jueves, 11 de julio de 2013

"Antonio Saura"





ARTEsana






Antonio Saura
Huesca, 1930-1988




Fotografía bajada de la red.















"Informal"






Se observa en los pintores informalistas una posición radicalmente distinta de toda la problemática planteada por la abstracción constructiva (Mondrian y Malevich serían quienes culminarían, con su canto del cisne, la progresiva solidificación de Cézanne y los cubistas, el fin de una era donde la razón era todopoderosa). La nueva postura no consistirá en una vuelta a la imagen (a pesar de la indiferencia a la ortodoxia abstracta de casi todos estos artistas), sino en una forma inédita de enfocar la realidad. 







El expresionismo clásico deforma bajo los imperativos de la pasión, pero no reconstruye el universo de acuerdo con una nueva necesidad espacial y estructural. Aquí, sí. La acción del pintor obedecerá a una necesidad totalizadora. El objeto -si es que existe- podrá servir de soporte estructural, pero será sobrepasado en el acto dramático de pintar, en su éxtasis, en aquellos instantes lúcidos donde la furia pasional puede verse compensada con el más activo control. En oposición al orden clásico de la abstracción constructiva, se intuye en las pinturas informalistas una realidad estructural que lleva consigo un verdadero replanteamiento del cuadro y que propone, a través de su consciente visión del caos, el reflejo de un ansia de realidad absoluta donde no quepa separación posible entre mundo interior y mundo exterior, materia y espíritu, espacio y gesto. Su ímpetu vital pretende dinamizar el vacío, construir el caos, espiritualizar la materia, sexualizar el universo... 










La pintura informal constituye en sus formas expresivas extremas una acción demoledora como justificación del ser, un testimonio vital del hecho de existir. El expresionismo abstracto lleva en su entraña la dosis más imponente de energía que el arte nos haya ofrecido hasta la fecha. Barroco tumulto en el que, sin embargo, existe una matemática interna, intuitiva, que hace que un gesto vaya justificado por el anterior, en fatal ligazón, creando una serie de reacciones en cadena que finalizan en un momento dado. Una ecuación biológica se ha creado y es imposible añadir o quitar un signo. Cada obra posee un camino determinado, construyéndose como un ser vivo e inalterable, obedeciendo a unas leyes de estructuración por conjuntos de resultados sorprendentes al comparárseles con los que ofrece el universo en sus más recónditas exploraciones.

















Obra y texto, extraído de "Fijeza", ambos de Antonio Saura.


Fotografía de A. Saura en 1960 por Juan Dolcet.





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