viernes, 15 de agosto de 2025

“Extimidad, ma non troppo”

OPINION.es




Extimidad, ma non troppo”





Ilustración alegórica del “Narciso” de Michelangelo Caravaggio.

 Anónimo.



         Permítaseme que abra con unas palabras de la actriz estadounidense Jennifer Lawrence: <<No quiero sonar descarada, pero (actuar) es estúpido. Todo el mundo te dice: "¿Cómo puedes mantener la cabeza fría?" Y es como... ¿Tendría que ser engreída? No estamos salvando la vida de nadie. Hay doctores y bomberos que sí lo hacen>>. Sensata. Estamos acostumbrados que con la periódica anualidad se nos inundan las pantallas del granhermano con la sucesivas e interminables entregas homenajes autobombo de los oscars, goyas, cesares, festival-es de Cannes, Donostiarra o sanjacobos-sanlamberto, grammies, dragones o leones, tanto monta monta tanto. Y en ellos hemos de asistir los consumidores-espectadores impertérritos, sobre el eufemístico dispendio de la alfombra roja, la más grotesca representación de la caterva de hedonistas bufones envueltos en los ropajes y parafernalia mas no-demodé chic y contrachic del momento. Imposibles prêt-à-porter, sonrisas profidén, botox a gogó, envuelven el glamour de una medianía de días donde impera el mutuo rascarse la espalda hipócrita y mercantilista. En la última parafernalia veneciana lo que comenzó con un homenaje exclusivo-rememorativo a aquél otro operístico de un cuasi infinito aplauso -a la Calas singularmente, y puesto que la Jolie la investía- terminó en el mismo bufonesco bucle a todo espectro de celuloide tras cada proyección, lo que parecía más una performance del público a un líder autoritario temeroso para no ser el primero en dejar de batir palmas. Insensato. Qué pronto olvidamos que las cosas importantes no son la importantes, o al menos no lo parecen, qué pronto olvidamos que hubo poco a un consenso solidario para salir a aplaudir desde nuestras ventanas balcones terrazas a aquellos que limpiaban sanaban o servían al bien público en los más insulsos degradados duros o/y/e ingratos menesteres diarios, que ellos SÍ eran héroes reales.

          La marea de alfombras rojas cinéfilas se ha multiplicado exponencialmente con el apogeo de las plataformas audiovisuales, su deriva desde las salas al smart-tv de salón privado. El espectáculo de ego, vanidad y autocomplacencia autopromocional roza el límite del hartazgo, allá lo de menos es el film, donde el mayor esfuerzo se va en la promoción, un photocall glamouroso donde se vende sueño, aire. Desafortunadamente supone la punta del iceberg del aquelotro yoísmo agobiante de aquellas otras plataformas populares donde la gente del populus no hace más que emular la falsedad de una idolatría imaginaria y vacua. La Grecia clásica tenía su estatuario polícroma mitológica, nosotros consumimos la iconología fílmica. Qué el espejo, qué el reflejo -calderoniano concepto del sueño-, es difícil dilucidar, si se antepone el deseo a la producción o es ésta a aquella la que ofrece al público un anhelo -falso falaz incompleto-. Pero su eficacia es innegable, el sustento cuantitativo se confirma en el pilar económico-ideológico en que se ha convertido, un sistema meramente económico-ideológico, un lugar que excluye al individuo al que dice promocionar, un lugar que excluye el bienestar que proclama perseguir, un lugar que expulsa la solidaridad como bien común en un viaje comunal. Un lugar que propone el medio como fin, no más. La fábrica de sueños sólo vende eso, sueños, no realidad.

          “Si tú tienes un pan y yo un euro, y yo uso mi euro para comprar tu pan, al final del intercambio tendré el pan y tú el euro. Parece un equilibrio perfecto, ¿no? A tiene un euro, B tiene el pan, luego A tiene el pan y B el euro. Es una transacción justa, pero meramente material. Ahora, imagina que tienes un soneto de Verlaine o conoces el teorema de Pitágoras, y yo no tengo nada. Si me enseñas, al final de este intercambio, habré aprendido el soneto y el teorema, pero aún así los tendrás también. En este caso, no sólo hay equilibrio, sino crecimiento. Primero tuvimos un comercio en el segundo compartimos conocimientos.Y mientras los bienes se consumen, la cultura se expande infinitamente”. Sensato, pertenece esta sentencia al filósofo francés Michel Serres. Pero lo sensato no vende, ni lo lógico, ni la realidad. Ésa que por las mañanas se encarga de difundir esotro estatus vitalicio del poder, los medios des-informativos -si no acudes a ellos estarás desinformado, pero si lo haces estás mal informado- quienes nos muestran el amargor del día a día del mundo, pero que en suma nos recuerda lo bueno de un estatus de conformista-consumidor, pequeño burgués agradecido a la explotación de bajo grado pero ciego al coste de la complicidad expoliadora, imperialista y medioambiental que va ligada al sistema. 




















