“Monumento a la nueva generación”
“ o Patrimonio Cultural ”
Anna Uddenberg
“Monumento a la nueva generación”.
Que otras latitudes practiquen singulares gastronomías tiene harta fácil justificación, en las antípodas comen canguros, en el oriente carne canina, murciélagos y hasta peces globos asesinos, en latinoamérica picotean saltamontes, hormigas y larvas proteínicas, y en la África les hubiese ido mejor si no hubiesen perdido la costumbre de almorzar colonizadores esclavistas. Pero lo que resulta harto difícil de asimilar es que a medida que el estilo de la sociedad occidental se globaliza y desglobaliza y perfecciona en su infinito afán expansionista y resiliencia es la introducción de cierto hábitos costumbristas-antropológicos que rozan la imbecilidad, productos tal vez del aburrimiento de un estilo de vida que aspiraba al ocio y ahora se ve abocado a la tiranía de la inercia infinita de una felicidad perpetua -aunque sin embargo el resultado resulte la nefasta euforia que necesita de dosis continua para satisfacer una ansia siempre insatisfecha-. Espero que a la postre no sean proféticas las palabras de Walter Benjamin cuando nos predice que “La humanidad se ha convertido ahora en un espectáculo de sí misma. Su autoalineación ha alcanzado tal grado que le permite vivir su propia destrucción como goce estético de primer orden”. El homo-europeus siempre se ha distinguido por su amplio ámbito de contradicción, igual inventa la penicilina que se atora en guerras asesinas, igual cercena regímenes teo-nobiliarios como santifica fanática comida de leones, igual da luz a cervantes y shakespeares como a frustrados pintores nacio-idealistas. Y sin embargo no es patrimonio de acá el llevar a cabo actividades incongruentes o abusivas, recientemente en uno de mis viajes mediáticos por la red hallé una fotografía singular, en ella unos nativos Tzotzil del estado de Chiapas al sur de México portan en unas sillas sobre sus espaldas a la familia del propietario de la tierra. La imagen de por sí resulta anacrónica, remite a unotros tiempos donde las clases estaban indudablemente separadas, acordadas unánimemente o impuestas a sangre y fuego, y sin embargo es una toma realizada en el aun cercano 1955, y sobre todo resulta extraordinario comprobar que son el legado para unotra costumbre que sí se conserva aún un poco más al sur en el mismo continente, en diversas partes de Colombia su patrimonio cultural ha preservado y desarrollado durante festivales veraniegos un evento donde los “silleteros” portan aquellas mismas estructuras repletas de arreglos florares. De aquellas tormentas, estos lucidos lodos. Sin embargo en un próximo Perú, en la región de Cusco, la comunidad de Chumbivilcas se obstina cada 25 de diciembre en resolver sus problemas personales, rencores o malentendidos recurriendo a lo costumbre ancestral del Takanakuy -su significado en quechua es “golpearse mutuamente”-, dicha considerada manifestación cultural consiste en combates rituales ataviados de trajes llamativos y/o máscaras donde se dirimen las desavenencias y se restaura la armonía social. Demuestran así que la inveterada costumbre del sectarismo o la violencia no es exclusividad del colonialismo, que el pasado prehispánico ya también era unotro salvaje oeste.
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Anónima. |
Aunque para una mente eurocéntrica lo que ocurra más allá del charco resulte al fin algo menos que efectos colaterales, así que centrémonos en el desarrollo antropológico de nuestro entorno que nos produce ese bienestar y acomodo más allá del virtualismo imaginario de la red. Sobre todo lo que nos venden y compramos es una eterna juventud llena de actividades sinfín y su consecuente extimidad -término lacantiano que refiere a la exposición pública de la intimidad-, y que practicamos espontánea y profusamente porque se ha convertido en un fin, relegando a la contingencia a la misma experiencia per se. Hemos convertido en deporte -o en arte- el profanar los parque naturales por amor a la naturaleza, hemos redefinido la salud sobre extenuantes triatletismos sin límite de edad o kilometraje, hemos trocado el tedioso descanso vacacional por cortos intervalos de estresantes idas y vueltas a ninguna parte, hemos convertido el yantar en una experiencia cuasi-religiosa donde menos es más y más es menos, hemos transformado el sublime placer estético-mental del arte en un disney-park más, y sobre todo nos hemos convertido a un sinvivir que no nos lleva más que al agotamiento. Ya otro pensador -Marco Aurelio -nos lo advirtió también: “Los placeres, cuando van más allá de cierto límite, no son más que castigos”.
