lunes, 26 de diciembre de 2016

"Alex Webb"






LOS CAZADORES deMENTES




Alex Webb
San Francisco, California, EEUU. 1952




Autorretrato.








     Sólo lo hiciste un momento;
mas quedaste, como en piedra,
haciéndolo para siempre.









     ¡No estás en ti, belleza innúmera,
que con tu fin me tientas, infinita,
a un sinfín de deleites!
     ¡Estás en mí, que te penetro
hasta el fondo, anhelando, cada instante,
traspasar los nadires más ocultos!
     ¡Estás en mí, que tengo
en mi pecho la aurora
y en mi espalda el poniente
-quemándome, trasparentándome
en una sola llama-; estás en mí, que te entro
en tu cuerpo y alma
insaciable y eterna!















     Ante mí estás, sí.
Más me olvido de ti,
pensando en ti.







Fotografías de Alex Webb.
Textos, extraídos de "Poesía pura", de Juan Ramón Jiménez.





lunes, 19 de diciembre de 2016

martes, 13 de diciembre de 2016

"Mentira la mentira"






OPINION.es
EL CAJÓN deSATRE









"Mentira la mentira"





          Tan cierta la mentira como la verdad, para vivir es tan necesaria aquella como el ansia de lo cierto. Se levantan templos, hacemos guerras e inventamos estereotipos sobre ella porque lo real es imposible. Queremos creer porque nada resulta cierto, lo que nos permite respirar, todos los días. Lo cierto es que nada es cierto, y es por eso que construimos sobre lo físico para subsistir sobre lo mental. Catedrales, pirámides, mezquitas o mil maneras de política y justicia social son las otras mil formas de soslayar la ignorancia e imposibilidad de cualquier certeza. Somos unos vulgos primates perplejos huyendo sobre un universo atemporal, somos los títeres de una naturaleza críptica e inabarcable que necesitan de la imposible comprensión. Inventamos entonces porque no nos es dado comprender ninguna certeza, y con cada paso creemos alcanzar lo incognoscible. Es la fotografía otro nuevo lugar de credo, como si ver fuese creer, porque mirar parece verdad, certificado de lucidez y eternidad. Es el poder de la mentira, es la fuerza de la ignorancia que nos acompaña y ayuda a sobrevivir y avanzar sobre la nada. Cada vez que la luna emerge es un misterio, toda vez que descubrimos "las fuentes" del Nilo debemos nombrar y explicar lo nuevo, aunque antes ya estuviera allí. Y entonces los convertimos en sagrados: templos, costumbres, ciencia, teorías, y pisar cielos ignotos se convierte en otra mentira que creemos verdad. Si algunos hombres llegan a nuevos territorios se cree sin más, sea la Meca sea un rojo planeta igual de virtual. Somos naturaleza, homos creencias, supervivientes ingenuos. Somos la mentira de una mentira, la huella de un proceso, y por eso nos creemos luz de un único universo.















Texto de enriqueponce.
Fotografías de Mars Rover (en el "Planeta rojo")






miércoles, 7 de diciembre de 2016

"Berndnaut Smilde"






(ARTEsana)




Berndnaut Smilde
Groningen, Países Bajos. 1978




Fotografía bajada de la red.














...la nube es en primer lugar una sustancia corpuscular sin contorno, sin forma definida, sin cuerpo propio, una especie de velo, de cortina, una capa de vapores, un condensado de auras -y sobre todo, algo que no existe por sí solo. Es decir, que la nube aparece como objeto visual (visible y por tanto figurable, tanto en pintura como en fotografía), porque funciona como huella, como reflejo, como revelador de algo a lo que está físicamente ligada; por ejemplo, la nube, en sí misma incolora es lo que, gracias a la reflexión, da materia a la luz, la actualiza, la torna visible. Como señala Aristóteles (Meteorológicas, III, 2-6), las nubes tienen esta propiedad que hace que funcionen en su masa << como espejos, pero espejos que sólo reflejan colores >> - el efecto-puesta de sol, si se quiere. O bien la nube es vista como huella meteorológica, como efecto visible que manifiesta ante nuestra mirada la acción de una serie de fenómenos atmosféricos por sí mismo invisibles (y por lo tanto irrepresentables), como el viento, la tempestad, la tormenta, el diluvio, etcétera. (Veánse los numerosos consejos de Leonardo da Vinci en sus Cuadernos: << Para representar el viento, además de la inclinación de las ramas... representarás las nubes... >>. << si quieres representar convenientemente la tempestad, considera e inscribe exactamente sus efectos...; para representar bien el huracán, harás en primer lugar las nubes, dispersas y quebradas, arrastradas por la carrera de los vientos >>, etcétera.) en resumen, se ve que la nube, directamente conectada a su entorno natural, es de hecho un verdadero signo-índex y que, en ese sentido, su naturaleza coincide precisamente con la del signo fotográfico: como la nube con sus miríadas de puntos de vapor de agua suspendidos, la fotografía, con sus miríadas de cristales de halogenuros, capta y refleja en su materia misma, en la discontinuidad de sus granos, las variaciones luminosas que la rodean. Ambas, la nube y la fotografía, son pues auténticas máquinas de luz, velos, tramas, trampas, reveladores, pantallas, cortinas, espectros, fantasmas de luz.















Obra de Berndnaut Smilde.
Texto, extraído de "El acto fotográfico", de Philippe Dubois.