“La guerra de las palabras”
(o ¿es ahí la guerra?)
“No se detiene una guerra con palabras, pero la palabra no pretende forzosamente cambiar la historia, es también una cierta manera de vivirla”.
Simone de Beauvoir
"La paz es mucho más que una toma de postura, es una auténtica revolución, un modo de vivir, un modo de habitar el planeta, un modo de ser persona".
María Zambrano
"Estoy aquí para explicar lo hipócrita que es el mundo que se emociona porque un cirujano reemplaza un corazón con otro,
y luego acepta que miles de jóvenes criaturas, con buen corazón, son enviadas a morir, como vacas al matadero, por la bandera”.
Oriana Falaci
“Aprendí que no existe nada tan terrible y peligroso como la gente normal”.
H.P. Lovecraft
Fotografía de Tsafrir Abayon.
En mi juventud trabajé en dos periódicos de papel, resultaba incómodo saberse el bufón del rey, luego las circunstancias me llevaron a ganarme el sustento en el sector industrial y aunque te traten como un donnadie sin embargo me siento más digno que entonces. Pero ¿en qué momento dejé de creer que los periodistas eran comprometidos intelectuales altruistas?, no sabría bien decirlo y, aunque mi lucidez resulte reciente, la consecuente pérdida de respeto me abrió a la par un profundo pozo de irritación y recelo hacia ellos. El aura de romanticismo que porta el oficio de periodismo hace que se considere a los medios de comunicación con una función primaria y primordial de informar-denunciar, contrapeso de la opresión, y no es cierto pues siempre se han dedicado abierta e impunemente a producir opinión, aunque se tratara de una función acometida de manera subliminal, lo nuevo es su desprejuicio actual frente a sus receptores, nosotros, los ciudadanos de los países democráticos y libres. Pero tal como expuso Ryszard Kapuscinski, “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”, y desde entonces navegamos en el laico y ciego credo de que según el lado del telón en que naveguemos se trata de prensa libre o propaganda. Además ahora lo que poseemos no es la verdad sino su sucedánea colgada en la red para que cada uno elija su propia forma aislada pero incapaz para mantener un diálogo sensato con nuestros vecinos. Pero si nosotros españolitos de a pie que tuvimos como catecismo inmutable e incuestionable durante cuarenta años al NODO que nos desinformaba constantemente sin prejuicio aparente ¿cómo somos ahora capaces de no cuestionar la certeza de los actuales medios atrapados en las manos de la pseudo-democracia neo-liberal?, la misma que nos dice que lo que aquí llamamos empresario allá es un oligarca, o que aquí logra un emprendedor lo que allá sólo lo alcanza el arribismo -la verdad no es nunca unívoca, sino siempre plural, no hay buenos y malos, los buenos cometen a veces vilezas y los malos en ocasiones aciertan-. Este mismo país que gritó NO A LA OTAN y NO A LA GUERRA bajo distintos colores de gobierno durante los últimos cincuenta años -y aún a falta de nuevas noticias la guerra no ha cambiado ni un ápice, todas esconden un sólo motivo: estratégico- sin embargo ahora pertenecemos a ese tratado y nos hallamos en una constante escalada hacia unotra 3ªGM. Tal vez al ser ésta época de información en exceso, ello mism recubra su falta de su pluralidad y su supuesto filantrópico altruismo -igualmente su cierta intención sea que toda información adquiera el estatuto de dudoso, no un ocultar las mentiras vertidas por algunos intereses partidistas-.
Luego, los mismos que a través del bombardeo mediático nos publicitan y adoctrinan con la supremacía belicista serán los que nos venderán los horrores de la misma, los que la propiciaron usan desvergonzadamente sus consecuencias como argumento justificativo y aliciente en pos del progreso de la barbarie de la batalla. Con la complicidad de la prensa adjetivarán sus efectos, les llamarán crímenes de guerra o genocidio a los asesinados por sus propias armas -tal como nos indica Noam Chomsky, “El propósito de los medios masivos no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante”-, pero nos vetarán lo cierto, que una guerra es igual a otra guerra, que la guerra es sólo GUERRA, un día a día monstruoso, destructor, inhumano. Lo que niegan tras el alentarla es que ninguna admite adjetivos hipócritas porque lo productivo real es el engrose de sus beneficios bancarios, la de aquellos que la lideran, sus responsables, porque sí, si hay responsables, todo aquel que dijo SÍ. Yo acuso, yo señalo, yo culpabilizo a todos aquellos que las suscriben y a todos aquellos que las apoyan, pues tienen toda la responsabilidad, ya que cada guerra siempre es la misma, la muerte siempre igual, y un arma sólo defiende siempre-siempre la sinrazón. El único fanatismo admisible es el de la Paz.
