martes, 25 de febrero de 2025

"El arte de la anchoa"

OPINION.es






“El arte de la anchoa” 





Imagen bajada de la red.





          Sí, arte que no Arte, porque cuando el arte trata sobre la anchoa no merece más que el paladeo de la degustación indigesta de lo efímero. “Bum dale, dale Bum dale, dale Bum dale, dale Bum bum, dale dale  Soy Reykon, el líder, hey, hey Que no se te olvide Con Maite Perroni Bum dale, dale Bum dale, dale Bum dale, dale Bum bum, dale dale  Bum dale, dale Bum dale, dale Bum dale, dale Bum bum, dale dale”, letra del perreo compuesta por: Sergio Santos, Ruan Guimaraes, Pablo Bispo, Chez Tom, Maite Perroni, Andrés Restrepo y Andrés Felipe Robledo Londoño, ah… y copyright perteneciente a Sony/ATV Music Publishing LLc. Lo extraño es que no sea número uno de cualquier lista, o que una universidad del medio oeste, centro o norte norteamericana no haya publicado difundido contagiado ningún artículo, tesis o manifiesto sobre las excelsa cualidades, sapiencia o erudición de la virtud de revestirse del mantra supuesto del reguetón. Cierto sí sin embargo que la Universidad de Copenhague nos advierte que las corriente oceánicas del Atlántico podrían colapsar a mediados de siglo catastróficamente por el cambio climático… tal vez la moda del cambio climático esté llegando al paroxismo, o tal vez la teología de la ciencia nos esté llevando a la falsa creencia de la eternidad. Así el libro gordo Wikipedia te enseña, el libro gordo Wikipedia informa y Wikipedia nos entretiene sobre que José Carlos Mariátegui La Chira fue un escritor prolífico, periodista, político y filósofo marxista peruano del antiguo siglo XX, que entre otras barbaridades propuso, expresó, dedujo: "El artista contemporáneo se queja, frecuentemente, de que esta sociedad o esta civilización, no le hace justicia. Su queja no es arbitraria. La conquista del bienestar y de la fama resulta en verdad muy dura en estos tiempos. La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores. La obra de arte no tiene, en el mercado burgués, un valor intrínseco sino un valor fiduciario. Los artistas más puros no son casi nunca los mejor cotizados. El éxito de un pintor depende, más o menos, de las mismas condiciones que el éxito de un negocio. Su pintura necesita uno o varios empresarios que la administren diestra y sagazmente. El renombre se fabrica a base de publicidad. Tiene un precio inasequible para el peculio del artista pobre. A veces el artista no demanda siquiera que se le permita hacer fortuna. Modestamente se contenta de que se le permita hacer su obra. No ambiciona sino realizar su personalidad. Pero también esta lícita ambición se siente contrariada. El artista debe sacrificar su personalidad, su temperamento, su estilo, si no quiere, heroicamente, morirse de hambre. De este trato injusto se venga el artista detractando genéricamente a la burguesía. En oposición a su escualidez, o por una limitación de su fantasía, el artista se representa al burgués invariablemente gordo, sensual, porcino. En la grasa real o imaginaria de este ser, el artista busca los rabiosos aguijones de sus sátiras y sus ironías. Entre los descontentos del orden capitalista, el pintor, el escultor, el literato, no son los más activos y ostensibles: pero sí, íntimamente, los más acérrimos y enconados. El obrero siente explotado su trabajo. El artista siente oprimido su genio, coactada su creación". Pero como era comunista gordo marrano o maricón mejor obviar-lo. Seguidista de la línea acomodaticia Miriam Lenk “utiliza su arte para promover la aceptación y la positividad corporal, deja huella significativa en la comunidad artística a través de su enfoque audaz y controvertido”, y así obtiene el beneplácito y expone aquí, allá y acullá su Fat Lay -grotesca mórbida anchoa- y se la concede la oportuna subvención de las autoridades políticas, culturales y morales de esta burguesía ignorante, hipócrita, y soez.





