lunes, 20 de junio de 2016

"Sobre Espacio Figurado" (y II)






desCONCIERTO EN Mi memoria





. Sobre Espacio Figurado (y II)





          Las dos únicas cosas que no caben en una fotografía son el tiempo y el espacio. Y si todos nosotros estamos fuera del tiempo y espacio que creeos que estamos ¿cómo entonces pretender aprehenderlo, cómo tratar de apropiarse de lo que únicamente son formas puras de la intuición sensible, de dos fuentes de conocimiento?.
          A pesar de lo inaudito de la empresa no cejamos en el intento, y observamos con desconcierto que la realidad se potencia cuando se hace concreta en la superficie plana de lo representado. En el tránsito que va desde el espacio vivencial tridimensional y de los cinco sentidos, a la apariencia inerte y desveladora, la forma se transmuta en pensamiento. Mientras que el hombre modifica las formas que lo circundad cuando se desplaza, la cámara en cambio cuando fija crea una nueva realidad, un lugar de ninguna parte, uno donde nunca pasa nada. El hacer una fotografía nos traslada de la ubicuidad del espacio a la eternización del tiempo.


          La rigidez de la fotografía es el potencial que la convierte en estática. Es ese lugar no determinado por la simbología y distinto de la designación, un ámbito de tránsito que altera las dimensiones. Tomar una fotografía es colocar las cosas en un espacio que distancia, aunque contradictoriamente el alejamiento resultante una más que cualquier acercamiento. Nacen como coto almacenado, atmósfera retenida o receptáculo de vida imprimida que aproxima al hombre a una visión peripatética de su entorno. La imagen fija aprehende todo lo que ve a su alrededor, y lo hace de la forma más metódica posible, por eso son lo que más nos puede aproximar a la realidad afectiva, y eso que siempre habrá un desfase entre la experiencia y lo que podamos retener.
     El tiempo presente nos obliga a atender en clave de conciencia a los impulsos cotidianos de este mundo cambiante. Pero para cuando se nos escapa, o simplemente cuando se vuelve inhóspito o incomprensible, recurrimos a la alegoría. Así con las fotografías construimos una tautología de un elemento espurio, o sea, repetimos un pensamiento pero de distinta manera. De este modo son una apariencia, una forma de representar las cosas, pero sólo muestran el aspecto exterior de ellas. Realmente con ninguna fotografía regresamos a la experiencia del acto, pues al mirarlas estamos desposeídos de nuestro juicio, alguien ya lo tuvo por nosotros. Ese alguien reflexionó, juzgó y tomó la decisión en nuestro favor hace ya algún tiempo, y únicamente nos permite la aquiescencia intelectual del pretérito eterno, representado y visionado éste en un inquieto e ingrávido presente. Desde el ahora sólo nos queda entonces el aceptar, a la para que se nos niega la acción, pues ya han sido tomadas las medidas y nosotros no estamos implicados en ellas. Sin apercibirnos, su perfecta formulación nos dispensa de recibir la imagen en toda su intensidad, pues su legibilidad acentúa nuestros sentidos y nos equivoca.


         Así la fotografía miente, con conciencia y con gran intensidad. Pero su falacia consiste en no dar cabida ala ficción de ser literal, realista, fiel y objetiva. Es la fotografía una recreación reinterpretada de la realidad. El ojo de la cámara es objetivo y clínico, mientras la visión humana en cambio es aprendida, educada y cultural. La naturaleza que habla a la cámara no es la misma que la que habla al ojo, es distinta, porque en lugar de un espacio  que construye el hombre con su inconsciencia, presenta otro involuntario pero marginal.
          Las fotografías documentan, constatan o desvelan, pero también construyen ilusiones, y seducen por ello. Así en vez de limitarse únicamente a registrar la realidad se han transformado en norma para la apariencia de las cosas que nos rodean. Ahora, cualquier cosa seleccionada por una fotografía se convierte en notable. Y eso que lo que hay dentro de ellas -eso que está constituido vagamente por objetos y personas- es sólo parecido. En ellas todo está flotando en la orilla de la percepción, la huella y la imagen, pero jamás aborda ninguna de las tres. De este modo acarician la superficie externa de las apariencias, únicamente rozan la leve piel de las formas, esa que en forma de luz exhalan los objetos para hacer cierta la posibilidad de ser percibidos. Además lo que nos muestra cada imagen siempre remite a una realidad no tan sólo exterior, sino también, y sobre todo, anterior. Una fotografía es una falsa presencia a la vez que signo de ausencia. Esta separación temporal hace de ella una representación retrasada, diferida, donde no es posible la simultaneidad entre el objeto y su imagen. Siempre hay un abismo entre el momento de contemplación y aquél de recogida de la instantánea, por eso la mirada del fotógrafo siempre cae inevitablemente en el pasado.