Y creo firmemente que por loa al mismo aburrimiento creamos formas nuevas de “manifestaciones culturales”. En la incierta periferia de la misma Europa se encuentra Finlandia, considerado por algunos organismos sin firma ni voz ni relevancia como el país más feliz del mundo, y en este allá cercano en la ciudad de Oulu se celebra todos los años desde 1996 el evento anual “Air Guitar Dark Horses”. Su excelso lema es ”promover la paz mundial”. En suma se trata de subirse a un escenario a tocar sobre tradicionales temas del rock y en playback una guitarra sin cuerdas y según la ideología de la competición “las guerras terminarían, el cambio climático se detendría y todas las cosas malas desaparecerían si todas las personas del mundo tocaran Air Guitar” -el súmmum, puesto que a nadie amarga un dulce-. Pero no salgamos de allá, Finlandia también es cuna de la “equitación vegana”, desde donde se viralizó y extendió, aunque no entiendo bien por qué, y que consiste básicamente en subirse a un palo con cabeza de equino y moverse a trote asnal por una pista con obstáculos cual si ejercitáramos una hípica sin animal -…bueno, eso dicen ellos-. Sin embargo la también ciudad finesa de Seinäjoki reúne anualmente en su competición más destacada a unas diez mil personas que profesan -o se supone- la ideología afín al veganismo y que rechazan las carreras, la equitación, la estabulación o simplemente el montar caballos como una forma de explotación animal, pudiéndoles causar con ello daños físicos y mentales -a los animales, creo-. Ya se oyen voces que reivindican la inclusión de tal práctica deportiva en los JJOO. Aunque tampoco nos llevemos las manos a la cabeza, peores cosas se han visto en dichos eventos, en 1900 se compitió en “tiro a la paloma”, también en ese mismo año el “paseo en globo aerostático” fue prueba dirimible además del “salto de caballo” aunque no como ahora enfrentados a obstáculos sino en longitud y altura, también y de forma paradójica en los de 1908 se compitió en “corte de pelo de caniche” venciendo quien en dos horas lograse más especímenes, y entre 1912 y 1952 se contó además con las bellas artes inspiradas en logros atléticos como competición, pero el exceso de lo grotesco es para la práctica del duelo en los juegos de 1906 y 1908, que aunque se llevaba a cabo con pistola, balas de cera y muñecos, pasó por la supresión de estos últimos y el añadido de petos protectores a los sujetos para refocilamiento del vulgo -la democracia liberal que nos arropa nos dice que somos un compendio de tolerancia y si la mayoría decide la hoguera acabamos todos churrascos-. Pero recién desde las antípodas nos llegó el último retruécano de este maravilloso mundo de lo kitsch, puesto que para la novísima categoría deportiva de “breakdance” Australia nos envió a Rachael Gunn quien viralizó el ridículo y su orgullo en una actuación memorable que mereció el cero absoluto de todos los jueces -merece verse, una visita a YouTube tikTok FB por lo tanto resulta imprescindible- Puesto que la tiranía mediática se cebó ya en demasía con ella no quisiera yo sumarme a tal despropósito así que deseo exculparla diciendo que nada de su actitud se debe a su dieta rica en canguros sino más bien a una simplona estupidez educacional [he de puntualizar que en la fotografía adjunta está correctamente posicionada porque es de la otra parte del mundo quienes como todos sabemos viven cabeza abajo].