En connivencia con todo el aparato del Estado -los políticos y el mundo empresarial, que son quienes mueven los hilos de aquellos títeres- el trabajo de la prensa es difundir el miedo para hacernos creer que vivimos en un burbuja tutelada por un orden paternalista. Así, igual que se demanda proceso para los señalados por crímenes de lesa humanidad frente a los Tribunales Internacionales*, si además se juzgara en ellos a todos los que incitan al bombardeo mediático en apoyo de cualquier escenario bélico, tal entonces no se mostrarían orgullosos al frente de los proclamas. Llamamientos a un crimen sistematizado y legalizado por el Estado, institucionalizado para oscuros beneficiarios, una carta blanca para que las personas se conviertan en homicidas en pos de oscuros y crematísticos intereses sin más. Lo triste es que estamos condenados a convivir, o peor, a ser regidos por esta pléyade-caterva de hipócritas-esquizofrénicos, quienes “… después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entallan, se perfuman, se peinan, se visten y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son”, así los desvelaba y describió Julio Cortázar.
No suelo referirme a la actualidad más inmediata, prefiero la rumiada meditación, aunque lo grave de la inconsciencia de populacho alentada por nuestros cínicos dirigentes me haga llegar a la excepción de esta improvisación. Recientemente primero fue el estallido de la situación larvada de Ucrania frente a la nueva Rusia emergente, que llevó a todo el orbe gubernamental occidental a un apoyo incondicional -ideológico y económico- de aquel reducto hasta ayer bajo órbita eslava, conjunto a un incremento a las políticas belicistas de prevención y reactivación de un telón o una nueva guerra fría, basada en el simplismo mediático yanqui del “nosotros los buenos frente a ellos los malos”, que tan bien cala en una sociedad adocenada en el orgullo hedonista del Instagram, en la ira gratuita del Twitter-X, y en el insacio consumismo de Amazon -apuntó George Orwell que “Toda la propaganda de guerra, todos los gritos y mentiras y odio, provienen invariablemente de gente que no está peleando”-. Y luego llegó como un huracán la irresoluta cuestión palestina, el caos político-territorial-humanitario del Medio Oriente siempre latente, siempre confuso, por siempre interesado. La desmesura de un genocidio en directo, la venganza de un pueblo-una “raza” que se ha convertido en su propio enemigo. Cuando presencié la transmisión de la coincidencia de los parlamentos USA y los europeos unánimemente levantados aplaudiendo el apoyo logístico a través de la asociada OTAN a la guerra en Ucrania no pude menos que sentir escalofríos, y miedo, mucho mucho miedo. Cuando asisto impotente al espectáculo de aniquilamiento y humillación de las gentes de Gaza y más allá -irónicamente resueltas en estas imágenes que acompañan este lamento- tiemblo de pensar en manos de quien estamos. Así no resulta anómalo que cerebros pensante, sensibles y ecuánimes se aferren desesperadamente al nihilismo, eremitismo o cinismo de un C.Bukowski, por ejemplo, cuando postula: “La civilización es una causa perdida; la política, una absurda mentira; el trabajo, un chiste cruel”.

“La ironía de convertirte en aquello que una vez odiaste”.
Anónimo.
Evolución del estado israelí y el territorio palestino desde 1947 a día de hoy.
Anónimo, visto en la red.