“Fat Lady”

Miriam Lenk





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           Según informa Televisión Ecuador -textual-: “Un pastor cristiano se está haciendo viral por vender parcelas en el cielo por USD 100 por metro cuadrado. Afirma que en 2017 Dios lo autorizó a vender estas parcelas, garantizando  a los compradores un lugar cercano del palacio de Dios, sin importar el tamaño del lote. Un folleto que circula detalla el proceso de compra, mostrando una casa clase media en el cielo y una familia de cuatro ascendiendo por escalones dorados hacia ella. Las opciones de pago incluyen Visa, Mastercard, American Express y Appel Pay, con cómodos plazos para pagar. Debido a ‘mucha demanda’, el precio se incremento a USD 250”. El post perdido-hallado en la inmensa tela de la red pespunta además una breve nostalgia “por aquellos tiempos papales del Renacimiento donde se practicaba el crowfunding masivo: dinero a cambio de suavizar las penas o pecados o incluso prometer el cielo a las almas vivientes”. La impostura del Arte exige de una fe suprema, igual a la teológica de cualquier religión, e igualmente exige de la esclavitud de una distopía colectiva que transforme esa verborrea promiscua y lasciva en una iluminación prometeica que justifique la real ausencia de todo, la omnisciencia suprema de la nada. Ello es lo que permite que el artista italiano Salvatore Garau haya destacado en este bizarro inframundo del arte por el arte por vender una escultura que ni siquiera se puede ver. “Io Sono” es una escultura inmaterial celebrativa del poder de lo no visto, de lo invisible, basada en el “principio de incertidumbre” del filósofo W. Heisenberg que dota de energía incluso a los espacios vacíos, el autor sugiere que incluso una nada tiene un peso real o especifico, y así logra llenarlo con la cuántica materia crematística de 18.000 dólares -sugiere que debe colocarse en una casa particular dentro de un espacio libre de obstáculos, de unos 150x150 cms y con una iluminación especial, aunque el control del clima queda a expensas del criterio opcional del propietario-. Y así logró vender una nada -o como él dice, un vacío-. O como anticipó F. Kafka, “Cuando creemos en algo que todavía no existe, lo creamos”. Y por si el colmo de lo grotesco aún no rebosa de su fosa resulta que la “primera escultura invisible” se debe nominalmente a unotro artista, español, Boyer Tresaco -servida la polémica-, quien desde hace más de veinte años se dedica a la labor, desde su fundación, avalado por la galería Theredoom de Madrid -reconocida como una de las mejores exposiciones por el portal Huffington Post-, los periódicos La vanguardia o/y El País y otras publicaciones como un libro titulado “Pellejos y Huesos” -!!! (el asombro es de quien suscribe)-. 

           Relata Oscar Wilde: “Viajeros de Sudamérica cuentan que existe allí un pájaro que vuela y se esconde temeroso, si le pillan desprevenido. Pero si él es el primero en verte, cree, sin quitarte ojo, que es invisible, y ya nada es capaz de asustarlo. Los cazadores lo atrapan sin trabajo, del modo más sencillo: avanzando hacia él de espaldas. Esto si que es una verdadera filosofía. Una vez que el pájaro te ha hecho objeto de su percepción, considera muy sensatamente (…) que no tienes existencia alguna independiente. Eres lo que eres (…) , en cuanto constituyes el objeto de su representación simplemente. No bien el pájaro deja de pensar en ti, ya no existes. ¿Quién sabe? ¡Quizá tengan razón! Por mucho que nos esforcemos, nunca llegaremos a alcanzar, tras la apariencia de las cosas, su realidad. Y la razón terrible de todo esto quizá sea la siguiente: que no existe realidad alguna en las cosas si se las separa de su apariencia”. Llámeseme loco, pero frente a la galería de anchoas, la obesidad estructural cultural, la parcela del cielo o el vacío de ideas déjenme que prefiera la hoguera, a Oscar Wilde o a Frank Kafka y a José Carlos Mariátegui.






