jueves, 25 de diciembre de 2014

"Marie Bovo"






BLOg DE NOTAS






Marie Bovo
Alicante, 1967




Fotografía bajada de la red.




"Fotografiamos las cosas 
para sacarlas de nuestras mentes."







" SITIO "








          "Lo que es visible puede contener lo invisible; lo admisible, lo inadmisible, lo palpable, lo impalpable. Quizá también lo pensable pueda contener lo impensable."

          Todo está delante de nuestros ojos. El único problema es que nuestros ojos no ven. El hombre, no solamente el hombre romántico sino todos los hombres desde que este concepto ha servido para definir nuestra especie, ha estado siempre dominado por un sentimiento absurdo y a la vez inevitable: querer saberlo todo, abarcarlo todo, querer ser todo. Novalis, en su bello pensamiento, nos consuela frente a la imposibilidad de conseguirlo: no os canséis, parece decir, buscando nada nuevo, todo está en lo que podéis ver, incluso lo que no podéis ver. Todo está en lo que podéis oír, aunque no lo oigáis. Todo está en lo que podéis tocar, aunque no lo podáis tocar, porque todo está en vosotros mismos. En nuestra mente, en nuestro pensamiento está todo, incluso aquello que no nos atrevemos a pensar. En definitiva, el hombre se sitúa como nivel de percepción, de conocimiento. No existe nada que no miremos, sólo existe lo que vemos y sólo existe porque lo vemos.

          La búsqueda del conocimiento ha marcado la existencia del hombre, ha configurado la historia. Pero la búsqueda del conocimiento total ha marcado al propio hombre, porque produce insatisfacción, soledad, infelicidad. Es la única búsqueda en la que cada hallazgo es una pérdida, en la que nunca se encuentra nada más que la huella de lo que sabemos que no encontraremos jamás. En esta sensación dolorosa y a la vez excitante es en la que el hombre ha desarrollado lo mejor que ha podido encontrar en su interior, bien sea a través de la creatividad científica, artística o mística. Poetas como Lord Byron lo dijeron de una forma muy clara y difícil de mejorar:

"Conocimiento es dolor: los que saben más
deben llorar más profundamente sobre la verdad fatal,
el árbol del conocimiento no es el de la vida."








          Todas las fotografías que existen reflejan una imagen real. Pero sin consentir en que esa imagen que trasladan es la misma realidad que intentan transmitir. La fotografía plantea una relación eminentemente equívoca entre el yo y el mundo, entre lo interior y lo exterior. La fotografía se ha convertido en un arma excelente para cuestionar, manipular y desmontar la realidad oficial. Fotografiar algo es descontextualizarlo, cambiarle el significado, el simple hecho de mostrar algo en una fotografía es referirse ya a otra cosa, a algo oculto. Con el tratamiento fotográfico no solamente alteramos la realidad, sino que, de alguna manera, se intenta su desaparición, incluso a expensas de documentar su existencia, ya que sirve para cambiar la forma del mundo a través de la ficción. Susan Sontag describió esta situación muy claramente: "Mientras los afanes proustianos presuponen que la realidad es distante, la fotografía implica un acceso instantáneo a lo real. Pero los resultados de este acceso instantáneo son otra manera de crear distancia. Poseer el mundo en forma de imágenes es, precisamente, volver a experimentar la irrealidad y la lejanía de lo real." H. P. Robinson decía que "la fotografía es un arte porque puede mentir", pero hoy habría que añadir para completar la frase, ingeniosa pero fallida, que la fotografía es arte sobre todo porque puede decir, insinuar, esas verdades que el hombre intenta ocultarse a sí mismo.


















LA C(r)ÓNICA LUZ

Rosa Olivares
Madrid, 1955

Fotografía bajada de la red.












Fotografías y título de Marie Bovo.
Textos (y cita de Franz Kafka), extraídos de "Al día siguiente", de Rosa Olivares.

viernes, 19 de diciembre de 2014

"En construcción"






UN bAZAR DE OBRAS






"En construcción"