          Cada fotografía revela la dulce levedad con que todo se va de vuelta a lo oscuro. Contemplar imágenes es establecer una relación etérea con el original, pues mirar la copia es un peregrinaje en busca de las percepciones evadidas de aquel allí enfrentadas a la ansiedad amputada de un ahora aquí. Para las fotografías lo que pasó, pasó ya para siempre, igual que ese mundo que habita que en continuo trance de esfumarse una vez desvanecido no hay nada que lo haga volver. Por eso tomar una instantánea es participar de la mortalidad, vulnerabilidad y mutabilidad de lo representado. Así mientras en el tiempo se pierde el momento, en la fotografía en cambio se conserva aquella vez. Ellas son un punto en el tiempo, instantes, y la instantánea que pasa ya no vuelve más. Fotografiar da perennidad, pues capta el momento para retener la eternidad.
          En cambio el hombre vive en el tiempo, en el momento, en el presente continuo: en la sucesión de la inmortalidad del instante. Habita por definición en la forma más pura, intensa e inmediata del tiempo, en lo instantáneo. Tan sólo posee ese momento que sin embargo declina pretérito perpetuamente, por eso ha de acudir al porvenir en encuentro de otro momento. Pero el futuro no tiene realidad si no es como certeza del presente, y el pasado no posee legitimidad sino como recuerdo del presente. Pero todo tiempo es solamente la partición de un único tiempo. El pasado ya ha pasado, el futuro no es predecible, y únicamente tenemos este momento y ya ha pasado, ahora ocurre otro momento. Y aunque cada acontecimiento ocurre en un momento. tiempos distintos son sólo tajos de un mismo momento. El tiempo es un ahora, un presente sucesivo e indefinido; no es él lo que cambia, sino algo contenido en sí mismo.


          El tiempo no es más que una condición anímica de nuestra intuición, aunque únicamente posee validez objetiva en relación con los fenómenos físicos y exteriores. Es inherente al sujeto que lo adivina pues es la forma de resolución de toda experiencia individual. De esta forma se convierte en la representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones personales, pero no es algo que exista por sí mismo. No puede darse en nuestra experiencia ningún objeto que no esté sometido a la condición del tiempo, y eso que éste solamente posee realidad empírica, a la par que carece de certeza absoluta y trascendental.
          El tiempo no existe, no es nada. Pero nos obstinamos en seccionarlo, cercenarlo, tajarlo -en segundos, décimas o milésimas-, y estas particiones tampoco son nada. Y es que el tiempo no es, aunque para manifestarlo busquemos excusas. Por eso en fotografía se resuelve en incidencia de luz que se revela en tonos. La fotografía es la acción de la luz a través del tiempo, en forma de sombras, y sobre unas materiales determinados. Es el tiempo de un ahora momentáneo, la imagen umbrosa de lo empírico, la huella de lo eterno intangible. La fotografía es la constatación de que el tiempo es, aunque no existe.


