lunes, 5 de octubre de 2020

"Margaret Bourke-White"






BLOg DE NOTAS






Margaret Bourke-White
New York, EEUU. 1904-1971



Fotografía bajada de la red.





"Usar una cámara era casi un alivio.
Esta interponía una ligera barrera 
entre el horror delante de mi y yo misma"








Los sobrevivientes miran a la fotógrafa MB-W 
y a los rescatistas del Tercer Ejército de los Estados Unidos 
durante la liberación de Buchenwald


         Los campos de concentración y exterminio de los regímenes totalitarios sirven como laboratorios en los que se pone a prueba la creencia fundamental del totalitarismo de que todo es posible. En comparación con éste, todos los demás experimentos revisten una importancia secundaria, incluyendo aquellos realizados en el campo de la Medicina, cuyos horrores han sido detalladamente expuestos en los procesos contra los médicos del III Reich, aunque resulta característico que tales laboratorios fueran utilizados  para experimentos de todo tipo.
          La dominación total, que aspira a organizar la infinita pluralidad y la diferenciación de los seres humanos como si la Humanidad fuese justamente un individuo, sólo es posible si todas y cada una de las personas pudieran ser reducidas a una identidad nunca cambiante de reacciones, de forma tal que pudieran intercambiarse al azar cada uno de estos haces de reacciones. El problema es fabricar algo que no existe, es decir, un tipo de especie humana que se parezca a otras especies animales, cuya única <<libertad>> consistiría en <<preservar la especie>>. La dominación trata de lograr este objetivo tanto a través del adoctrinamiento ideológico de las formaciones de élite como a través del terror absoluto en los campos; y las atrocidades para las que son implacablemente empleadas las formaciones de élite se han convertido, en realidad, en aplicación práctica del adoctrinamiento ideológico -en terreno de pruebas en el que debe demostrarse éste- mientras que se supone que el aterrador espectáculo de los mismos campos ha de proporcionar la comprobación <<teórica>> de la ideología.
         Los campos son concebidos no sólo para experimentar a las personas y degradar a los seres humanos, sino también para servir a los fantásticos experimentos de eliminar, bajo condiciones científicamente controladas, a la misma espontaneidad como expresión del comportamiento humano y de transformar a la personalidad humana en una simple cosa, algo que ni siquiera son los animales; porque el perro de Pavlov, que, como sabemos, había sido preparado para comer no cuando tuviera hambre, sino cuando sonara una campana, era un animal pervertido.
          Bajo circunstancias normales esto no puede ser jamás llevado a cabo, porque la espontaneidad no puede ser enteramente eliminada mientras que no sólo esté conectada con la libertad humana, sino con la vida misma, en el sentido de estar uno simplemente vivo. Sólo en los campos de concentración es posible semejante experimento, y por eso no son sólo la société la plus totalitaire encore réalisée (David Rousset), sino la guía ideal social de dominación total en general. De la misma manera que la estabilidad del régimen totalitario depende del aislamiento del mundo ficticio del movimiento respecto del mundo exterior, así el experimento de dominación total en los campos de concentración depende del aislamiento respecto del mundo de todos los demás, del mundo de los vivos en general, incluso del mundo exterior de un país bajo dominación totalitaria. Este aislamiento explica la irrealidad peculiar y la falta de credibilidad que caracteriza a todos los relatos sobre los campos de concentración y que constituye una de la principales dificultades para la verdadera comprensión de la dominación totalitaria, que permanece o desaparece al mismo tiempo que la existencia de estos campos de concentración y de exterminio; porque, por improbable que pueda parecer, tales campos son la verdadera institución central del poder organizador totalitario.
          Existen numerosos informes de supervivientes. Cuanto más auténticos son, menos tratan de comunicar lo que rehúye la comprensión humana y la experiencia humana -los sufrimientos, es decir, lo que transforma a los hombres en <<animales que no se quejan>>. Ninguno de esos relatos inspira a los hombres aquellas pasiones de ultraje y simpatía mediante las cuales se han sentido siempre movilizados en pro de la justicia. Al contrario, cualquiera que hable o escriba acerca de los campos de concentración es considerado como un sospechoso; y si quien habla ha regresado decididamente al mundo de los vivos, él mismo se siente asaltado por dudas con respecto a su verdadera sinceridad, como si hubiese confundido una pesadilla con la realidad.
          Esta duda de la personas respecto de sí mismas y respecto de la realidad de su propia experiencia solamente revela lo que los nazis siempre habían sabido: que los hombres resueltos a cometer crímenes hallarán oportuno organizarlos en la escala más vasta y más improbable. No sólo porque elllo torna inadecuados y absurdos todos los castigos proporcionados por el sistema legal, sino porque la misma inmensidad de los crímenes garantiza que los asesinos, que proclaman su inocencia con toda clase de mentiras, serán más fácilmente creídos que sus víctimas, quienes dicen la verdad. Los nazis ni siquiera llegaron a considerar necesario reservarse para sí mismos este descubrimiento. Hitler hizo publicar millones de ejemplares de su libro, en el que declaraba que para tener éxito una mentira tiene que ser enorme -lo que no impidió que la gente le creyera, como, de  manera similar, la afirmación de los nazis, repetida ad nauseam, de que los judíos serían exterminados como piojos (es decir, con gases venenosos), no impidió a nadie no creerles.



Un médico checo (derecha) se prepara para examinar a un interno 
del campo de concentración de Buchenwald
 mientras otros internos lo rodean, esperando el tratamiento


 Examinando a los prisioneros de Buchenwald 
después de la liberación del campo por tropas estadounidenses


“Deformado por la desnutrición, un prisionero de Buchenwald 
se apoya contra su litera después de intentar caminar. 
Al igual que otros trabajadores esclavos encarcelados, 
trabajó en una fábrica nazi hasta que estuvo demasiado débil”


Prisioneros de Buchenwald durante la liberación del campo por las fuerzas estadounidenses


Prisioneros, demasiado demacrados para caminar, en Buchenwald 
durante la liberación del campo por las fuerzas estadounidenses


Los prisioneros en Buchenwald miran desde detrás del alambre de púas 
durante la liberación del campo por las fuerzas estadounidenses


Los muertos en Buchenwald


Los muertos en Buchenwald,  
apilados en las afueras de la planta incineradora del campo


Los restos de un prisionero incinerado dentro de un horno de cremación de Buchenwald


Un prisionero recién liberado se para al lado de un montón de cenizas y huesos humanos


Mientras los oficiales alemanes y los civiles de Weimar dan testimonio, 
después de la liberación de Buchenwald, de las atrocidades cometidas en el campo, 
un muñeco con atuendo de prisionero a rayas cuelga de una horca, 
una horrible demostración de una de las muchas formas públicas en que los presos fueron asesinados en el campo


Los prisioneros en Buchenwald exhiben sus tatuajes de identificación 
poco después de la liberación del campamento por las fuerzas aliadas


Las tropas estadounidenses obligan a los civiles alemanes a dar testimonio de las atrocidades nazis 
en el campo de concentración de Buchenwald, a pocos kilómetros de sus hogares


Las tropas estadounidenses obligan a los civiles alemanes a dar testimonio de las atrocidades nazis 
en el campo de concentración de Buchenwald, a pocos kilómetros de sus hogares

Buchenwald, 16 de Abril de 1945




Cita y fotografías de la liberación de Buchenwald de Margaret Bourke-White.
Texto, extraído de "Los orígenes del totalitarismo", de Hannah Arendt.




ARTEsana

Hannah Arendt
Hannover, Alemania. 1906-1975

(Fotografía de Fred Stein)



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