          No hay más cuestión que la de la propiedad. Los propietarios tienen la técnica para ellos, y tienen la palabra, porque se han comprado los medios y las personas que las inventen, las cambien, las difundan. El bello equívoco de nuestro tiempo, el gran hallazgo con el que los poderes barren la izquierda, es hacerla odiar el medio y no el fin. Se odia la televisión, se la llama <<la caja tonta>>, o el electrodoméstico, o la telebasura, cuando es una de las grandes aportaciones del formidable siglo XX; lo grave es su propietario. No es nuestra. Y así todo lo demás. Ni siquiera estoy seguro de que sea el opio del pueblo, como lo fue la religión. Incluso podríamos decir que a las grandes regiones abandonadas, la radio y la televisión les han dado un medio de conocimiento del que el analfabetismo les había privado. Incluso el analfabetismo oculto: el de aquellos que leen las palabras y las escriben, pero no entienden los periódicos o los libros y renuncian a la lectura. La televisión y la radio les han dado, por lo menos, un cierto conocimiento del mundo en torno. Y han liberalizado las costumbres del pueblo.
          ¿De qué pueblo? A todas las fuentes del poder las ha desgastado el propio poder, por el hecho de existir y expoliar. Dios murió, los poderes se dijeron hijos del pueblo, y lo han devorado como Saturno a sus propios hijos. Se comieron a Dios a fuerza de ejercer la barbarie en su nombre: se han comido al pueblo. Las palabras han ido teniendo una deriva muy considerable, y sigo insistiendo en que son una de las grandes bases del ejercicio del poder, y nadie hoy dice <<el pueblo>> (a mí mismo me cuesta trabajo escribirlo sin advertir que es algo confuso), como se dejó de decir <los súbditos>> cuando las palabras de la monarquía desaparecieron y se comenzó a hablar del <<ciudadano>>. Se perdió la palabra <<proletario>>, que había vivido desde los romanos (proletario: el que no tiene más bien que su prole, que le ayuda en el trabajo y le sostiene en la vejez; o dicen que entonces pasaba así), desde el momento en que entró en el lenguaje marxista: <<proletarios del mundo, uníos>>. Se usó la palabra <<obrero>>, y ya no. A los mismos obreros les parecía mal que se les llamara así. La torsión de la semántica llama a la vieja criada <<empleada del hogar>> (pero no le da los derechos laborales y sociales que ofrecen en las leyes) y a los porteros se le llama empleados de fincas urbanas. Y se llama a la basura <<residuo sólido>>. Huele mejor, porque el idioma también tiene olor, y sabor y color; y ficción, y trampa y política. Si es verdad que el pensamiento es un producto del idioma, es posible que cambiando las palabras se pueda cambiar el pensamiento. 







          Es inútil subrayar como la palabra libertad está siendo ultrajada y cómo los partidos políticos que han derivado hacia el sistema de libre mercado y capitalismo salvaje, y colaboran en sus guerras de contención, utilizan nombres que no corresponden al ejercicio de sus funciones: popular, democrático, obrero, socialista. Era un nombre sagrado. A veces pienso que las personas normales debían dejar de utilizarlo, por respeto. Eluard lo escribió en su cuaderno de colegial cuando Francia estaba ocupada por los nazis:

En mis cuadernos de la escuela
En mi escritorio y árboles
En la arena de la nieve
Escribo tu nombre.

          Tenía un sentido. Ahora veo cómo se escribe y se pronuncia <<su santo nombre en vano>>, como podrían decir los santones laicos. En pactos y en consensos, en juicios y en periódicos, por políticos, por disfrazados; en fin, por enemigos de la libertad. Se trata de adscribir a proyectos, planes o sentencias a los que encuentran en la palabra una llamada, una resonancia. La derecha se come las palabras, las digiere y las defeca. Decían que el divorcio iba contra la libertad del matrimonio. Llamaron <<escuela libre>> a la católica; y el pensamiento libre, ya se ve: el pensamiento único. He leído el nombre de un delito: <<contra la libertad sexual>>. Es algo mucho más duro y real: la violación. Agresión, ataque a la persona, asalto, no sé. La libertad sexual es otra cosa. La ideación, o la ideología incluso, de la libertad se debe mantener como una utopía hacia la que hay que tender de todas las maneras posibles, y no aplicándola a los asuntos de cada día, por importantes que sean.








Fotografías de enriqueponce.
Texto, extraído de "Ser de izquierdas", de Eduardo Haro Tecglen.




sábado, 13 de diciembre de 2014

"Jean Baudrillard"






LA C(r)ÓNICA LUZ





Jean Baudrillard
Reims, Francia. 1929-2007



Fotografía de Sandro Scalia.





"El simulacro no es lo que oculta la verdad,
es la verdad la que oculta que no existe."









