sábado, 25 de julio de 2020

"Sanz Lobato"






BLOg DE NOTAS




Rafael Sanz Lobato
Sevilla. 1932-2015




Fotografía bajada de la red.

















La Caballada, Atienza 1970


Santorcaz, Madrid 1966


          Jornada cinegética en la finca Los Noguerones, el coto del Chato Puertas en Toledo. Al filo del amanecer, e incluso un poco antes, empiezan a llegar cochazos negros que aparcan en la explanada empedrada, frente a la casa señorial de la finca. De los automóviles se apean, en medio de la niebla, cinco ministros, tres generales, un obispo, tres subsecretarios y media docena de banqueros e industriales. El campo escarchado casi parece una estampa navideña.
          -Esto se irá cuando salga el sol -vaticina el anfitrión saliendo jovial a recibirlos.
          Intercambio de abrazos falangistas con palmoteo de omóplatos.
          -Enhorabuena por la comunión de tu nieto -felicita el Chato a un ministro-. ¿Recibió la bicicleta y el rosario de oro?
          -Claro, Ildefonso, y no sabes cómo se puso de contento. No tenías que haberte molestado. Encarna te envía un saludo. Por cierto, ya tienes reservado un puesto para tu señora en la mesa peticionaria de la Cruz Roja de la calle Serrano.
          El Chato Puertas asiente complacido.
          -El rosario lo ha bendecido Su Santidad -añade- aprovechando que mi Dora estuvo en Roma con la peregrinación de las Damas Reparadoras.
          La presidenta de las Damas Reparadoras, la duquesa de Pradoancho, la invitó a ruegos de su hija Petronilita, que sigue de secretaria con el Chato, aunque ya no se acuesta con él.
          Los monteros pasan al amplio salón en el que arden varios braseros. En una mesa repostero humea un caldero de caldo caliente. Se habla de otras cacerías, de fútbol, de boxeo. Parece que el campeón Fred Galiana promete ganar laureles para la patria.
          Llega otra media docena de coches y un camión con gente del pueblo cercano. A medida que amanece, se levanta la niebla. Al final queda una mañana fría pero despejada, buena para matar venados.
          Desayuno montero: migas con torreznos y chorizo, café del bueno, contrabandeado desde Portugal, seguido de una gama variada de orujos para matar el gusanillo y entrar en calor.
          Los cazadores visten impolutos atuendos monteros en tonos grises, verdes y ocres. Sombreros tiroleses, algunos con pluma, botas altas, leggins, algún calzón ajustado en las rodillas, como los que usa el Generalísimo. Cananas y correajes que huelen a cuero bien curado, adquiridas en Sevilla o Jerez. Los guardas jurados lucen chaqueta de pana parda y ancha bandolera de cuero con gran hebilla dorada, en la que se lee: <<Guarda jurado. Los Noguerones. Toledo.>>
          Los monteros lucen una variedad de escopeta de lujo, Holland & Holland, Boss, Arrieta, Aya, Pedro Arrizabalaga, Grulla y Kemen. El Chato Puertas tiene en su armero dos Arrieta, una Boss y una Purdey, la preferida del Caudillo.
          La mujer del guarda, Angustias, se asoma por la taquilla de la cocina:
          -No les falta un perejil -le dice al marido y pinche.
          -Tú esmérate, que hoy nos van a caer buenas propinas -dice con lágrimas brillándole en los ojos.
          No es que lo emocione lo que ve por la ventana, es que está picando cebolla.
          Han mandado a los tres zagales al pueblo con una prima, para que no anden por medio, que hoy hay mucho peligro en la finca con tanto cazacantano suelto.
          El manigero del Chato Puertas, que oficia de postor, asigna los <<secretarios>> que deben acompañar a cada cazador procurando emparejar los más hábiles con los cazadores inexpertos, a los que reconoce por las botas caras e inadecuadas, por la excesiva desenvoltura con que manejan las escopetas y por las preguntas tan tontas que hacen sólo por insertar la media docena de palabras de la jerga cinegética que aprendieron la víspera. Dicen, por ejemplo:
          -¿Es buena la mancha que vamos a montear? A ver si me toca el puesto en un rodal querencioso, etc.
          -¡Qué poco se imaginan lo que les espera a las reses que están tan tranquilas en sus encames!
          -A ver si hoy veremos algún agarre bueno de perros con jabalíes.
          Los perreros aguardan bajo los primeros pinos con sus rehalas ladrando, excitadas.
          Baja del Guadarrama un frío desapacible que traspasa las pellizas y se mete en los huesos. Los <<secretarios>>, todos ellos cazadores furtivos del pueblo contratados para la montería, fuman gruesos cigarros de cuarterón y charlan entre ellos en voz baja, al reguardo de las cuadras, mientras los monteros terminan de desayunar.
          -Dicen que hoy ha venido un obispo -comenta uno.
          -Aquel más gordo, el de la pluma morada en la montera -lo señala con la barbilla el compañero.
          -Tiene culo de maricón -sentencia el primero.
          -A ver si te toca a ti y te lleva de <<secretario>> al puesto -bromea un tercero.
          Le ríen algunos la gracia. Por lo bajo, claro.
          Los chóferes, todos de uniforma azul o gris y gorra de plato, excepto los tres soldados conductores que han traído a los generales, hacen rancho aparte y desayunan otra sartén de migas, éstas sin chorizo, sólo torreznos y sardinas arenques, en la trasera de la casa, tras los tendederos.
          La vivienda está agradablemente caldeada. Dos grandes troncos de encina crepitan en la enorme chimenea de piedra en la que campea el escudo de armas de los Puertas-Corral. El genealogista al que se le encargó los representó fundidos en uno que figuraba un corral cuadrado con cuatro puertas. En su primera versión el corral no contenía animales, pero el Chato indicó al dibujante que añadiera los retratos de los cuatro équidos de su cuadra: el Retrechero, el Moro, el Cagaleches y la Princesa (yegua).
          -No es científico -advirtió el genealogista.
          -Donde pago, cago -argumentó el Chato, sentencioso.
          Los generales hacen corrillo.
          -¿Habéis visto los yip (jeeps) americanos? -dice el de Artillería-. En el cuartel tenemos uno: parece que vas en un patinete. Es que vuelan.
          -A ver si nos llega algo en el reparto -se queja el de Aviación.
          -¡Sí, hombre! ¿Qué más queréis? -le reprocha el de Intendencia-. Los más beneficiados sois lo de Aviación. Os están llegando todos los cazas sobrantes de Corea.
          -Pronto no habrá quien nos tosa -observa el aviador-. Ahora sería el momento de comenzar otra Cruzada de Liberación, esta vez en Rusia, y terminar con el comunismo. El general Kindelán ha calculado que en España caben quinientos campos de aviación y el general Díaz de Villegas dice que son pocos, que por lo menos caben seiscientos.
          Mientras los generales sueñan con ganar media docena de Laureadas en la cruzada americana contra la Unión Soviética (aunque no por ello descuidan sus sinecuras en los consejos de administración de las empresas del Régimen), los ministros y directores generales departen confidencialmente con los industriales. El tema de conversación es variado: obras públicas, proyectos, importaciones, aranceles, permisos, concursos, proyectos, porcentajes y demás temas que les son propios. De caza se habla poco.


"A rapa das bestas"
Morgadane, Pontevedra 1975

"Niño con tambor" 1980
"Auto Sacramental"
Camuñas, Toledo

"Viernes Santo"
Bercianos de Aliste, Zamora 1971

Valencia 1965

"Viernes Santo"
Bercianos de Aliste, Zamora 1971

Valverde de la Vera 1969


"Procesión de los Bercianos"
Bercianos de Aliste, Zamora 

"Auto Sacramental"
Camuñas 1970



Fotografías de Sanz Lobato.
Texto "Escopeta de España", extraído de "De la alpargata al seiscientos", de Juan Eslava Galán.


Miranda del Castañar, Salamanca 1971


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