martes, 17 de febrero de 2015

"Metábolas espaciales"






desCONCIERTO EN Mi memoria







"METÁBOLAS ESPACIALES"





          El vacío no existe en las fotografías, ninguna de ellas deja no ver nada. Su perfecta formulación las restringe y vincula estrechamente con su génesis indicial de condición de objeto reflejo. Todas y cada una de ellas suministran evidencias, estableciendo una relación con la realidad mucho más precisa que ningún otro objeto mimético. En sí constituyen obras de situación y duración donde el acto queda irremisiblemente disociado de la representación, pues aquello que ha de ser visto nunca podrá serlo directamente, sino siempre en oblicuo, en reflexión de su ausencia. El acto de mirarlas comporta inevitablemente la paradoja de situar al espectador encarado a una especie de agujero, ya que el sujeto y el objeto del deseo nunca coincidirán. Las fotografías elaboran un arte que alude a una presencia de representación consumada en la ausencia, no son objetos trascendentes de duradera comparecencia. En ellas prima el carácter procesual sobre el objetual, pues no es el soporte quien las defina sino sus operaciones lógicas, o sea prevalecen los códigos epistemológicos debido a esa ausencia de experiencia. Y son ellos quienes la movilizan desde el mero estatuto documental a la condición de obra de arte.






          Además la fotografía posee un lugar privilegiado entre los recursos utilizados en arte por su eficacia en la transmisión de iconos convencionales, siendo con ello capaz de reestructurar las formas del mundo. Introduciendo elementos de dislocación en la representación de los objetos, lo que ha cambiado es la manera en que el espectador ve ahora las imágenes, y consecuentemente en la manera en que es capaz de pensarlas. En un breve tiempo histórico ha sorteado la laguna filosófica entre las imágenes de los mass media y el estatuto de lo único, subvertiendo la relación habida entre el mundo del arte y el de la realidad cotidiana. Así las fotografías, que responden desde siempre a su función analógica, adquieren asimismo también una razón conceptual, donde el espacio atrapado se desprende de toda cualidad geográfica y se convierten en superficie de inscripción. En cierta medida se descargan de su función como referente espacial y se constituyen en elementos esenciales hacedores de imágenes. De esta forma, pervirtiendo su estatuto originario con relación al aura -no recuperándola sino desplazándola- ellas pueden erigir su estatuto de aspecto de copia y no de original. Gracias a esta distorsión semántica la fotografía se hace cada vez más autónoma como realidad visual y, aún siendo partícipe de la estrategia alegórica de la apropiación, a la par se descubre a sí misma cuando muestra la cosa fotografiada.





          La obra se constituye entonces en una modulación y reconstrucción de los procesos visuales de percepción: la fotografía como fragmento de un acto de intuición más allá del icono y el campo referencial. Ellas como transformadoras de los sujetos en objetos, y de esta manera exploradoras entre el orden conceptual y el desorden visual. Superficies argénteas portadoras de la posibilidad de entender los elementos a través del acto de la mirada, como si fuesen capaz de reflejar la imagen de un algo que nunca hubiese existido en la progresión de lo táctil y material hacia el aspecto o ilusión. Aunque también se hallan titubeando en el intento de regresión de los términos, entre la presencia carnal y elemental de la evidencia perceptiva, y la experiencia originaria ya caduca, atrasada y extinguida. Hercúleo propósito de encontrar sentido en la simbiosis de la "cosa" evocativa e indicial, y la "cosa" evidente y presente.





          Metábolas Espaciales son fotografías de una imposible legitimidad escultórica, son de papel al mismo tiempo que reales, y ello plantea la duda de su propia existencia y de la materia que las constituyen. De acuerdo y dentro de la complejidad lógica de este lenguaje artístico la figuración articula una paradoja que se torna problemática, mientras que la abstracción manifiesta un potencial de organización espacial intencionado. Pero ambas al fin son creaciones que revelan, a partir de una materia inerte, un halo de vida que se hallaba contenido en ellas, aunque ese halo ahora sea prisionero de un "cuerpo" estático. Con estas premisas la escultura gira y, más que voluntad de forma, se transforma en elemento que actúa como reordenación de los vínculos habidos entre la realidad más física, el aspecto de la copia y el observador desconcertado.





          De esta manera se construyen "monumentos-objetos" que constituyen un no lugar, un hueco espacial donde no pasa nada. Un espacio en el cual el sujeto tantea una sensación de vacío, por un efecto del suspenso de los afectos y la acción. Así el espectador no experimenta la representación de una cosa ausente, sino la presencia de una de ellas, la obra en sí misma, con todo el dinamismo, la tensión y la complejidad que reside dentro de ellas. Aunque el suceso se parece más al enfrentamiento con una identidad que con una mera representación, pues la presencia no supone una mera descripción de otra precedente más importante, sino que aparece y se aprecia de la misma manera en que son percibidas en el contexto inicial. Sin embargo dicha experiencia realmente es aún más completa y compleja, pues ya no es un indiferente estar frente a un ordinario y aséptico mudo mundo, sino que se trata de un encuentro con la posibilidad de su discernimiento.





          Ciertamente cualquier estructura volumétrica remite además al espectador a sí mismo, es decir, a su desplazamiento en el espacio engendrado por aquella. Y esta experiencia física de desplazamiento ante el objeto, sobre el que resbala la mirada, no es solamente una experiencia de espacio, sino que se convierte inevitablemente en vivencia de tiempo. El concepto clásico de la escultura la hace un medio estático e idealizado, pero su desarrollo la declina en un sucedido material y temporal. Más que modelar volúmenes, llenar o vaciarlos, es ahora un acto de elección y ordenamiento, donde la propia escultura no se define ya en términos de materiales o técnicas, sino por la lógica que el artista aporta frente a su creación. Así estos híbridos se ponen de manifiesto no como aquello que da forma, sino como el que la toma de algo, como aquella realidad que ha sido modelada o esculpida en sí misma en vez de ofrecer alternativa. Son una imitación de la realidad en toda su profanidad, para indicar como mensaje no la creación sino el agotamiento.





"Metábolas Espaciales" está compuesto por las series: 
"Un intento desesperado de atrapar la realidad", "Sausario" y "demaderadepapel"


"Un intento desesperado de atrapar la realidad"
Finalista en "XVI Premio de Arte Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal".
Palacio de Sástago, Zaragoza.
Septiembre 2002.


Imágenes y texto, extraídos del proyecto "Metábolas Espaciales" en 2000, de enriqueponce.




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