"El crimen perfecto"




          Así pues, el mundo es una ilusión radical. Es una hipótesis como otro cualquiera. De todos modos, es insoportable. Y para conjurarla hay que realizar el mundo, darle fuerza de realidad, hacerle existir y significar a cualquier precio, eliminar de él cualquier carácter secreto, arbitrario, accidental, expulsar sus apariencias y extraer su sentido, apartarlo de cualquier predestinación para devolverle a su fin y a su eficacia máxima, arrancarlo de su forma para devolverlo a su fórmula. La simulación es exactamente esta gigantesca empresa de desilusión -literalmente: de ejecución de la ilusión del mundo en favor de un mundo absolutamente real.
          Por consiguiente, lo que se opone a la simulación no es lo real, que no es más que un caso particular, sino una ilusión. Y no hay crisis de la realidad, muy al contrario: de lo real siempre habrá más, ya que está producido y reproducido por la simulación, y no es en sí más que un modelo de simulación. La proliferación de la realidad, como de una especie animal de la que se habrían eliminado los predadores naturales, constituye nuestra auténtica catástrofe. Es el destino fatal de un mundo objetivo.




          Hay que devolverle su fuerza y su sentido radical a la ilusión, tantas veces rebajada al nivel de una quimera que nos aleja de lo verdadero: de aquello con que se disfrazan las cosas para ocultar lo que son. Pero la ilusión del mundo es la manera que tienen las cosas de ofrecerse para lo que son, cuando no son en absoluto. En la apariencia, las cosas son tal como se ofrecen. Aparecen y desaparecen sin dejar traslucir nada. Se despliegan sin preocuparse por su ser, y ni siquiera por su existencia. Hacen señales, pero no se dejan descifrar. En la simulación, por el contrario, en ese gigantesco dispositivo de sentido, de cálculo y de eficiencia que engloba todos nuestros artificios técnicos incluyendo la actual realidad virtual, se ha perdido la ilusión del signo en favor de su operación. La indiferenciación afortunada de lo verdadero y de lo falso, de lo real y lo irreal, cede ante el simulacro, que, en cambio, consagra la indiferenciación desafortunada de lo verdadero y lo falso, de lo real y sus signos, el destino desafortunado, necesariamente desafortunado, del sentido en nuestra cultura.
          Seguimos fabricando sentido, incluso cuando sabemos que no existe. Queda por saber, además, si la ilusión del sentido es una ilusión vital o una ilusión destructora del mundo y del propio sujeto. Sea como sea, frente a la estrategia del sujeto, el mundo desarrolla otra mucho más sutil y paradójica, que consiste en ofrecerse para lo que es, cuando no es. Frente al sujeto, irreductible productor de sentido, está el mundo, inagotable productor de ilusión -incluida sin duda la del sentido, con la complicidad involuntaria del sujeto.
          No hay final para esta carrera desenfrenada sobre la banda de Moebius donde la superficie del sentido pasa perpetuamente a la de la ilusión -salvo si la ilusión del sentido dominara definitivamente, lo que terminaría con el mundo.




          Toda nuestra historia habla de este montaje de la razón, a su vez en trance de desmontarse. Nuestra cultura del sentido se hunde bajo el exceso de sentido, la cultura de la realidad se hunde bajo el exceso de realidad, la cultura de la información se hunde bajo el exceso de información. Amortajamiento del signo y de la realidad en el mismo sudario.
          Intentan persuadirnos de la buena finalidad ineluctable de la técnica, de que hagamos como si el entorno artificial fuera una segunda naturaleza, de que seleccionemos exclusivamente los reflejos automáticos, de acuerdo con las modalidades de una especie de código genético mental. Intentan borrar cualquier reflejo sobrenatural del pensamiento, del pensamiento que reacciona instintivamente a la ilusión del mundo, que vuelve las apariencias contra la realidad, que juega con la ilusión del mundo en contra del propio mundo: la inteligencia maniquea del mal, la inteligencia del mundo como maquinación. Se dice: el estado de naturaleza es impensable, ya que el pensamiento no existe. Pero a eso es precisamente hacia lo que tendemos: un estado de inteligencia operacional pura, y por tanto de desilusión radical del pensamiento.
          Este sueño de extirpar todo sortilegio del pensamiento, de eliminar todo principio del mal, es tan absurdo como el de eliminar toda concupiscencia, incluso en sueños.
          Si la herejía de la apariencias es nuestro crimen original, cualquier veleidad racional de eliminarla es el síntoma de un gran error de la voluntad, de una aberración del deseo.




