domingo, 20 de octubre de 2013

"Shadi Ghadirian"





BLOg DE NOTAS





Shadi Gadirian
Teherán, Irán. 1974





Fotografía bajada de la red.






  "La mezquita y el Corán pertenecen a las mujeres 
tanto como los los satélites que giran en el cielo."

















¿Qué hay detrás de un hiyab, ese velo que tiene el significado de una frontera?
Lo que es seguro es que no se pone un velo a <<nada>>.
Si no hay <<nada>>, no se necesita hiyab.
Normalmente, se oculta tras un velo lo que es poderoso y peligroso a la vez. Y, en nuestra civilización árabe, el hiyab más célebre es el que llevan algunos califas.
Hiyab al-Jalifa (el velo del califa) es una verdadera institución del Islam político, con su protocolo y su ritual.
El califa se pone el velo porque es una concentración peligrosa de poder, es decir, de poder de matar. ¿Es posible, pues, que lo femenino en el poder se ligue en nuestra memoria colectiva a la violencia y al asesinato?









El orden del <<Uno>> impone colocar bajo el velo lo femenino en el campo del poder, que coincide y se confunde con lo sagrado. La mujer será igual al hombre en todos los dominios del Islam: creyente y dotada de razón y de voluntad, pero invisible en el campo de lo político. En el palacio del califa tendrá su sitio, tras el velo, en el espacio haram -el espacio de lo prohibido-, que debe estar separado del de la violencia. La mujer no debe tener jamás acceso a lo que mata e introduce el desorden.










Las mujeres nunca se dejaron domesticar. Los hombres creían que podían acostumbrarse al encierro: ellas esperaban su hora, la de la diferencia en la dignidad, de la participación y del diálogo. Y la hora ha llegado.

Mientras tanto los imanes se enfadan, ellos que han recitado durante siglos y siglos que la ta'a, la obediencia, es un deber. Obedecer al marido es obedecer a Dios. La ta'a que figura en los códigos civiles actuales reproduce, en el harén, la ta'a ciega al califa. Los imanes se enfadan porque si la ta'a doméstica es puesta en tela de juicio por las débiles mujeres, ¿cómo esperar que los hombres agachen la cabeza ante el jefe? La modestia de la mujer árabe es la piedra angular de todo el sistema político.

De la violencia en las ciudades ancestrales, las mujeres fueron sus víctimas más pacíficas y los chivo expiatorios más silenciosos. Los califas jamás les tuvieron ningún respeto. En cuanto se anunciaba la crisis, ellas y el vino eran los condenados. Las mujeres y el vino fueron durante siglos la fuente de todos nuestros males.











En países como el mío, muchos médicos y brillantes profesores comenzaron sus días de pastores. Lo suelen recordar frecuentemente, con cierto orgullo, con el fin de comunicar a sus estudiantes esa capacidad de admiración que tienen todos los que, en el Tercer Mundo, tuvieron acceso a una educación inesperada. Menos armas y más saber, he ahí el planeta por el que me gustaría desplazarme, a cuya creación estaría orgullosa de participar; sé que millones quieren ese planeta.





www.shadighadirian.com







Fotografías de Shadi Ghadirian.
Cita y textos extraídos de "El miedo a la modernidad. Islam y democracia" de Fátima Mernissi.






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