Boyer Tresaco

“2.200 decímetros cúbicos de Nada”

Dimensiones: 100 x 100 x 220 cm

Técnica: Ninguna



          Bien que nos podríamos preguntar cada día al abrir los ojos y el noticiero de turno en manos de quién estamos -crisis, violencias, guerras y más guerras…- pero sin ir más lejos quedémonos en la galería de la anchoa. Según la también excelsa Wikipedia -entre otros comunicantes- Laurent Schwartz es un “artista infantil” quien “ganó atención internacional por sus pinturas abstractas, que se han vendido por miles de euros. Comenzó a pintar en otoño de 2023, aproximadamente a la edad de 1 1/2 años, y produce una pintura por semana. Sus temas favoritos son los animales, como los caballos y los elefantes, y prefiere trabajar con colores brillantes. El periódico The Times lo ha llamado <<Picasso en tamaño pinta>>. Según el mismo periódico, los padres del artista han recibido una oferta de 270.000 euros por su primer cuadro, titulado ‘Los dedos’, pero se han negado a venderlo por razones sentimentales”. Un ejemplo de resiliencia, término burgués apropiado para definir el éxito frente a la adversidad gracias a la reinvención, vamos… lo que los pobres llevan toda la vida obligados a ejercer. Claro que en este caso no es indicado para el susodicho infante sino para sus padres, quienes investidos de la apropiada sensibilidad se guardan para una futura mayor cotización el original incunable de su primera creación. Según el portal DW Español “…goza de plena libertad por parte de sus padres”, claro que “sus obras se cotizan en hasta 290.000 euros” -de ser Laurent mi vástago, por eso precios, tengo claro que sería él quien dirigiría mi libertad-. Pero no olvidemos además la loa merecida al crítico de la prestigiosa institución de la gran Albión cuando en un exhaustivo filosófico erudito y pormenorizado revelador análisis nos compara al presente con aquel unotro vanguardista malagueño en su excelso productivo semanal y en su profusa temática animalista. Ademas, resultaría imperdonable no mencionar que la benevolencia gratitud previsión y desinterés personal han precavido a tan menesterosos progenitores para que “el dinero recaudado con el trabajo Schwartz se guardará en una cuenta separada hasta que cumpla 18 años -según Wikipedia, otra vez-. Aquí no cabe otra cosa que una pléyade de sordos vacíos y sin aires sarta de aplausos.




Laurent Schwartz.

El niño artista.



          Claro, luego estos infantes crecen entre tanto plumón de cultura excelsa y mediática y no hay quien razone con ellos. Sarah Cascone tiene un nombre público, un lugar donde escribir y es “Escritor senior” especializada del portal news.artenet.com, y el 2 de octubre de 2024 publica la susodicha siempredicha o periódica noticia de aquellos ignorantes laborantes que en un celo inconsciente atentan contra un aristocrático intelecto. “A veces, ni siquiera los trabajadores de los museos están seguros donde termina el arte y dónde empieza el mundo real. ¿Un buen ejemplo? El museo LAM de Lisse, Países Bajos, que recientemente encontró una de sus obras de arte en la basura, tirada accidentalmente por un técnico de ascensores que la confundió con basura.” Y aclara y subraya empática: “El malentendido es en cierta medida comprensible (Ya ha ocurrido antes)”. Sarah es una buena narradora así que dejo que ella misma prosiga la crónica: “A primera vista,  ‘All the good times we passed together’ (‘Todos los buenos momentos que pasamos juntos’ ) de Alexandre Lavet (2016) parecen un par de latas de cerveza vacías, borrachas y desechadas, una de ellas ligeramente aplastada. Pero una inspección más detallada revela que no eran latas de cerveza normales y Lavet no es un artista del ready-made. En lugar de eso, pintó meticulosamente a mano las latas, creando dos réplicas perfectas de latas de cerveza Jupiler. Lavet concibió la pieza como un homenaje a los recuerdos de los buenos momentos pasados con amigos. El trabajador encargado de desechar las obras de arte sustituía al técnico habitual del museo, por lo que no estaba familiarizado con las obras de la colección del museo, que se promociona como la colección de arte culinario más grande del mundo. Probablemente tampoco se dio cuenta de que al museo LAM le encanta esconder obras de arte en lugares inesperados y poco convencionales. ‘Todos los buenos momentos’ estaban detrás de un cristal, pero no en una vitrina tradicional. En cambio, se podían ver dentro del hueco del ascensor, como si los trabajadores de la construcción los hubieran dejado allí al terminar sus turnos. “Nuestro arte anima a los visitantes a ver los objetos cotidianos bajo una nueva luz. Al exponer las obras de arte en lugares inesperados, amplificamos esta experiencia y mantenemos a los visitantes alerta”, afirmó la directora del LAM, Sietske van Zanten, en un comunicado. Por supuesto, si la obra de arte hubiera sido basura, el técnico habría hecho un favor a todos al tirarla a la basura. Lamentablemente, en lugar de eso, estaba tirando la obra del artista francés. Afortunadamente, el museo logró encontrar la obra de arte en el contenedor de basura antes de que alguien sacara la basura y el error se solucionó rápidamente. Afortunadamente, la pieza no sufrió daños. La curadora Elisah van den Bergh sacó la escultura de la basura, la limpió y volvió a colocar las latas en exhibición, esta vez sobre un pedestal más formal a la entrada de las galerías. Queríamos darles su momento de protagonismo”, dijo Van den Bergh. El museo se mostró sorprendentemente comprensivo con el incidente. “Simplemente estaba haciendo su trabajo de buena fe”, dijo Van Zanten sobre el error del técnico. “En cierto modo, es un testimonio de la eficacia del arte de Alexandre Lavet”. Si hubiese más fiel retrato que el fotográfico éste sería uno de ellos: Alexander imberbe se va de juerga, bebe, fuma y se propasa, idea un action-paintig sobre las latas de cervezas que compró en el Dia de turno y que no recicló inmisericorde y que tras las vendió como un acto supremo artístico a una institución cultural benéfica -o no- que se dedica en sus desafueros a promocionar de “arte culinario” entre la inculta clase mediocre pseudo-burguesa la absurda ideología del excelso simplista y-insustancial del desArtre. Resulta que el museo de la anchoa no peca ni de original, El LAM ya ejerce pule y da esplendor al bien inmaterial del arte gastronómico en pos de una cultura digerible.