A este imberbe anciano quien suscribe le cabía aún en el cuerpo-mente la esperanza de que esta histórica Europa con todas sus contradicciones y errores, paso a paso, a pequeños sorbitos, hubiese aprendido de su Renacimiento, Ilustración, colonizaciones frustradas, guerras apocalípticas y expolios estratégicos. Sin embargo “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara”, como bien ya nos anticipó Voltaire. Está claro que “a Dios rogando y con el mazo dando” es el eslogan perenne que ha elegido este reducto católico-luterano para asentar sus fueros en el sitio.
Al futuro se llega por dos caminos, por el resoluto o por aquel otro que jamás acontece. Así los vaticinadores, astrólogos o futurólos siempre se vanagloriarán a posteriori del primero de ellos, dejando a la cómplice desmemoria las nefastas predicciones jamás ocurridas. La I-GM, “la grande”, encontró su más insignificante justificación en un disparo anarco-revolucionario frente a la decadente aristo-meritocracia, pero aquel fue tan sólo uno más de los múltiples y variopintos desmanes de la época. Y a pesar de la sangrienta experiencia del s.XX en estas tierras nacionalistamente inconclusas persistimos justificadamente en estructurar el ego con formas parlamentarias, democráticas o humanitarias. Pero cuidado con pensar que las opciones representan distintas opciones, debemos a nuestro aliado del ala izquierda norteamericana nuestro apoyo incondicional al conflicto territorial entre Ucrania y Rusia, con la complicidad de las instituciones europeas y de su corpus armado -la OTAN- y tal vez ello en parte cegara a la opinión pública frente al trapo rojo del albero de la guerra. Los vaticinios son nefastos, ahora mismo los líderes elegidos de aquella manera democrática del mundo occidental -debiera haber abierto comillas hace rato- nos incitan al neo-nacionalismo rancio y peligroso, con un argumento simplista y similar que justificó aquella conquista genocida de los johns -ford y wayne- del oeste americano frente a un nativo enemigo frágil y de incólume razón. Y han puesto a funcionar a toda máquina a sus colaboradores-cómplices-esbirros de la prensa para justificar el injustificable argumento de su trabajar en pos de la paz, de gastar los recursos energéticos en pos de la paz, de callar en pos de la paz. Hoy como ayer el tirano Bin Laden resulta un aprendiz de revolucionario frente al senil Joe Biden** y su cómplice la empoderada neoliberal Ursula von der Leyen -o/y sus acólitos estrategas del resto del territorio europeo-. La guerra siempre es cosa de dos, y en este caso Europa optó por ser el número tres. Irónicamente el “sospechoso” primer ministro polaco Donal Tusk posiciona la incongruente postura europea declarando: “500 millones de europeos están pidiendo a 300 millones de estadounidenses que los defienden contra 140 millones de rusos”. Desvela inconsciente o sutilmente lo que el decimonónico sociólogo Gustave Le Bon ya predecía: “Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gustan y adoran los errores que le enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima”.
No pretendo ser ingenuo ni pontificar por ninguno de los bandos en lid, tampoco obviar el largo y tenso desafío que mantienen Rusia y Ucrania desde el estalinismo e incrementado después de la caída del muro, un ingenuo querer soltarse de su desencantada raíz atraída por los fuegos fatuos de la democracia liberal frente a la tradicionalista autocracia revestida con los distintos ropajes de los distintos tiempos. Sin embargo las comparaciones públicas con nuestra guerra in-civil, donde una república constitucional constituida legalmente hubo de enfrentarse a un alzamiento militar armado y apoyado por los fascismos y la desidia democrática occidental de entonces, no resulta parangonable puesto que lo que dirimen es un proceso de redireccionamiento ideológico y social a la par que una fuerza interior de poderes e intereses nacionalistas de ambos bandos -sin olvidar el alcance de la multinacional belicista en su avance hacia las puertas de Moscú-. La una deseando conservar o/y recuperar su tiránico control e influencia, reconvertido desde el socialismo en un oligarquismo vertical y centralizado, mientras que otros apuntando por un alineamiento con el capitalismo democrático de libertades secuestradas, mercadeo liberal y ocio fácil. No resulta por tanto un conflicto internacional, mientras que su apoyo no es más que una cínica oportunidad de desestabilización -en vez de continuar con la lenta oportunidad de aproximación que se iba produciendo- de este lado del telón por parte de la imperiosa élite yanqui, con la complicidad de la ingenuidad e impotencia de la comunidad europea, con las nefastas consecuencias de aproximación a un conflicto nuclear. Cada pueblo-nación debe recorrer su camino, y cuando necesite de aliados no debe ser alentado y ayudado en pos de su propio derrumbe, y el occidente liberal sabe muy bien, hoy en Ucrania como ayer en la España republicana, que tender o negar la mano no es en provecho del sufriente, que su acción es fue y será interesada y crematística, su juego es el desestabilizamiento del otro, el interés propio su interesada motivación. Y mientras que unos piensa que el conflicto les cae lejos, por contra el otro abre la puerta de su casa y dispone los enseres para coquetear con una tercera guerra nuclear “mundial”, aunque hasta que se decidan en la escalada de su absurda lid quien realmente sufre sea el de siempre, el anónimo hombre mujer y niño niña que no tienen voz ni sabe de democracia teocracia o/u oligarquías. Sin embargo las voces que debieran resonar por esos altavoces mediáticos para acallar la histérica sinrazón criminal debieran ser las de la razón, como por ejemplo la de María Montessori quien con humildad, elegancia y sencillez proclama que “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, se educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”.