          Creo que era Bob Marley quien decía que si todos fuéramos de la mano no podríamos llevar armas. Y sin embargo es cuasi imposible desasirse de la mano ajena que te empuja y exhorta a des-vivir el sistema. Los artífices saben que los pequeños paso dados desde dentro serán fagocitados y asimilados como pequeñas protestas o revueltas igual de necesarias para alimentar la inculpabilidad del mismo, y que únicamente hay que vigilar el foco de ninguna revolución capaz de algún cambio significativo. Los mea culpa de los arrepentidos-partícipes son el aliento de la cómplice intelligentsia cultural, como cuando el director de cine Francis Ford Coppola -después de enaltecer embellecer mitologizar a la mafia, o metaforizando e ideologizando al poder- nos advierte que “la industria de Hollywood ha invertido cientos de millones de dólares en tratar a los espectadores de cine como si fueran consumidores de comida rápida. El sueño de las compañías es que el público vea películas como si estuvieran comiendo patatas fritas o bebiendo Coca-cola. Y lo triste es que los críticos han empezado a adoptar esa misma perspectiva, y ahora exigen que las películas cumplan con las fórmulas impuestas por la industria. Se exige que, a los diez minutos de película, ya esté claro quién es el héroe, quién su antagonista y las razones últimas de su conflicto. Pero eso son reglas viejas. Jean-Luc Godard dijo que las películas debían tener un principio, un nudo y un desenlace, pero no necesariamente en ese orden. Lo cierto es que nuestros nietos seguramente verán películas que no tienen nada que ver con las reglas que define el cine actual. Debemos hacer películas que puedan inspirar a nuestros nietos. El gran arte siempre evoluciona”. Quejas de un desplazado que no van a la línea de flotación que alimentaba su propio status. Ese que con forma de industria y glamour no ha dejado de vendernos opiniones posicionamientos sistemas a este lado del muro, a este lado del telón de acero -y también al otro, por más que nos extrañe ver paja en ojo ajeno- además de aquel embrutecimiento olvido y desidia que habitualmente asociamos con el séptimo des-arte. Olvida Coppola la deriva liberal del macartismo, olvida el silencio cómplice del beneficio crematístico y de estatus de la complicidad, olvida que el gran arte tiene sus propios escribas, olvida que el cine -su fascinación- se creó para olvidar -pan y circo-.

          (…Cuando llegaba a este punto, Abel salía de casa. Si todavía estaba a tiempo y tenía dinero, entraba en un cine.) Encontraba absurdas las historias. Hombre persiguiendo a mujeres, mujeres persiguiendo a hombres, aberraciones mentales, crueldades y estupidez, de la primera a la última imagen. historias mil veces repetidas; él, ella y el amante; ella, él y el amante, y, lo peor de todo, la simpleza con que se reproducía la lucha entre el bien y el mal, entre la pureza y la depravación, entre el barro y la estrella. Morfina. Intoxicación permitida por la ley y anunciada en los periódicos. Pretexto para pasar el tiempo, como si la eternidad fuese la vida del hombre”…como si la eternidad fuera a durar toda la vida. Qué maravilla qué maravillosas palabras de José Saramago desde su (póstuma) novela “Claraboya” cuando aún no era nadie y silenció y sombreó durante décadas y hallé y encontré y tropecé por casualidad durante-después de la redacción corrección de este mi minúsculo y silencioso exordio opúsculo mini-texto que trata de lo mismo de más de lo mismo, del yo y sus circunstancias el yo y sus percepciones el yo y sus objecciones, y mientras redactaba unas últimas palabras frases o renglones tratando lo mismo o/y parecido iguales tan distintos de aquel. Dixit: Vidas ajenas. Esa ella es la expresión perfecta, la justa definición de la inundación del agobio de la saturación de películas films estrenos supermegagmix, producciones de la ilusión. Vidas ajenas vidas imposibles invisibles lejanas inalcanzables otras mejores ilusas imaginadas, deseadas o ansiadas, espurias in-necesarias o que no nos atrevemos a intentar o que necesitamos pensar, vidas neo bífidus light o cero%, vidas estropajo soñadas o minadas, untosas falsas ciertas falaces verídicas cómodas incómodas televisadas guiadas sabidas estupendas. Aunque no haya nada después de tales aventuras de tales finales felices sabidos predichos, del baile la conquista el beso el theend.

          Pero tal vez Jennifer no sea a fin de cuentas tan sensata, tal vez la importancia del legado del gremio sea más trascendente de lo que cree -que su labor sea más importante que la de ningún panadero basurero-a un-una limpiaculo-as, tal vez sea la voz de los amos, tal vez el-un espejo-reflejo de los modos costumbres vivencias para nosotros, la masa la plebe el pueblo, y que el sistema no tan sólo sea el producto sino ello mismo, un sueño una fantasía un Narciso asomado a lo ignaro, con un ansia extrema de extimidad como voz última y necesaria frente a la nada, la nada del antes el durante y el después que podemos sentir bajo ese reflejo de estanque, o pantalla.






Ilustración de quien firma (¿).





fotografías de Lee Friedlander.

texto otravez de enriqueponce en dosmilveinticuatro.



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