sábado, 29 de junio de 2013

"Diane Arbus"







LOS CAZADORES deMENTES




Diane Arbus
EEUU, 1923-1971




Foto: Allan Arbus.
















"El orden natural de las cosas."









     Ayer, Iolanda, cuando pedí permiso en el trabajo para acompañarte a la consulta en la Asociación de Diabéticos, y salimos muy pronto para no perder al médico,
     (tan pronto que la noche del río entraba con las luces de los barcos por el día de la ciudad)
     ayer, mientras caminábamos hacia la rotonda de Alcántara en busca de un taxi, sentí que la albura y la sombra se empujaban en la muralla del Tajo y que no era imposible que pasase una trainera bogando por la calle, con el patrón al timón y el farol de popa despidiendo clarores en el asfalto,
     como no era imposible que las casas de la Quinta do Jacinto echasen raíces de estuco en el agua,
     y te amé por permitirme vivir contigo el milagro de un poniente o de una aurora en la que los árboles se despeinaban de algas, y los petroleros adquirían la dimensión de catedrales, con santos, y cirios, y altares en la bodega, y las notas del canto gregoriano que salían con el humo por las chimeneas enormes. Amé tus hombros estrechos, tu nariz, que goteaba de gripe, la voz que se irritaba y me reprendía, las piernas delgadas bajo la gabardina, amé la fragilidad de tu cuerpo y tu modo de andar, doblada por la brisa de febrero, y amé
     disculpa
     tu enfermedad que me permite acompañarte, en la madrugada de Lisboa, como si formásemos a los ojos de los demás una pareja, a pesar de culparme de tu constipado y de lo mal que está el transporte, de exigirme que encontrase un taxi en la neblina que diluía los automóviles, y de gritar que me odiabas con los ojos pestañeantes, relucientes de fiebre, encima de los flecos de la bufanda.









     ...por fin, Iolanda, cuando estornudabas por tercera vez y sacabas pañuelos de papel del bolso, asomó una bombilla verde que navegaba en la rotonda detrás de un coche funerario, y yo, deseoso de agradarte, sin reparar en el tráfico, me eché a trompicones al asfalto, amenazado por guardabarros, por bocinas e insultos...









...el taxi se paró junto a nosotros, con el capó tembloroso, al mismo tiempo que tú abrías la puerta llamándome imbécil, culpándome de neumonías futuras, previniéndome, furibunda, No te atrevas a tocarme, y te acomodabas, sonándote, en el asiento...

     ...me advertiste, tirándome de la ropa, Tienes el culo encima de mi gabardina, estúpido...

     ... -Estupendo, me has arrugado la falda -rezongaste tú mostrando un pedazo de tela-, voy a llegar preciosa a ver al médico.













     Y me vino a la cabeza que hay momentos, mi amor, cuando no estoy contigo, en el trabajo, durante la comida, en el vestíbulo de la empresa, en las fotocopias que sello, en el autobús hacia casa, en los que encuentro en mi cuerpo, en mis ropas, en mi aliento, el olor a crisantemos que desprendes, de tal modo que me siento tan cerca de ti como si te habitase, como si fueses, como tanto deseo, mi único alimento, mi País, mi ciudad, mi hogar, como si tu sangre iluminase mi voz y yo caminase, en la Quinta do Jacinto, guiado por el incienso de tus ojos, al encuentro de un pecho joven que me espera.

     ...

     Y en esas ocasiones, Iolanda, y sólo en esas ocasiones, cuando mis cincuenta años se alejan de mí y me liberan, dejándome suelto, desenvuelto, seguro, fuerte, sin miedos, sin dudas, mi existencia adquiere una limpidez matinal, un sabor a agosto, una textura que me tranquiliza, me madura y justifica, permitiendo que los nervios se aflojen y consiga dormir, no digo ya en el nido de tu ternura, sino por lo menos en tu aceptación de mí, extendido a tu lado, sin tormento ni dolor, como bajo el chubasco de sombra de los sicómoros en verano, respirando el perfume de los crisantemos.