En cuanto al otro conflicto actual y/pero permanente, el palestino-israelí -aquí concisamente ilustrado con las instantáneas iniciales- he de decir que la hipocresía del mundo civilizado está rozando ya la permisividad y credulidad de la gente, del pueblo, del populus vulgarus. ¿Qué se puede esperar de una no-nación nacida en la teocracia de la diáspora, en el argumento de la tribu excluida frente al resto enemigo, que fundamenta todas sus acciones en la palabra divina -donde todo se acata y nada es posible rebatir-, sean ellas de orden social, antropológicas o militares?. ¿Quién le explica que no son ellos los inventores de la Historia, ni los únicos exilados, perseguidos, masacrados, expoliados, que a la imperial y omnipotente Roma ya la expulsaron unos bárbaros de los umbríos bosques nórdicos, que a los indios mesoamericanos casi los aniquiló la ambición hipano-católica, que incluso la ancestral y milenaria China del sol naciente se vio sometida y gobernada por dinastías completas de manchúes y mongoles venidos del otroro gélido norte siberiano, que a las culturas exuberantes de los egipcios y a los griegos se las borró del mapa sin contemplaciones humanistas, científicas o estratégicas, que en la olvidada y perdida tierra africana de Ruanda el poder hutu intentó el indiscriminado exterminio de la población tutsi, que en Sudáfrica y Namibia hace apenas un cuarto de siglo el apartheid era moneda común, compartiendo este derecho con la proa de nuestra compartida y civilizada sociedad capitalista, los EEUU de América, tal como se había practicado el esclavismo por toda la orbe del planeta por todas y cada unas de las élites de todas las naciones destacadas en su época?. Mientras, y sin embargo, y aunque de manera testimonial quiero dejar constancia que en el exilio obligado al que se vieron obligados los sirios por los enfrentamientos de las distintas facciones armadas dentro de su territorio desde hace más de una decena de años, los palestinos encuestados sobre el acogimiento de éstos se ofrecieron con la humildad del hermano necesitado -“si tenemos un pan, comeremos solo medio”, decían, “…que vengan”-, recabando finalmente más de un millón en territorio libanés, que cuenta con una población de alrededor de unos tres millones, y sin embargo la Europa civilizada -contando con casi 450 millones de habitantes- se sintió abrumada, acosada e invadida por setecientos mil de ellos, quienes finalmente se vieron frenados en su huida entre la Grecia oriental y la Turquía occidental tras costosas negociaciones de los burócratas de la UE que evitaran la invasión étnica -siendo normativamente inapropiado diríamos “racial”-, y mientras a la par repartían el pastel de sus beneficios y exportaban sus-las armas necesarias para dirimir aquel conflicto estratégico. Así países y ciudadanos de tercera pululan por las fronteras de los derechos mientras que países y ciudadanos honestos, legales y éticamente puros bombardean, invaden y expulsan del seco terruño de olivos y sol para que nuestros jóvenes implanten, asienten esta tan maravillosa civilización del selfie.