          Por todo ello toda fotografía es figurativa y cada una de ellas es a la vez abstracción. Todas las fotografías son una abstracción, y eso que asemejan figuración. Parecen cercanas a la realidad porque la evocan, pero nada más lejos de sí que el ser copia de ella. Tan sólo alcanzan la condición de índice, reverberación de aquello. Son huellas de la luz de los objetos que se asoman por reflejo, sombras. Son una abstracción.


          Pero jamás una fotografía puede ser no figurativa, pues siempre son algo. Su imagen no es una creación la cual no de a entender, ha emanado de un origen que la supedita en su lectura. Su contemplación está inevitablemente ligada a la referencia de su génesis, siempre ocurre un retraimiento en pos de su desciframiento. En cambio los fotogramas, aun siendo la esencia más íntima de la fotografía, nunca son figuraciones, no asemejan lo que son, nunca se parecen al objeto del cual nacen. Únicamente son umbrías, trazos, dibujos de luz no significante, abstracciones del material fungible, manchas. No son más que máculas aparentes, tachas no figurativas y especulativas que no representan al mundo exterior, sino a sí mismas.
          Por contra las fotografías, siendo lo mismo que aquellos, están ancladas en la alusión de los objetos referidos, lo que las convierten en ilusas figuraciones. Pero tampoco alcanzan jamás el fin para el que nacen, pues nunca son el asunto en sí mismo ya que crean una propia dimensión de un espacio figurado, lo que las convierten en objetos incapaces de abocar en lo imposible. Por eso les está vetado irremediablemente representar aquello que son, y se les niega la capacidad de mostrar con estridencia lo que revelan con humildad: el tiempo y el espacio.





Fotografías y texto de enriqueponce.















 Fotografías y tarjeta de la exposición "Espacio Figurado"
presentada en el Centre Cultural Almussafes (Valencia),
entre los días 2 y 28 de Abril de 2001.






viernes, 10 de junio de 2016

"Sobre Espacio Figurado" (I)






desCONCIERTO EN Mi memoria





. Sobre  Espacio Figurado (I)





         Una imagen no vale mil palabras, es otra cosa. Es necesaria la palabra para analizar las imágenes, solamente argumentando se pueden entender éstas. El texto revela las cualidades intelectuales y emocionales que no se ven en las superficies. De este modo llega la conciencia por parte del autor del carácter objetual de la obra, y esto hace que concentre la mayor parte de su significación en ello.


          Dada la condición artificial de la representación, la obra deviene únicamente en ilusión de una presencia, a la par que en enigma de su huída. Esa misma falsa condición es la que genera un espacio ficticio de posesión. Un espacio que es el ámbito de todas las posibilidades, un lugar de creación y configuración, el umbral en el que surge algo nuevo. Debemos reconocerlo como el sitio de lo posible. Y aún así ninguna figura agota el espacio. Todas son provisionales formas de aquel infinito posible, estrategias de la revelación y la presencia, maneras de habitar.


          El espacio, lugar ilimitado, inagotable, está dominado por el silencio y el enigma. El vacío es el silencio absoluto, una mácula sobre él será el grito que le dará sentido a este silencio. Pero nadie sabe a ciencia cierta si es la forma la que ocupa el espacio o es éste el que deviene forma. De hecho de él pueden surgir infinidad de formas, y tras ellas duerme el infinito.
          Pero el espacio y el tiempo únicamente cuentan con existencia si están relacionados con los seres sensitivos. De hecho no son más que metáforas del conocimiento con las que interpretamos las cosas, pues la vida consiste solamente en lo que un hombre piensa todo el tiempo.


          El tiempo no es otra cosa que el derramarse lo eterno. Por eso tiempos diferentes son sólo partes de un mismo tiempo, todos vivimos el mismo momento a horas diferentes. Los otros tiempos que se fueron han dejado rastros en la memoria, y por lo tanto siguen existiendo aunque de manera indeleble. A veces esa huella queda únicamente como fotografía, que es también memoria. Es ella además una forma de representar el aspecto exterior de las cosas o personas, con verosimilitud y probabilidad. Es una cosa que parece pero que no es. Pero en el recorrido que va desde el referente a lo referido es donde se extravía, y es en ese espacio donde se hace cargo de la pesada tarea de la memoria.