          De todos modos, la ilusión es indestructible. El mundo tal cual es -que no es en absoluto el mundo <<real>>- se oculta perpetuamente a la investigación del sentido, provocando la actual catástrofe del aparato de producción del mundo <<real>>. Esto es tan cierto que no se combate la ilusión con la verdad -sería la ilusión redoblada-, sino con una ilusión más elevada.
          Sólo puede responderse a la fantasmagoría de los trasmundos, de los cuales el último y más sutil es la síntesis artificial de éste, con la ilusión superior de nuestro mundo.
          Cada revolución provoca una involución general, de acuerdo con una especie de espiral descendente. Sólo se puede contrariar esta espiral negativa con un golpe de fuerza inverso, sobrepujándola: sobre la insignificancia con la nada, sobre lo visible con la apariencia, sobre lo falso con la ilusión, sobre el mal con lo peor.
          Es imposible reducir la ilusión radical del mundo. La ilusión de reducirla es la ilusión secundaria de la denegación y de la transformación del mundo. Pero ¿es posible que este movimiento, al llegar a su extremo, quede atrapado en su propio juego y acabe por aniquilar sus propias huellas, dando lugar a la desviación, a la imperfección, al crimen original? ¿Es posible que exista una astucia del mundo, como existe una astucia de la historia, y la racionalidad, la perfección en su conjunto, no hagan más que cumplir su decreto irracional? En tal caso, las ciencias y las técnicas no serían más que un inmenso rodeo, irónico, en el horizonte de su desaparición.
          Lo que en la verdad sólo es verdad cae bajo el golpe de la ilusión. Lo que en la verdad supera la verdad depende de una ilusión superior. Sólo lo que excede la realidad puede superar la ilusión de la realidad.







Título, cita y artículo "La ilusión radical",
 extraído de "Un crimen perfecto", de Jean Baudrillard.
GIFs bajados de la red.




domingo, 7 de diciembre de 2014

"Todo lo que se va"






UN bAZAR DE OBRAS






"Todo lo que se va"








¿DE dónde es una hoja
transparente de sol?
-¿De dónde es una frente
que piensa, un corazón que ama?-
¿De dónde es un raudal
que canta?







¡SÍ, para muy poco tiempo!
Mas, como cada minuto
puede ser mi eternidad
¡qué poco tiempo más único!







¡ESTA ansia de apurar
todo lo que se va;
de hacerlo permanente,
para irme de su siempre!






Enramadas en 2014.








Fotografías de enriqueponce.
Título y textos, extraídos de "La realidad invisible", de Juan Ramón Jiménez.






lunes, 1 de diciembre de 2014

"Selfies de Ariel"






LOS CAZADORES deMENTES







"Selfies de Ariel"


Andrés Serrano.

Graciela Iturbide.

Martín Chambi.

Robert Mappelthorpe.

Walker Evans.




     El artista es un creador de belleza.
          Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte.
          El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la belleza. La forma más elevada de la crítica, y también la más rastrera, es una modalidad de autobiografía.
          Quienes descubren significados ruines en cosas hermosas están corrompidos sin ser elegantes, lo que es un defecto. Quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para ellos hay esperanza.
          Son los elegidos, y en su caso las cosas hermosas sólo significa belleza.
          No existen libros morales o inmorales.
          Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo.
          La aversión del siglo por el realismo es la rabia de Calibán (*) al verse la cara en el espejo.
          La aversión del siglo por el romanticismo es la rabia de Calibán al no verse la cara en el espejo.
          La vida moral del hombre forma parte de los temas del artista, pero la moralidad del arte consiste en hacer un uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Incluso las cosas que son verdad se pueden probar.
          El artista no tiene preferencias morales. Una preferencia moral en un artista es un imperdonable amaneramiento de estilo.
          Ningún artista es morboso. El artista está capacitado para expresarlo todo.
          Pensamiento y lenguaje son, para el artista, los instrumentos de su arte.
          El vicio y la virtud son los materiales del artista. Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, el modelo es el talento del actor.
          Todo arte es a la vez superficie y símbolo.
          Quienes profundizan, sin contentarse con la superficie, se exponen a las consecuencias,.
          Quienes penetran en el símbolo se exponen a las consecuencias.
          Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no la vida.
          La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que esa obra es nueva, compleja y que está viva. Cuando los críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo.
          A un hombre le podemos perdonar que haga algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla infinitamente.
          Todo arte es completamente inútil.


(* Calibán es el nombre de un personaje de "La tempestad" de William Shakespeare.
 En dicha obra, Calibán es un salvaje primitivo, esclavizado por el protagonista, Próspero,
 y representa los aspectos más materiales e instintivos del ser humano,
 frente al otro sirviente de Próspero, Ariel, que representa lo elevado y espiritual.)





Alberto García Alix.

Diane Arbus.

Man Ray.

Alphose Bertillon.

August Sander.

Alfred Stieglitz (y Georgia O'Keefe).

Joan Colom.

Jacque-Henri Lartigue.

Elliot Erwitt.

Vivian Maier.

Richard Avedon.










Autorretratos -o "selfies"- de los autores indicados.
Texto, extraído del Prefacio de "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde.
(Nota: extraída de Wikipedia.)