Autor desconocido.
Los muertos no hablan, las fotografías callan, así los hechos no salen ni de ellos ni de ellas, se reflejan solamente, el reportero plasma y el corresponsal pregunta, pero será el frío analista tras bambalinas quien acumule los datos y exponga después los hechos, o así creí yo que funcionaba esto. Pero no. Desde la guerra de Irak I (del Golfo) la mediatización del control de la información que sale del frente es tan exacerbado que resulta descarnada la manipulación. En aquella se nos autorizó a presenciar en directo sus pulcros bombardeos desde la pantallas de nuestro tv, aunque vetando el acceso a primera línea y sus connaturales consecuencias de víctimas personales y materiales, o efectos colaterales como se les llamó entonces. Sin embargo ahora en Ucrania con la nueva regulación laboral del periodismo digital las categorías se confunden y el camarógrafo hace de corresponsal a la par que de analista desde el mismo frente de batalla con la aquiescencia de los gobiernos occidentales que dan acceso libre a una prensa libre para una información supuestamente veraz y/o neutral. Pero los muertos callan obstinados la causa de sus decesos, y mientras los medios aportan más leña al fuego en su ingenuo y supuesto neutral posicionamiento haciendo llamamientos vacuos y falsos. Esta(s) guerra(s) es la misma, la de siempre, una donde los países ricos se reparten el pastel del expolio de los tercermundistas, donde encuentran los recursos para el desarrollo de sus intereses, y donde un muerto vale mediáticamente menos que otro de acá. Show del belicismo, multinacional de muerte, mercadeo del horror, el periodismo se ha transmutado en eso, un show, en pos de una sumisión ciega por parte de la ciudadanía frente a las subida del gasto militar, lo que supone que los recursos sociales -sanidad, educación, pensiones…- vuelvan a quedar relegados a pesar de los años de continuas recortes, de las insatisfechas demandas que se frustraban en cada votación crédula, en cada esperanza y desesperanza puestas en una democracia del bienestar, derivada intangiblemente en un mercantilismo voraz, ciego y ególátra, autócrata, elitista y omnívoro para con la gente, para con el individuo que dice representar o/y defender.
Dentro del caos de este mundo zoocializado hay un orden perfecto, existe una teología estatalizada para que el adormecimiento de la conciencia del pueblo tenga una cierta paz, se permite y alienta el eterno y amoldado a los tiempos espectáculo de “pan y circo” que conserva apaciguadas las ansias salvajes de conquista sobre el vecino, y hasta se le cede una parte de opio en función del bien social mientras otras formas distópicas que atenúe las frustraciones serán negadas en función del utilitarismo que aporte al bien social, y se acepta además un grado oscuro de sodoma y gomorra porque hace más bien callar y derrotar al instinto que abrir la libérrima caja de pandora del eros desbocado del comercio carnal. Todo atado y bien atado de manera tan perfecta y compleja que es imposible disentir u oponérsele, nos dan todo masticado y bien masticado y aderezado de falsedades porque si nos dieran además la formación, la información y el derecho de acceso a las verdades nos atragantaríamos como niños, y no es que los políticos nos traten como tales, es que realmente somos niños morando en cuerpos de adultos. De hecho la política imperante se basa en “La tolerancia absoluta de todo, es el valor dominante. Lo único que no se tolera en tiempos posmodernos son las convicciones firmes, las que no se sujetan consenso, pues la época líquida, no tolera lo sólido y lo vomita” como lo dilucida el sociólogo Zygmunt Bauman. Y como el paradigma para lo que André Malraux definió como “…toma(ba) -de- conciencia de que la guerra es hacer lo imposible para que pedazos de hierro entren en la carne viva” sigue siendo la foto-fija, esa la portadora de ese punctum revelador de ciertas verdades, estas dos imágenes del soldado soviético Eugen Stepanovic Kobytev, donde entre ellas tan sólo hay los cuatro años de la Gran Guerra, la guerra Patria o la GMII, en la primera le vemos en 1941 cuando partió hacia ella y en en la segunda en 1945 al volver a casa. Porque sí, porque aún hay quien se obstina en creer que las fotografías callan lo que no saben decir…

Eugen Stepanovic Kobytev, 1941-1945.