Alexandre Lavet

“All the good times we passed together”, 2016.




          La carrera por el mayor desafuero no ceja. Vender parcelas en el cielo, comprar vacíos especiales-espaciales, o visitar museos infantilizados por la obesidad mórbida intelectual es el pannuestrodecadadía. Cuando crees encontrar acomodo entre la lógica de lo ilógico, acude la realidad y supera la ficción. Y así bien lo debió reconocer por aquel entonces de 1964 el periodista sueco Ale “Dake” Axelsson, quien recurrió a la mordacidad de la burla inmisericorde cuando incitó a un chimpancé de cuatro años -en complicidad con su cuidador- a plasmar en lienzos su instinto para luego exhibirlos como producto de un supuesto desconocido vanguardista artista francés, “Pierre Brassau”. La muestra de la Galeria Christinae en Gotemburgo produjo crónicas proféticas como que “sólo un simio podría haber hecho esto”, pero además también llamó la atención de la pseudo-élite-intelectual como el crítico Rolf Anderberg que exordió el trabajo: “Brassau pinta con trazos poderosos, pero también con clara determinación. Sus pinceladas se retuercen con furiosa meticulosidad. Pierre es un artista que actúa con la delicadeza de un bailarín de ballet”. Y sin embargo no compartamos el gusto y apreciación de tal crítico sí sin embargo debemos alabar su tenacidad cuando una vez descubierto el pastel no ceje en su apreciación y revele que la obra de Peter era “todavía la mejor pintura de la exposición”. ¡Chapó!. ¡A ver quién entre tanta cerveza rememorativa, trazo naif picassiano o vacío instinto-material le quita la razón!.

           Uno no se levanta de la noche a la mañana siendo artista, o intelectual, o listo o tonto -aunque tonto no hace, se nace-, sin embargo hoy día con el logro neo-teo-liberal de la fusión de las clases sociales el trabajador acude al crediticio bancario y se eleva en su estatus social-deudor y la imagen proyectada poseerá el grado de los logros aúricos de los deseos de hada madrina de aquellos cuentos de antaño hoy no normativos. Así igual que acuden a la llamada ociosa de los Disney-parks lo hace igualmente al reclamo de los centros museísticos reconvertidos, la Tate, los diversos Guggegheims, el mediático Thyssen, con el mismo impudor avidez y grosería que a cualquier cualquier pueblo periférico catalogado bonito. Y así, gracias a la varita mágica del ocio, vuelve convertido en un intelectual. Aquel recorrido marcado por el estudio, el conocimiento, el reconocimiento, la investigación, los descubrimientos, la reflexión, las pacientes discrepancia, extrañeza, continuo esfuerzo, búsquedas y sacrificio, está obsoleto, caduco, es resulta y resultó innecesario. Que Platón Aristóteles Heródoto hayan surcado la historia o/y los tiempos, que Miguel Ángel Rodín o Chillida hayan domado la materia o/y las formas, que la letra se haya sojuzgado a la absurda forma material de un libro, que Velazquez Goya Pollock Rothko sean sinónimos de la posibilidad inmaterial de la materia pictórica, es mero anecdotario turístico. Tales simios asidos a una herramienta, no más.




