jueves, 18 de septiembre de 2014

" László Moholy-Nagy"






LOS CAZADORES deMENTES






László Moholy-Nagy
Hungría, 1895-1946




Fotografía bajada de la red.







     "El analfabeto del futuro no será quien no sea capaz de leer,
 sino quien no sepa fotografiar."






"Cuando fallan las palabras"









          El fotograma de Moholy-Nagy producido hacia 1925, una mano estriada por una red de líneas, superpone la inscripción luminosa propiamente fotográfica y la de líneas simbólicas pertenecientes a un sistema de signos totalmente distinto y presentado simultáneamente con el órgano que las produce, es decir, la mano del hombre. Relación triangular entre la mano y la cámara fotográfica por un lado, y la mano y la escritura por el otro: el artista fotógrafo en tanto que "escritor" y la cámara fotográfica en tanto que sustituto de la mano (instrumento, no de la visión instantánea sino de la escritura).





          Feud redactó en 1930 "El malestar de la cultura" donde leemos la descripción de los medios que la civilización utiliza para extender los poderes del cuerpo humano y proveerlo de prótesis, o de miembros artificiales:
          "Gracias a todos estos instrumentos, el hombre perfecciona sus órganos -motores o sensoriales- o bien ensancha considerablemente los límites de su poder... Con la cámara fotográfica se ha asegurado un instrumento que fija las apariencias fugitivas, el disco del gramófono le presta el mismo servicio con relación a las impresiones sonoras efímeras; y ambos aparatos, en el fondo, no son más que la materialización de la facultad que le ha sido dada de recordar, es decir, su memoria".
          Esta idea de la experiencia fugitiva para intentar retenerla, de registro del presente para su conservación en contra del paso del tiempo, la utiliza Freud para caracterizar a la fotografía. Sin embargo, incluso antes de su aparición, ya se tenía la costumbre de describir, por ejemplo, la escritura en esta función de consignar por escrito la palabra hablada para restituirla en un más allá espacial y temporal. La escritura era el instrumento de la memoria. Y, al igual que otros instrumentos, se realizaba a través de la mano: la palabra hablada era transferida desde un órgano, la boca, a otro órgano menos noble y menos fino.
          Con la aparición de las nuevas cámaras fotográficas más ligeras y que podían utilizarse sin trípode, así como con la emergencia de la "nueva visión", la cámara se convirtió en un instrumento más, accionado por la mano; un instrumento que extiende los poderes del cuerpo al igual que el lápiz, pues, empleando la terminología freudiana, funciona como una especie de miembro artificial. Una de las consecuencias de esta lógica asociativa, que relaciona la cámara con la mano, sitúa la imagen fotográfica en un tipo específico de cuadro somático.
          Hay una imagen, que se repite a menudo en la fotografía de los años 20 y 30, en la que el fotógrafo mira en picado su propio cuerpo. Que estas manos sean o no las del fotógrafo, no es lo que importa. Lo que cuenta es la simulación intensa a la que induce esta relación. El campo de la imagen se plantea como una extensión física de la fuente de visión, es decir, del propio punto de vista de la cámara. Son estas manos, vistas en picado, las que a la vez habitan el espacio corporal del fotógrafo y lo ensanchan y lo amplifican: concepción del cuadro de la fotografía como escena que espera ser llenada por la imagen de las manos y por su relación prensil con el mundo.




          La huella de una palma aplicada sobre la superficie es también uno de los ejemplos más antiguos de la entrada del cuerpo en el campo de la representación, esta tentativa primitiva para producir y dejar una marca -las huellas de palmas que encontramos en las cuevas paleolíticas, sobre las estelas primitivas y en los dibujos de los niños-. Es la imagen del campo corporal preparando su propia reliquia mediante el trazado del contorno de la mano en un movimiento de auto-representación repetible hasta el infinito.
          La palma de la mano como manifestación de la pulsión natural por fabricar y dejar huellas obsesionó a la fotografía y usurpó el campo de la imagen fotográfica, marcándola, al mismo tiempo, con la noción de permanencia de la huella escrita en oposición a lo efímero de la imagen puramente visual. Quizás las palabras fallen, pero, en cualquier caso, permanecen: la realidad es transformada en "imagen hablante"




          La relación entre mano y visión no es una relación de complementariedad sino de competencia en la que la visión sale perdiendo. El movimiento de la mano, el movimiento de la huella, el movimiento que registra está presentado y representado con toda una variedad de estrategias como algo que desplaza e invade la visión hasta ahuyentarla.
          Freud, al analizar el malestar en nuestra civilización, cada vez más tecnológica, señala: 
          "El hombre se ha convertido en una especie de <<dios proteico>>, dios sin duda admirable cuando se reviste con todos sus órganos auxiliares, pero éstos no han crecido con él y, a menudo, le crean bastantes problemas".

















LA C(r)ÓNICA LUZ


Fotografía: Olausen.

Rosalind Krauss
EEUU, 1941






Fotografías y cita de László Moholy-Nagy.
Título y texto, extraído de "Lo fotográfico", de Rosalind Krauss.








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