Rafael Navarro
Zaragoza, 1940
Fotografía bajada de la red. |
Apuntes del subsuelo
Quieran o no escucharme, me propongo contarles, señores, por qué ni siquiera pude cambiarme en insecto. Les diré con toda solemnidad que intenté muchas veces cambiarme en insecto. Pero ni aun en eso tuve suerte. Les juro señores, que tener una conciencia sobradamente sensible es una enfermedad. Para la vida humana común y corriente basta y sobra con una conciencia ordinaria, o sea, con la mitad o la cuarta parte de la porción que le ha tocado al hombre culto...
Señores, hablo en broma, por supuesto, y bien sé que lo hago mal, pero, con todo, no deben tomar a chirigota lo que digo. Puede que mis bromas vayan acompañadas de un rechinar de dientes. Señores, hay problemas que me traen de cabeza: hagan el favor de resolvérmelos. Por ejemplo, ustedes tratan de apartar al hombre de sus viejos hábitos y corregir su voluntad de acuerdo con las exigencias de la ciencia y el sentido común. ¿Pero cómo saben ustedes si el hombre no sólo puede, sino que debe, ser corregido así? ¿De dónde sacan que es de todo punto necesario corregir la voluntad humana? O, dicho de otro modo, ¿cómo saben que tal corrección redundará en beneficio de la humanidad? Y si vamos a decirlo todo, ¿por qué están plenamente convencidos de que no ir a contrapelo de sus intereses reales y normales, avalados por las conclusiones de la razón y la aritmética, es siempre ventajoso para el hombre, amén de ser también una ley para toda la humanidad?
Ustedes creen en el Palacio de Cristal, eternamente indestructible, esto es, en algo ante lo que no pueden sacar la lengua en gesto de burla o hacer un corte de mangas a hurtadillas. Ahora bien, quizá yo tenga miedo a ese edificio porque es de cristal y eternamente indestructible, y porque no es posible sacar la lengua ante él.
Pero óiganme: si en vez de palacio fuese un gallinero y empezase a llover, quizá podría meterme en él para no mojarme, pero nunca tomaría el gallinero por un palacio por el mero hecho de haberme protegido de la lluvia. Ustedes se ríen; más aún, dirán que en tal caso nada importa que sea gallinero o palacio. Sí, contesto yo, si el único fin de la vida fuera no mojarse.
www.rafaelnavarro.es
Fotografías de la serie "Dípticos" de Rafael Navarro.
Título y texto extraído de "Apuntes del subsuelo" de F.M. Dostoyevski.
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