Peter Brassau

El chimpancé artista, 1964.



          Lo que sí resulta innegable en esta galería de la anchoa -es más, es hasta digno de elogio- es su capacidad de inventiva, su resiliencia perenne, su camaleónico transumancia o/y travestismo indiscriminado. El debate presente ya no se mueve en el ámbito infantil o simiesco, ni entre los parcos vacíos ni los objetos sin aura, desde la irrupción de la IA la robótica ha dado el salto cualitativo al proscenio de una escena autárquica, y ya no tan sólo se adentra y apropia del proceso industrial donde amenaza al siempre pagador obrero no cualificado sino que nomina a los algoritmos al credencial de artistas de vanguardia. Y la intersección entre arte y tecnología se llama Ai-Da -referencia acrónima a Ada Lovelace, precursora de la programación informatica-, creada en 2029 por un equipo dirigido por Aidan Maller, galerista y fundador de Ai-Da Robot Studio, ademas de especializado en IA por las universidades de Oxford y Birmingham. Desde su página-portal se nos informa que: “Ai-Da es el primer robot artista ultrarrealista del mundo. Es capaz de dibujar y pintar utilizando cámaras en sus ojos, algoritmos de inteligencia artificial y su brazo robótico. Es artista de performance, diseñadora y poeta. (…) La influencia de Ai-Da se extiende a los principales museos: realizó su primera gran exposición en un museo (sic) en el Museo del Diseño y realizó una exposición individual en los Giardini (pabellón central, entiendo) durante la Bienal de Venecia. Influenciada por el dadaísmo y continuamente desafiando los límites de la creatividad, Ai-Da desafía las nociones tradicionales de arte y artistas”. Con tan parca declaración de intenciones se derriban todos los muros de Jericó en un santiamén. Los gerifaltes mistagogos de los museos y las venecias deben estar satisfechos por el acatamiento a sus divinas voluntades, además debemos agradecer a la simplificación para que el acceso al Olimpo mágico del creacionismo sea el desafío a esto o a lo otro y no la obra en sí, y que sea poeta me sublima aunque el dadaísmo no sea mi fuerte, aunque me cabe el insignificante prurito de conocer el motivo por el cual es necesario proporcionarle cámaras en sus ojos y aspecto ultrarrealista. Para la también especialista en IA la profesora Margaret Boden “Ai-Da es creativa” puesto que sus criterios “exigen que las obras sean nuevas, sorprendentes y de valor cultural”, y así dar solidez y argumento a la prestigiosa casa de subasta Sotheby’s quien puede especular-subastar las obras de esta humanoide con sumas que oscilen entre los 130.000 y 200.000 dólares, lo que demuestra y confirma una vez más qué es el arte presente. Así que acatemos, callemos y demos voz -una vez más- a quien tan grato estado supone para nuestro espíritu: “Hoy en día, la opinión dominante es que el arte es creado por los humanos, para otros humanos. Esto no siempre ha sido así. Los antiguos griegos creían que el arte y la creatividad provenían de los dioses. La inspiración era  inspiración divina. Hoy en día, una mentalidad dominante es la del humanismo, según la cual el arte es un asunto enteramente humano, que surge de la acción humana. Sin embargo, el pensamiento actual sugiere que nos estamos alejando del humanismo, hacia una época en la que las máquinas y los algoritmos influyen en nuestro comportamiento hasta un punto en el que nuestra "acción" no es solo nuestra. Está empezando a externalizarse a las decisiones y sugerencias de los algoritmos, y la autonomía humana completa comienza a parecer menos sólida. Ai-Da es una máquina que fusiona elementos electrónicos, de inteligencia artificial y humanos, y su obra de arte es una colaboración entre máquina y humano que nos ayuda a reflexionar sobre nuestros propios mundos, cada vez más enredados con la tecnología. Ai-Da crea arte porque el arte ya no tiene por qué verse limitado por la necesidad de la intervención humana únicamente”. Muerto el rey, viva el rey.