     Iolanda, mi amor, domingo de mi vida, te quiero. Te quiero y creo, tengo la pretensión de creer, que entiendo tu impaciencia, tus irritaciones repentinas, tu alternancia de inteligencia y estupidez, de abandono e ímpetu, de inocencia y de malicia, que entiendo tu resistencia a hablar, tus arranques infantiles, tu asco de mí. Mi edad y mis patas de gallo se interponen entre nosotros como un muro que te impide estimarme, separados por años y años de experiencias y sustos que no compartimos, que no podremos compartir. Y sin embargo, querida, comprendo tan bien cuando por la tarde tu rostro se oscurece y se vela, cuando te sientas a la mesa para comer con malos modales el pollo o el sargo de tu tía, cuando dejas la servilleta en la mesa, empujas la silla y te encierras en el cuarto sin explicaciones ni disculpas, mirando el río más allá de los trenes, de las gaviotas y de las grúas tímidas, aguilón tras aguilón, mientras se aproxima la noche.


      Iolanda, te quiero. Te quiero en tu imposibilidad de comer dulces que transformas en una decisión personal, en una deliberación activa, quiero las pupilas que comienzan a empañarse con las cataratas, los riñones que sufren en silencio, la protesta del páncreas. Te quiero con la infinita, extasiada piedad de la pasión, te quiero cuando sudas en tu sueño, y yo bebo cada gota de ti recorriéndote poro a poro con la avidez de la lengua.










Fotografías de Diane Arbus.
Título y textos extraídos de "El orden natural de las cosas" de Antonio Lobo Antúnez.





ARTEsana



Foto bajada de la red.








Antonio Lobo Antúnez
Portugal, 1942










viernes, 28 de junio de 2013

"Robert Capa & Gerda Taro"








LOS CAZADORES deMENTES




Robert Capa                                   Gerda Taro
         EEUU, 1913-1954                                                                                                 Alemania, 1910-1937


Autorretrato.
Foto: bajada de la red.



















"Pido la paz
...y la palabra."




Foto: Fred Stein.


Dormir, para olvidar
España.

Morir, para perder
España.

Vivir, para labrar
España.

Luchar, para ganar
España.


















Vuestro odio me inyecta nueva vida.
Vuestro miedo afianza mi sendero.
Vida de muchos puesta en el tablero
de la paz, combatida, defendida.

(Ira y miedo apostaron la partida,
quedándose los dos con el dinero.
Qué hacer, hombre de dios, si hay un ratero
que confunde la Bolsa con la vida.)

Vuestro odio me ayuda a rebelarme.
A ver más claro y a pisar más firme.
(Mientras viva, habrá noche y habrá día.)

Podrán herirme, pero no dañarme.
Podrán matarme, pero no morirme.
Mientras viva la inmensa mayoría.




R.C. fotografiado por G.T.



G.T. fotografiada por R.C.






Mis ojos hablarían si mis labios
enmudecieran. Ciego quedaría,
y mi mano derecha seguiría
hablando, hablando, hablando.

Debo decir <<He visto>>. Y me lo callo
apretando los ojos. Juraría
que no, que no lo he visto. Y mentiría
hablando, hablando, hablando.

Pero debo callar y callar tanto,
hay tanto que decir, que cerraría



los ojos, y estaría todo el día
hablando, hablando, hablando.

Dios me libre de ver lo que está claro.
Ah, qué tristeza. Me cercenaría
las manos. Y mi sangre seguiría
hablando, hablando, hablando.










Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los ojos para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.



G.T.










¿Adónde irá la luz cuando decimos
cierra los ojos, duerme, sueña, muere?


¿Adónde irá el amor cuando hace frio

y el alma es hielo y el recuerdo, nieve?


¿Adónde van las olas que veíamos

venir, subir, romper, desvanecerse?


No seas ola, amor, luz, libro mío.

Arde, ama, asciende siempre, siempre, siempre.





































Pregúntale al espejo por qué dice
tu corazón que se muere.
Yo le respondo por los dos, le digo
que se espere, que se espere.