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Imagen bajada de la red. |
Hasta ayer no conocía a Rachael, mañana la olvidaré, tampoco tengo el inmenso placer de codearme entre los círculos de Lupita Aguirre Manzur -quien se hace pública con esta joya de comentario a pie de la fotografía “Chica negra con perla” de Jenny Boot: “Preciosa Becky, quizá sea una influencia de la dama de la perla. El turbante, la perla, la postura y la mirada” [aún dudo, éste quien esto suscribe, si he de hacer explícita la clara referencia a famosísimo óleo de Johannes Vermeer “La joven de la perla”]-, ni siquiera Anna Uddenberg cuenta con mi atención después de mostrar el “Bienal de Berlín” de 2016 el “Monumento a la nueva generación” que prefacia este texto, puesto que todas ellas hacen patente lo evidente, que el libre albedrío de la red abrió la exclusa a la visibilidad de la ignorancia. Sin embargo sí estoy agradecido a haberme encontrado en diversas ocasiones con Susan Sontag, su manual-biblia “Sobre la fotografía” o el panfleto antibelicista “Ante el dolor de los demás” resultaron enriquecedores-esclarecedores por su erudición, lucidez y brillantez, y sin embargo la traigo aquí por otras palabras suyas que me remiten a una empatía que traslada el pensamiento por sobre los tiempos, espacios o circunstancias y que tienen que ver con el presente exordio de abulia y queja frente al patrimonio cultural presente, “No me siento culpable por ser insociable, aunque a veces puedo arrepentirme porque mi soledad es dolorosa. Pero cuando entro en este mundo, lo siento como una caída moral, como buscar el amor en un prostíbulo”.
En palabras de Anton Chéjov: “En las sociedades fallidas, hay mil tontos para cada mente débil, y mil palabras podridas para cada palabra consciente. La mayoría es siempre la idiota, y la inteligente prevalece constantemente. Así que si ves temas triviales liderando discusiones en una comunidad, y temas triviales encabezando la escena, estás hablando de una sociedad muy fallida. Por ejemplo, canciones y palabras sin sentido encuentran a millones de personas bailando y cantando, y el dueño de la canción se hace famoso, conocido y amado. Incluso la gente tiene sus opiniones en asuntos de sociedad y vida. En cuanto a científicos, escritores y autores, nadie los conoce y nadie les da valor ni peso. La mayoría de la gente ama las tonterías y la intoxicación. Alguien que nos adormece para hacernos perder la mente, y alguien que nos hace reír con tonterías, es mejor que alguien que nos despierta ante la realidad y nos lastima diciendo la verdad. Por eso la democracia no es buena para las comunidades ignorantes, porque la mayoría ignorante decidirá tu destino”. En fin que me cuesta acomodarme a la idea, en esta época de tal exceso de vanidad y extimidad, que la gente no se avergüence de atrofio de mente en cuerpos tan idolatrados.
Jenny Boot
“Chica negra con perla”
Cada nueva generación es un mundo nuevo en sí mismo, cada ser, cada persona, su ser su existencia su presencia, sus circunstancias son únicas, irrepetibles, efímeras, sujetas la contingencia del azar, de la suerte, de la fortuna de la disfortuna, cada vez que la luz luce el sol alumbra el bigbang implosiona-impresiona cada vez que decimos cadavez, los instante son irrepetibles irrecuperables inmensos inconcebibles, o tal como afirma el epicúreo-decadentista Emil Cioran: “La vida puede ser un infierno, pero cada instante es milagroso”, por eso por ello creo-decreto que debiera esta penado con pena de no-vida la ignorancia, la ebriedad de circunstancia la inculpada acusación de no crecer-madurar, comprometerse, en fin vivir. Porque vivir no consiste en respirar comer procrear pagar deudas viajar beber argumentar votar, suceder, sucederse, vivir consiste en una experiencia irrepetible, única, suprema. Y el Arte es su imago, el reducto de su metáfora, el lugar de acomodo del tránsito, el espacio de la imaginación que reconforta las carencias, la estupefacción del serse, la frase incompleta de lo extraordinario, el cubículo de satisfacción de la insatisfacción, el hábitat de la imposibles explicaciones. Así que el que se acerca a él debe andar de puntillas, humilde, aprendiz, de rodillas, con la misma falsa fe que se pide dedica exige para profesor la las religiones -sectas de la desesperada esperanza-, con el mismo convencimiento que se necesita para profesar discurrir vivir inconsciente, con igual afán que desprevenida nos llegamos a la muerte. Y quien acudiendo a los templos melómanos de los silencios rotos y el escuchar a W.A. Mozart no le resulte un envolverse en un pop de la vanidad aristocrática burguesa de aquella-esta época, quien no sienta que oír a R. Wagner es recorrer los ámbitos de la epopeya de los todos poderes, quien se regodea en L. van Beethoven y no perciba el homenaje del canto a un pueblo-un colectivo y común destino y que por tal sublime, o quien en suma no reconoce la odisea mística de las oraciones de un J.S. Bach extraterreno-místico, iluminado, celestial, no entiende no merece y/o peca de soberbio, de insensible, de inhumano, de prole plebe vulgo, animal gusano protón.