          Así mismo la fotografía ha colonizado el espacio con una forma, el tiempo devenido forma. Su misión es enclaustrar al pretérito en un espacio vacío, uno anhelado en un tiempo presente inexistente. Ahora gracias a ella el espacio es tiempo, y este objeto nacido es un lugar donde todo sucede. Por eso las imágenes fotográficas son siempre un territorio figurativo. Cuando inadvertidamente construye cualquier otra cosa es tan sólo una ilusión que no evoca la representación paradigmática, pues invariablemente es particular lo que muestra. No existe pues ni cabe el abstracto en su campo, solamente tolera al pensamiento simulado.


          Aún así cuando elabora aquello que no tiene permitido no pretende entonces mostrar nada nuevo, sino ofrecer algo mucho más importante: la conciencia, la sabiduría. No busca en tal caso la semejanza, sino la racionalidad. La poética de la síntesis de lo complejo en su profunda simplificación ofrece la tensión entre la nada y la presencia de un mínimo trazo, o trozo, de materialidad. Es un medio sutil, pero potente, de afirmar la racionalidad de sus argumentos. Es otra manera de hablarle al intelecto, eludiendo toda contaminación sensualista, para ir más allá de la pura percepción de las formas.


          Liberada la obra fotográfica de toda función relacional, representativa o metafórica, ésta es pues autorreferencial. No apela ni evoca nada que no sea ella misma. Para ello ha de nacer sobre un vacío que trata a la par de ocupar, aunque su creación consista más en dar énfasis funcional al hueco que en llenarlo. Así surgen formas perceptibles de manera global e instantáneas, formas fetiches que se dirigen directamente a la mente del observador. Es entonces un proceso reduccionista que se relata sólo a sí mismo, que con tan sólo referencias sensibles, alusiones e ilusiones se transforma en una construcción carente de los elementos que la gente espera ver. Aunque la aparente falta de contenido empuja al espectador, a través del acto perceptivo y su experiencia, a la búsqueda y edificación de un sentido. De hecho la obra siempre se encuentra incompleta sin el público, depende de él, está a su espera para poder existir. En él siempre está la última palabra.




Fotografías y texto de enriqueponce.











Fotografías y díptico de la exposición "Espacio Figurado"
presentada en la Sala Cava del Centre Cívic Can Basté (Barcelona)
entre el 18 de Septiembre y el 21 de Octubre de 2000.








miércoles, 1 de junio de 2016

"ESPACIO FIGURADO"






desCONCIERTO EN Mi memoria






"ESPACIO FIGURADO"







ESPACIO

          La fotografía es básicamente una cuestión de espacio. Se apodera de un trozo de mundo para luego mostrarlo como ella lo ve. Un lugar de infinita extensión queda relegado en el cajón oscuro a un tajo de dos dimensiones. Es un acotamiento de los parajes seleccionados por el operario. Y así aparece otro espacio que convenimos como par de aquel que procede. Es ilusorio e irreal aunque consintamos la falacia maravillados.







HOMENAJE

          En Homenaje el plano propio y único que posee la fotografía se ve multiplicado por la superposición, creando otro modo de dimensión. No aquel originario de las imágenes, sino el suyo propio. Es por eso que el simple soporte fungible es el protagonista del nuevo lugar, uno que no alberga ninguna referencia a lo anterior, para así ser libre en su nuevo destino.


Características generales:
-13 piezas.
-Papel fotográfico RC sobre tablero de madera (diversas medidas), y sobre metacrilato 35x35x2 cms.







INTROSPECCIÓN

          Son las fotografías consentidas representaciones que dan a luz nuevos lugares de ilusión, pero no existen como verdaderos sitios de lo representado, pues no les es dado el contacto con la realidad. También Introspección es otro espacio ficticio, el acotado por el dibujo del hilo de hierro, el que impide la aproximación a las imágenes. El vacío creado por los alambres es un espacio a infringir, una nueva irrealidad que entorpece el contacto. Construyen una distancia que avasalla y veta la complicidad.


