemente en la connivencia de un mensaje denotado y un mensaje connotado: tal es el estatus, fatal quizá, de toda la comunicación de masas, sino en que el mensaje connotado (o codificado) se desarrolla, en la fotografía, a partir de un mensaje sin código. Esta paradoja estructural coincide con una paradoja ética: cuando uno quiere ser <<neutro, objetivo>>, se esfuerza en copiar minuciosamente lo real, como si la analogía fuese un factor de resistencia ante el asedio de los valores (al menos ésa es la definición del <<realismo>> estético). 


Marc Riboud.



          Así pues, gracias a su código de connotación, la lectura de la fotografía siempre es histórica; depende del <<saber>> del lector, igual que si fuera una verdadera lengua, que sólo es inteligible para el que aprende sus signos. A fin de cuentas, el <<lenguaje>> fotográfico recuerda a ciertas lenguas ideográficas en las que se mezclan unidades analógicas y unidades signaléticas, con una diferencia: el ideograma se siente como un signo, mientras que la <<copia>> fotográfica pasa por ser una denotación pura y simple de la realidad. Hallar ese código de connotación consistiría, por tanto, en aislar, inventariar y estructurar todos los elementos <<históricos>> de la fotografía, todas las partes de la superficie fotográfica que extraen su propia discontinuidad de un cierto saber del lector o de su situación cultural, como se prefiera.
          

Foto: Alfred Eisenstaedt.



          Nada permite afirmar que en la fotografía existan partes <<neutras>>, o, por lo menos, parece que la insignificancia completa de la fotografía es quizá totalmente excepcional; para resolver este problema habría que elucidar por completo los mecanismos de lectura (en el sentido físico, no semántico, del término), ahora bien, sobre este particular no sabemos demasiado: ¿cómo se lee una fotografía?, ¿qué percibimos?, ¿en qué orden, de acuerdo con qué itinerarios?, incluso ¿qué es percibir? Si, de acuerdo con ciertas hipótesis de Bruner y Piaget, la percepción no se da sin una categorización inmediata, la fotografía se verbaliza en el mismo instante en se percibe; o mejor dicho: no se percibe sino verbalizada (pero si la verbalización se retrasa, aparecen desarreglos en la percepción, interrogaciones, angustia del sujeto, traumas, según la hipótesis de G. Cotiva relativa a la percepción fílmica). Desde esta perspectiva, la imagen, captada de inmediato por un metalenguaje interior que es la lengua, no conocería realmente, en definitiva, ningún estado denotado; en lo social, no existiría sino inmersa al menos en una primera connotación, la de las categorías lingüísticas; y es cosa sabida que toda lengua toma partido acerca de las cosas; connota lo real, aunque sólo sea en la medida en que lo recorta; las connotaciones de la fotografía, por tanto, coincidirían grosso modo con los grandes planos de connotación del lenguaje.


Foto: Henri Cartier Bresson



          El análisis de los códigos permite quizás definir históricamente una sociedad con mayor facilidad y seguridad que el análisis de sus significados, ya que éstos a menudo pueden aparecer como trans-históricos, como pertenecientes a un fondo antropológico en mayor medida que a una auténtica historia, (...) pues al intentar reconstituir en su estructura específica el código de connotación de un tipo de comunicación tan amplio como la fotografía de prensa, es posible que nos encontremos, con todo detalle, con la formas que emplea nuestra sociedad para recobrar la serenidad y que, a partir de ahí, podamos captar la envergadura, los rodeos y la función profunda de semejante esfuerzo: perspectiva tanto más atractiva, en la medida en que, como dijimos al principio, por lo que se refiere a la fotografía, se desarrolla bajo la forma de una paradoja: paradoja que consiste en hacer un lenguaje de un objeto inerte y en transformar la incultura de un arte <<mecánico>> en la más social de las instituciones.


Foto: Charlie Clyde Ebbets.









Roland Barthes.
Francia, 1915-1980.




Título y texto, extraído de "Lo obvio y lo obtuso", de Roland Barthes.
Fotografías bajadas de la red.