Espacio líquido
Vivir es una cuestión de azar, sobrevivir de suerte.
El espacio es un lugar ambiguo, líquido. Acotado por las palabras resulta sencillo; aquí, allá, cerca o lejos. Se circunscribe o acota con sencillez; mi casa, la carretera que me lleva a ella, la que me desvía, una recta, la curva, y lo que hay tras ella. También existen otros lugares que no vemos; una esquina, un rincón, el lugar de los sueños...
Las palabras a veces son lugares donde no nos encontramos dentro. Por ejemplo: el espacio. El espacio es un lugar inmenso, en él caben árboles, casas, átomos e inmensos agujeros negros. El espacio es un lugar con un infinito incierto; tras las nubes, tras las galaxias, tras el big-bang imaginado hay un sitio desconcierto.
Hay veces, habitualmente, que el espacio es un cuerpo; un refugio incierto. El propio, el despierto por el sexo, el que nos lleva de un lugar a otro... y sin embargo siempre permanece inquieto. Hay veces que despierto sin vigilia, voy de acá para allá, aunque por el camino pierdo el seso. Es como un voy y no vengo, como si entre un lugar y su consiguiente espacio no haya nada más que huecos. O mejor, como si tras los pasos el ayer fuera un hueco, locura, enajenación, o tal vez un agujero.
Y luego viene ese volver a la nada, tras un paso en vacío, el reencontrarse.
Y mientras la vida se desgasta. Con arrepentimiento luego.
Fotografías y textos de enriqueponce, 2000-1.
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