La costumbre-hábito-disfunción de convertir los museos las ferias de arte las salas de programada institucionalización cultural en espacios de reciclaje de basura o ignorancia -aunque encuentre su referente social en otros hábitos del-los diferentes ámbitos antropológicos- no es disculpable por la gran profanación resultante a los templos merecedores de respeto y adoración que acogen el lugar de una creencia intrínseca a la virtud del ser como ser, como homo-sapiens ignoratius, como una de sus esperanzas redentoras, como sucedáneo de la fallida posibilidad del perdido edén. El Arte es un proceso de creación, o re-creación, a través de la mimesis de lo percibido por nos, seres bípedos ignorantes y efímeros, la invención o re-invención de lo presentido, y es ello a través de todos los tiempos y en toda las civilizaciones. Y aunque se convierta, o lo deduzcamos de sus hábitos antropológicos, no es el mero diletantismo de goce estético al que nos habíamos acostumbrado y acomodado -o la admiración técnico estilística que nos confundió con un virtuosismo sin fondo- proveniente de la ecuación platónica-católica dios=belleza, pero tampoco su contrario, el uso abuso de lo feo grotesco banal, como medio contestatario o reivindicativo de un vacuo acomodo gregario. Como tampoco el Arte es el ámbito de ninguna felicidad, para el filósofo esloveno Slavoj Zizej “La felicidad nunca fue importante. El problema radica en que nosotros no sabemos qué es lo que realmente queremos. Lo que nos hace feliz es el no alcanzar lo que deseamos, sino soñarlo. La felicidad es para oportunistas. […] la única vida de profunda satisfacción es una vida de una eterna lucha, especialmente, la lucha contra uno mismo. Si quieres mantenerte feliz, solo sigue siendo estúpido. Los auténticos eruditos nunca fueron felices; la felicidad es una categoría de esclavos”. Dicen que la peor de las dictaduras es aquella en la que se está convencido de vivir en libertad, y el incómodo acomodo de este mundo virtual burgués nos tiene tan atrapados en la red de la ignorancia que el disfrute de sus goces no nos permiten vivir, ni pensar más allá -como bien dice el escritor colombiano Roberto Palacio: “En la era de la ansiedad consumimos emociones como se consumían lavadoras y televisores en los años 50”-. Pero si fuéramos capaces de apreciar el valor del tiempo en sí mismo, de reconocer el privilegio del ocio humanista que se nos niega en la hiperactividad mundana y vulgar, si quisiéramos escuchar las lecciones de los grandes nos bastaría con perdernos entre la(s) pasión(es) de W. Shakespeare o/y la (sin)razón de M. de Cervantes para saber reconocer que nos estamos dando de bruces contra la pared y que otro monumento a la nueva generación es posible -y necesario-. Tal vez éste:
Anónima pero necesaria.
enriqueponce en 2000 veinte y 4.