Pregúntale a la vida por qué insiste
en terminar malamente.
Yo le devuelvo la moneda, insisto
hasta el final, a contra muerte.

Pregúntale al espejo. No te mires
en el río que no vuelve,
¿no ves que el mar no sabe qué decirte?

Yo le respondo por los dos, le digo
que se aleje, que se aleje,
que estoy plantando un árbol junto al rio.




(G.T. + el 26 de Julio de 1937 atropellada por un tanque republicano en El Escorial, Madrid.)






R.C.






Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
con la sangre hasta el borde de la boca,
voy
avanzando
lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
algunas veces,
voy
avanzando sobre este viejo suelo, sobre
la tierra hundida en sangre, voy
avanzando lentamente, hundiendo los brazos
en sangre,
algunas
veces tragando sangre, voy sobre Europa
como en la proa de un barco desmantelado
que hace sangre,
voy
mirando, algunas veces,
al cielo
bajo,
que refleja
la luz de la sangre roja derramada,
avanzo
muy
penosamente, hundidos los brazos en espesa
sangre,
es
como una esperma roja represada,
mis pies
pisan sangre de hombres vivos
muertos,
cortados de repente, heridos súbitos,
niños
con el pequeño corazón volcado, voy
sumido
en sangre
salida,
algunas veces
sube hasta los ojos y no me deja ver,
no
veo más que sangre,
siempre
sangre,
sobre Europa no hay más que 
sangre.

Traigo una rosa en sangre entre las manos
ensangrentadas. Porque es que no hay más
que sangre,

y una horrorosa sed
dando gritos en medio de la sangre.





(R.C. + el 25 de Mayo al pisar una mina, en Vietnam.)








Última foto de R.C.






Gracias doy a la vida por haberme nacido.
Gracias doy a la vida porque vi los árboles, y los ríos, y el mar.
Gracias en la bonanza y en la procela.
Gracias por el camino y por la verdad.
Gracias por la contradicción y por la lucha.
Gracias por el aire y por cárcel.
Gracias por el asombro y por la obra.
Gracias por morir; gracias por perdurar.










ARTEsana
Blas de Otero.
Bilbao, 1919-1979.
Fotografía: "Fundación Blas de Otero".









Fotografías de Robert Capa y Gerda Taro.
Título y textos extraídos de "Antología poética" de Blas de Otero.










sábado, 22 de junio de 2013

"Serge Tisseron"





LA C(r)ÓNICA LUZ




Serge Tisseron
Francia, 1948






Foto bajada de la red.







La fotografía <<borrosa>> es un fragmento de tiempo cuya huella ha sido confundida por el objeto,
 más que un objeto confundido por el tiempo.











El fotógrafo, más que fijar el mundo, lo acompaña. 
La fotografía no es tanto un modo de detener el mundo (...) como un modo de intentar tocar la herida del tiempo vivo.



Fotografía de la serie "Divas" de enriqueponce.



Una fotografía constituye siempre, a la vez, un extremo de certidumbre 
(porque representa una realidad que ha existido) 
y un extremo de incertidumbre 
(porque lo que ella representa nunca se ha visto tal como ella lo representa).








Fotografía de la serie "Divas" de enriqueponce.


...ya no se limita a ser la sombra de su objeto. 
Es, además, su luz interior llamada a brillar eternamente en un centelleo triunfal.








Textos extraídos de "El misterio de la cámara lúcida" de Serge Tisseron.





viernes, 21 de junio de 2013

"BrewBerrys"-2






EL CAJÓN deSASTRE








BrewBerrys
Rock'nd Roll
Zaragoza






Foto: enriqueponce.




























...así fue  el Concierto en "el Zorro"...



















































































































































































Fernando: Guitarra.












Diego:Voz.
Sergio: Batería.




Ángel: Bajo




Juan Luis: Piano.
Gonzalo: Guitarra.




Fotografías de enriqueponce.



www.juanluisgracia.bandcamp.com.