Ai-Da Robot junto a su obra “Billie Eilish”.



          Repito -por enésima vez en éstos mis escritos-, ignoro en el fondo que cosa es el Arte, a pesar de mi interés, de mis lecturas, de mis observaciones reflexiones de mis expectaciones, del tiempo que he dedicado dedico dedicaré, a pesar de haber tropezado con mil definiciones con miles de conclusiones, a pesar de haber rozado en infinidad obras supremas obras sublimes obras eternas, de haber viajado junto a nombres ilustres frases sentencias libros objetos cuadros esculturas imágenes o ideas cuasi-divinas -como ésta reciente de Yukio Mishima: “del matrimonio entre la belleza que de nada sirve para consolarse y el conocimiento nace algo. Sí, nace algo, aunque sea fugaz como una burbuja de jabón y absolutamente inservible. Ese algo es lo que la gente llama ‘arte’ “-, una entre mil y aún así nunca hallé la suprema sentencia que cierre el erudito debate. Y sin embargo la profusión de clérigos orantes profetas de arte en la red vierte en continuo una gratuita demagogia que enerva al más estoicos de los orantes -cada cual bajo el respaldo oficial de prestigio o hedonista que mejor le arrope-. Hoymismo: en la página de “Hoy por Hoy” de la cadena SER en Facebook, bajo el auspicio del prestigio de la periodista Ángeles Barceló, he podido escuchar-conocer a Pablo Ortíz de Zárate -le busco en la red y dice de sí mismo: Soy periodista especializado en arte, una mezcla poco habitual elaborada a base de estudiar Periodismo en la Universidad Pontificia de Salamanca e Historia del Arte en la University College London. Me dedico a hablar y escribir sobre arte: lo que hay que mirar, cómo escuchar lo que te dice y, sobre todo, aprender a sentirlo. Porque el arte, ante todo, se siente. Es una terapia, el antidepresivo más potente que existe. Trabajo en La Sexta Noticias y como colaborador en los programas Más Vale Tarde y La Sexta Noche. También pasé por la Cadena SER y he escrito en El Confidencial, El Correo (Vocento), Historia y Vida, El Mundo… He sido corresponsal de subastas en Ars Magazine y autor de guías didácticas para el Museo Thyssen, la Fundación Mapfre y CaixaForum”, - ¡menú-do curriculum!, digo yo de él -. Pues según tal erudito académico ilustre energúmeno un análisis pormenorizado sobre la pintura de Gustav Klimt la revierte en normativamente dramática, tras su archifamosísimo cuadro romántico, decorador de salones, habitaciones, neveras y fondos de pantalla “El Beso” se esconde un abuso de género. Según la exhaustiva descripción-reescritura del susodicho pabloortízde el abrazo, los gestos, las caricias revierten en una opresiva y exhortiva dominación machista que oprime arrodilla y somete a la figura femenina en una sumisión histórica… Para su re-interpretación se basa en que ella “¿Cierra los ojos porque se entrega a ese amor, o porque realmente está rechazándolo completamente. Y se arrodilla porque está derritiéndose de pasión, o porque está totalmente sometida?” , a lo que Ángels sagaz cuestiona: “¿Por qué iba a pintar Klimt a un hombre abusando de una mujer?” y concluye el orate “Klimt no era precisamente una persona muy amable con las mujeres”. Frente al aluvión de insensateces que se vierten todos los días en la red y deslavazadamente descuidadamente presto atención me declaro simio o anchoa, infante y humanoide, e incompetente para dilucidad si pabloortizde sabe menos de arte que de amor o vicioversa. Así que inmisericorde frente a los museo ignaros, la vacua morbidez celestial, el infantilismo crematístico de la neo-intelligentsia, especialista en IA o las monerías mediáticas de los apellidos compuestos me tendré que acoger a la sutil razón de Ernesto Sábato: “De modo que no eran las ideas las que salvan al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio”. 

         




de enriqueponce.

a tantos de tanto de no sé cuanto.






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