En el teléfono, tus fotografías de una primavera. Recuerdo el día en que las hice para no olvidar la floración desmesurada de los árboles. Un color blanco casi desafiante tomaba posesión de nosotros en el aire, mientras que desde el suelo se alzaba el color de los narcisos, los jacintos, la campana dorada, el arbusto rojo que trajimos desde Târgoviste.
<<No basta con ser felices -te decía-, tenemos que ser conscientes de que somos felices. Somos felices, repítelo, somos felices>>. Y tú repetías: <<Somos felices>>, y sonreías con infinita tristeza, como si la felicidad fuera una desgracia que la belleza agravaba aún más.
Amplío tus fotografías de entonces en el teléfono pasando mis dedos sobre tu rostro, las amplío acariciándote, hasta que en la pantalla solo queda un ojo que esconde en la pupila, como un animal enfermo, el presentimiento.
Ana Blandiana
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Andrzej Wroblewski y su esposa en 1954. |
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Japón, 1920. |
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...,1940. |
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