Características generales:
-10 piezas.
-Fotografía en papel fotográfico RC 7x7 cms. y metacrilato sobrepuesto 10x10 cms. sobre tablero de madera 2 cms. y sobre cubo de haya 15x15x9 cms. lacado en negro, e hilo de acero cromado de 100 cms.










INTERFERENCIAS

En Interferencias son las figuraciones las responsables de crear un mar de colinas sobre un lugar donde antes hubo otras cosas. Inicialmente fueron retratos y, a causa del proceso de representación, ahora son sombras reveladoras de lo referido. Pero finalmente abocan en la construcción de un nuevo y propio territorio figurado, independiente y no concordante con el original.


Características generales:
-10 piezas.
-Reproducción fotográfica en papel baritado plegado 18x24x5 cms. sobre madera de haya 30x20x2 cms. y cuatro puntas latonadas.






          Y todos son espacios, distintos. Ahora reales, aunque ficticios. Son lugares de la imaginación, claustros de la creación. Un sitio de aquí que no procede de allá.








TIEMPO

          La fotografía es también una cuestión de tiempo. Cada una de ellas capta un momento, pero a la par retiene la eternidad. Son un tajo de tiempo estático, inmóvil, perenne; aunque aquél sea inevitablemente un algo dinámico, fluido, imparable. Así el tiempo resulta lo caduco cuando cae en la eternidad de las imágenes fotográficas.








VENTANAS

          Fotografiar es eternizar con la luz del ahora, pero si miramos al cielo lo que vemos son infinitos luceros del pasado, unos que ya fueron. Así fotografiar las estrellas es fotografiar un tiempo anterior al nuestro presente y nuestra cámara oscura declina en la prosélita viajera máquina del tiempo. Pero no hay tiempo cierto, como tampoco es cierta la realidad. Además, entre lo real y su encarnación hay una distancia, la que recorre la ilusión. De este modo toda representación siempre será fantasía.


Características generales:
-17 piezas.
-Fotograma en papel fotográfico RC, virado al azul, y sobre tablero de madera y metacrilato no coincidente sobrepuesto, de diversas medidas.









LUNARIO

          El tiempo no existe, tan sólo se nos desvela en leves indicios. Pero porcionamos lo intangible en un fracasado intento de poseerlo. Así en fotografía se revela en tonos, mientras en el cielo se descubre en la alternancia noche-día, o el imperceptible pero cierto vagar de la luna. O en su insólito desaparecer, su transición de objeto reflecto a imperceptible umbría. En esas huellas de luz también mesuramos el tiempo.



Características generales:
-Tríptico.
-Fotograma sobre papel fotográfico RC con metacrilato sobrepuesto, de diversas medidas, y sobre aluminio 50x200 cms.








ANACRÓNICO

          El tiempo de la pintura es diferente al de la fotografía, es otro. El lienzo se impregna lentamente, en contraposición a la instantaneidad del negativo. Así la pose del modelo se estira en ese tiempo, mientras la tela se embebe de momentos. En cambio en el papel fotográfico tan sólo cabe el registro de uno de ellos. Es por eso que es tan falsa la pintura de un presente, como la fotografía de un pasado.


Características generales:
-26 piezas.
-Reproducción fotográfica sobre papel baritado 9x12 cms. aproximadamente, en molduras de época.






          La fotografía es un espacio ficticio de ilusión, se apodera de un trozo de mundo para dar una representación. Es un aparente que afortunadamente se ha inventado antes de que el mundo, a causa del tiempo, continúe transformándose para siempre.





Fotografías y texto de enriqueponce, 1999.



Portada del tríptico de la exposición colectiva UTOPÍAS
celebrada en el Canal de Isabel II (Madrid),
el 8, 9 y 10 de Abril de 1999,
donde se presentó "ESPACIO FIGURADO".