viernes, 19 de diciembre de 2014

"En construcción"






UN bAZAR DE OBRAS






"En construcción"








          No hay más cuestión que la de la propiedad. Los propietarios tienen la técnica para ellos, y tienen la palabra, porque se han comprado los medios y las personas que las inventen, las cambien, las difundan. El bello equívoco de nuestro tiempo, el gran hallazgo con el que los poderes barren la izquierda, es hacerla odiar el medio y no el fin. Se odia la televisión, se la llama <<la caja tonta>>, o el electrodoméstico, o la telebasura, cuando es una de las grandes aportaciones del formidable siglo XX; lo grave es su propietario. No es nuestra. Y así todo lo demás. Ni siquiera estoy seguro de que sea el opio del pueblo, como lo fue la religión. Incluso podríamos decir que a las grandes regiones abandonadas, la radio y la televisión les han dado un medio de conocimiento del que el analfabetismo les había privado. Incluso el analfabetismo oculto: el de aquellos que leen las palabras y las escriben, pero no entienden los periódicos o los libros y renuncian a la lectura. La televisión y la radio les han dado, por lo menos, un cierto conocimiento del mundo en torno. Y han liberalizado las costumbres del pueblo.
          ¿De qué pueblo? A todas las fuentes del poder las ha desgastado el propio poder, por el hecho de existir y expoliar. Dios murió, los poderes se dijeron hijos del pueblo, y lo han devorado como Saturno a sus propios hijos. Se comieron a Dios a fuerza de ejercer la barbarie en su nombre: se han comido al pueblo. Las palabras han ido teniendo una deriva muy considerable, y sigo insistiendo en que son una de las grandes bases del ejercicio del poder, y nadie hoy dice <<el pueblo>> (a mí mismo me cuesta trabajo escribirlo sin advertir que es algo confuso), como se dejó de decir <los súbditos>> cuando las palabras de la monarquía desaparecieron y se comenzó a hablar del <<ciudadano>>. Se perdió la palabra <<proletario>>, que había vivido desde los romanos (proletario: el que no tiene más bien que su prole, que le ayuda en el trabajo y le sostiene en la vejez; o dicen que entonces pasaba así), desde el momento en que entró en el lenguaje marxista: <<proletarios del mundo, uníos>>. Se usó la palabra <<obrero>>, y ya no. A los mismos obreros les parecía mal que se les llamara así. La torsión de la semántica llama a la vieja criada <<empleada del hogar>> (pero no le da los derechos laborales y sociales que ofrecen en las leyes) y a los porteros se le llama empleados de fincas urbanas. Y se llama a la basura <<residuo sólido>>. Huele mejor, porque el idioma también tiene olor, y sabor y color; y ficción, y trampa y política. Si es verdad que el pensamiento es un producto del idioma, es posible que cambiando las palabras se pueda cambiar el pensamiento. 







          Es inútil subrayar como la palabra libertad está siendo ultrajada y cómo los partidos políticos que han derivado hacia el sistema de libre mercado y capitalismo salvaje, y colaboran en sus guerras de contención, utilizan nombres que no corresponden al ejercicio de sus funciones: popular, democrático, obrero, socialista. Era un nombre sagrado. A veces pienso que las personas normales debían dejar de utilizarlo, por respeto. Eluard lo escribió en su cuaderno de colegial cuando Francia estaba ocupada por los nazis:

En mis cuadernos de la escuela
En mi escritorio y árboles
En la arena de la nieve
Escribo tu nombre.

          Tenía un sentido. Ahora veo cómo se escribe y se pronuncia <<su santo nombre en vano>>, como podrían decir los santones laicos. En pactos y en consensos, en juicios y en periódicos, por políticos, por disfrazados; en fin, por enemigos de la libertad. Se trata de adscribir a proyectos, planes o sentencias a los que encuentran en la palabra una llamada, una resonancia. La derecha se come las palabras, las digiere y las defeca. Decían que el divorcio iba contra la libertad del matrimonio. Llamaron <<escuela libre>> a la católica; y el pensamiento libre, ya se ve: el pensamiento único. He leído el nombre de un delito: <<contra la libertad sexual>>. Es algo mucho más duro y real: la violación. Agresión, ataque a la persona, asalto, no sé. La libertad sexual es otra cosa. La ideación, o la ideología incluso, de la libertad se debe mantener como una utopía hacia la que hay que tender de todas las maneras posibles, y no aplicándola a los asuntos de cada día, por importantes que sean.








Fotografías de enriqueponce.
Texto, extraído de "Ser de izquierdas", de Eduardo Haro Tecglen.




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