domingo, 15 de diciembre de 2024

"Sin pie de foto"

OPINION.es






Sin pie de foto”







          Observa bien este rostro. Lo más destacado de él, de ella, es que no resalta nada, quiero decir, nada en él, ella, la diferencia sustancialmente de cualquier otro-a. Puntualizo, es alguien anónima, su mera faz sin referencias, objetuales, documentales, o por empatía relacional nos proporciona una mera fotografía de alguien sin contexto. Podemos elucubrar con simpleza: joven, mujer, apenas chiquilla inocente, aunque arriesgando pareciera tenaz, segura, su supuesto gesto directo nos lo quiere certificar. Pero no son más que presentimientos, una voz que procede más de este lado de la pantalla-imagen-fotografía que de aquel otro índice, huella o reflejo que procede. Al fin es un simple retrato decimonónico, uno de aquellos a los que estábamos acostumbrados antes de la era de la vanidosa red, blanco y negro, sin pose aduladora de la figura, sin paisajismo vacacional, en suma sin maquillaje hedonístico, natural. Tampoco pareciera una imagen destinada a cualquiera de los medios de propagación, difusión y des-información que pululan en pos de espurios intereses en todo el orbe, ni siquiera extremando las impertinencias no resulta plausible que sea un archivo judicial o forense, a lo Francis Galton o Arthur Batut, o una IA que nos retrotraiga a un pasado renovado o un futuro distópico, no, simplemente parece una instantánea casual o documental más de la miles de millones intrascendentes. Por ello lo más que cabe decir de él, de ella, es que como toda fotografía no sabe decir lo que muestra.

          Nuestro encuentro fue casual, el azar hizo que los logaritmos lo incluyeran entre los comunicados de una de las plataformas que nos atrapa en la red y entre los momentos de ocio y pérdida de tiempo nos conforma nuestro este sinvivir del presente milenio. En un principio pasó fugazmente sobre la pantalla, aunque tras algunos segundos el prurito de las neuronas guardianas de nuestro acomodo se activó y me alertó que algo no encajaba y retrocedí en pos del post. Comprobé que quien suscribía tal comunicado era una comunidad que llevaba el nombre de “Historia de la Clase Trabajadora”, lo que provocó que mi interés creciera frente a la incongruente proposición de aquel rostro imberbe e inocente en el lugar de acogida al anecdotario de las luchas de la clase obrera frente al represor estatus político-económico-ideológico. Y leí:

          …leí que tal día como aquel presente -18 de septiembre-, en un ya olvidado 1974 había fallecido a los 63 años Flora Sanhueza Rebolledo a causa de las torturas recibidas a manos de los cómplices del régimen de Augusto Pinochet… Y lo que pretendió ser resolución acabóse en confusión. Observa bien este rostro y dime si es el de una delincuente.

          La depravación de cualquier dictadura es de casi todos reconocida, pero el cortocircuito entre ello y el rostro presente en el comunicado me confundió aún más. Era como si observara la cara de esta chiquilla en un cartel del antiguo far west sobre un SE BUSCA incongruente y sobre la oferta de una sustanciosa recompensa, era como si observara con los mismos ojos que aquellos acólitos del terror chileno “el rostro de una delincuente”. Aunque ya tenemos un nombre, la misma cara disponía distinta lectura. Pero todo sería aún más complejo, más estimulante, y más real.

          Vivimos una época de excesos, entre ellos se encuentra la tiranía del movimiento excelso, el turismo de bajo estofa, el ignorante instagramer, quien a todo acude a todo arrasa a todo fotografía, y por aquel entonces un compañero de trabajo admiraba el veraneo de unotro que recién volvió del periplo yanqui, paquete completo: Los Ángeles, helicóptero sobre el Gran Cañón, Yellowstone, alquiler de Camaro de alto consumo y revista a la teología del guns & burguer en una semana. Frente a su insistencia al elogio superlativo que merecía tal experiencia mi paciencia tuvo el corto límite que corresponde a las canas que con tanto esfuerzo creo merecer y espeté que no hay mejor viaje que el que te pueda ofrecer un libro, que todos mis esfuerzos van en pos de ellos, que poseo unos mil y cientos, que graciasadios algunos me hacen pensar y otros no lo que a ambos agradezco, y que viajar viajo todos los días. Y aquí, entre nos, que yo prefiero antes que el espacio el viaje de tiempo. Como este:

          Flora Sanhueza nace en España en 1911, aunque con apenas siete años marcha junto a sus padres exilados a Chile, donde se instalan en Iquique. Como profesora e inquieta por el entrono en que se educa, paupérrimo, represor e idealista, decide volver a la España republicana de 1935 donde se encuentra en plena ebullición social que abocaría en la incruenta Guerra inCivil, en la que se implica hasta el final de la misma viéndose abocada al exilio francés y su correlativo encarcelamiento político hasta 1942. Cinco años después vuelve a Chile a pesar del régimen dictatorial de Gabriel González Videla y en la clandestinidad funda el “Ateneo Luisa Michel” -en homenaje a la activista francesa de la Comuna- orientado a la formación y apoyo a trabajadoras tejedoras de red, y posteriormente como “Escuela Libertaria” también a sus hijos, llegando a contar con hasta 70 alumnos, manteniendo su actividad encubierta durante unos diez años. Posteriormente, tras el golpe de estado del general Augusto José Ramón Pinochet Ugarte en 1973, fue detenida y torturada -mientras su sobrino Williams Miller Sanhueza desparecía a manos del cuerpo represor del mismo régimen- para posteriormente ser puesta en arresto domiciliario y fallecer como consecuencia de las heridas infringidas durante el encierro. Era 1974.

          Nada de esto se puede leer-ver en la foto que encabeza este exordio, en ninguna, en ningún rostro, en ninguno. Y sin embargo entre aquella y la que apostrofa este mismo, y por encima del gesto contenido de la boca y sobre los cincuentaytantos años acontecidos, la mirada que muestran ambas imágenes no es la misma, la primera ingenua, la otra cansada, o ello me parece. Tal vez sea causa de mi imaginación, de mi anhelo, tal vez circunstancial, del momento frágil de cada toma, tal vez de que el lector las vea sabiendo, a posteriori, cuando ya las palabras inundaron a los retratos, o cuando el paso del  tiempo hizo mella en el ser humano a través de los acontecimientos, del existir, del serse.

          Ahora que somos una generación inculcada en el amor a nosotros mismos, en la extimidad de vanidad hastiada de nuestro propio cuerpo, mostrada públicamente en fotos perfectas en foros perfectos, ahora que vivimos el futuro de un tiempo no-presente, deseo viajar a contrapelo hacia la foto recuerdo, aquella que nos alejaba de alguna otra manera del olvido, y recuperar de este a una generación perdida entre los compromiso que les tocó en suerte, aquella de colectiva humildad que vivió en el anonimato del heroísmo no mediático, aquella que hizo efectivo que hoy fuéramos lo que somos, a pesar de todo. Y agradecerle y honrar a aquella-esta mujer que se asomó un día con inocencia al ojo de aquella cámara y cincuentaytantos años acontecidos después repitió el gesto humilde, sencillo, tal vez tenaz también, y que nos sirve para añadir un pie de foto en el cruel olvido.





Flora Sanhueza Rebolledo.






de enriqueponce en el 2024.





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