jueves, 25 de diciembre de 2025

"neoimpresionismo tundrés"

CronoCromos


“Martes

Nada. He existido.”

J.P.SARTRE 



neoimpresionismo tundrés



















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lunes, 15 de diciembre de 2025

"Jaume Llorens"

BLOg DE NOTAS







Jaume Llorens
Porqueres, Girona. 1966




"El Agua se conoce por la sed;

La Tierra - por los Mares navegados.

El Extasis - por el Tormento-

La Paz - por el recuento de sus Batallas-

El Amor, por el hueco de la Memoria-

Por la Nieve, los Pájaros."


Poema 135

Emily Dickinson
























"No es que morir nos duela tanto.

Es vivir lo que más nos duele.

Pero morir es algo diferente, un algo detrás de la puerta.

La costumbre del pájaro de ir al Sur

-antes de que los hielos lleguen acepta una mejor latitud-.

Nosotros somos los pájaros que se quedan.

Los temblorosos, rondando la puerta del

granjero,

mendigando su ocasional migaja 

hasta que las compasivas nieves convencen a nuestras plumas

para ir a casa."


Poema 335

Emily Dickinson




jllorens.com






viernes, 5 de diciembre de 2025

"entre río"

CronoCromos





"entre río"






En mis tiempos había tiempo.

Recuerdo bien que por ejemplo

la higuera derramaba esparcimiento

y una rosa nos duraba

mucho más que cualquier empleo.

Por otra parte las siestas

se pedían prestadas a la muerte.


Quizás el tiempo era como las frutas,

se regalaba a los vecinos

después de verlo madurar.

Se compartía en las veredas,

entre abanicos y señores

de sosegada camiseta,

mientras parsimoniosamente

iban escobas y venían

amontonándolo como importante.

Y la eternidad, sentadita

en su silla de paja, porque sí.


Es que era siempre tan temprano

y tan segura la abundancia,

la inundación de treguas oportunas,

que se guardaba el tiempo en los sombreros

y un día se lo derrochaba todo

en un solo saludo, saludando.


Uno viajaba en libro a todas partes

y visitaba diferentes ocios:

el de al lado, el de enfrente, el de las tías.

No se había inventado

el maleficio de la prisa, no.

De ninguna manera. Los espejos

esperaban de sobra

que uno peinara su pausado pelo,

que uno se terminara de encontrar.


El tiempo era un perfume y no venía

nadie a medirlo ni guardarlo en cajas.

Los trenes todo lo que hacían

era aludirlo en los horarios.


Se podía llorar a gusto

porque eran lentos los rincones,

o quizás porque había aún macetas

donde depositar una lágrima

sin que las flores se opusieran.

O porque la llovizna hablaba

en un idioma sin resentimiento.


Todos usaban tiempo y lo perdíamos,

cómplices de su lujosa concurrencia,

y hasta el hastío

era un modo de ser de los balcones

que enternecía delicadamente.


Creo que todavía queda un poco

de tiempo verdadero, pero lejos.

Pero muy lejos, en algunos patios,

refugiado en aljibes.

Se queda todavía en niños solos

que reinan sobre umbrales

y en la lustrada majestad del gato.

Supongo, ya no sé, nada sabemos.


Tiempo sin ser castigo.

Yo llegué a conocerlo: está enterrado

en lo más vivo de mi corazón.


Después vinieron los Relojes.



"De mis tiempos", María Elena Walsh.














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