Fotógrafos desconocidos.
No suelo compartir mi opinión explícita en las plataformas, más bien difundo un posicionamiento subliminal aunque evidente, ético o moral, humanista o/y filantrópico, meditado y de bajo tono a ser posible. Así que mis contactos se hallan sobre todo en el nivel intelectual, artístico, o en su caso de cercanía o amistad cómplice, y uno de ellos con muy buen gusto en sus publicaciones de Facebook, mayoritariamente sobre por y para la gran fotografía, es Giuseppe Cicozzetti, quien con la misma elegancia y sencillez que le caracterizan dejó en su muro recientemente el siguiente prudente llamamiento: “Es aterrador lo ligeramente que se pronuncia la palabra guerra. Nuestros padres conocían la guerra, y por lo tanto prometieron no quererla para nosotros, para que nuestros ojos se llenaran de horror y muerte. Pero nosotros, que usamos la palabra guerra hasta que la veamos en nuestro horizonte como una posibilidad, no amamos a nuestros hijos, porque ellos tendrán que luchar. No soy pacifista con las guerras ajenas, pero sé que las armas no son para la paz: las armas son para matar. Y gana el que permanezca vivo. Hasta el final. Solo una nueva guerra podría ser el fin de todos nosotros. Piénsalo, los que quieren suministrar armas a Ucrania”. No me molestaría la música si no se empeñaran obstinadamente sus intérpretes en que la escuchemos, igualmente me sucede con los voceros belicistas, indefectiblemente has de posicionarte, hoy por éste mañana por aquél. Sin embargo yo pertenezco a aquel argumentario -el mismo que Giuseppe-, tan de actualidad para con la disyuntiva con los vehículos autónomos regidos por una inteligencia artificial que frente a la decisiva e ineludible y espuria opción de atropello a un anciano antes que a un infante, prefiero aquél que opta por una tecnología menos agresiva que evite toda colisión.
La prueba más humillante que te depara la vida es que serás por siempre un ignorante, joven, maduro o senior, por para siempre te demuestra sin pudor que todo es improvisación, ensayo-error, vanidad-humillación. Cuando Nietzche nos dejó solos y ateos frente al mundo nos inundó una nueva fe en la ciencia, pero el ciego optimismo que se nos avecina con la renovada fe en la tecnología como bálsamo de nuestros males -léase crisis medioambiental, léase distopía IA- olvida que cuando se inició la primera guerra mundial sus portavoces pusieron énfasis en el mismo argumento para preconizar una corta duración y acabó siendo el paradigma de la despiadada y descabellada mejor matanza de hombres orquestada desde las trincheras. En 1915 en uno de los escenarios de la periferia de la I-GM, en la península turca de Galípoli, se libró una batalla tan incruenta y sangrienta como innecesaria en la que se llegó al paroxismo de una lluvia de 6.000 balas por metro cuadrado, era tal el volumen del fuego cruzado que chocaban en el aire entre sí y por efecto de la velocidad y temperatura se fundían. Hoy se conserva un número representativo de ellas en el Museo de la Guerra de Çanakkale como recuerdo del oprobio y terror de aquél enfrentamiento. Tan surrealista, o suprarrealista, como el diálogo del humorista español Miguel Gila, que entre la verdad y la mentira, la burla y la verdad, el horror y la esperanza, nos dejaba el cuerpo con una triste desazón frente a ese inconcebible inhumanidad que supone la guerra, toda guerra: ¿Es el enemigo? Ustedes podrían parar la guerra un momento? (…) Le quería preguntar una cosa, esto… ¿uds. van a avanzar mañana,? ¿a qué hora? ¿entonces cuándo? El domingo, pero ¿a qué hora?… a las siete estamos todos acosta’os. ¿Y no podrían avanzar por la tarde, después del fur’bol? ¿Van a venir muchos?… ala!, que bestias, no sé si habrá balas para tantos. Bueno nosotros las disparamos y uds. se la reparten. (…) ¿Podrían parar la guerra por lo menos una hora, o algo así? porque se nos ha atranca’o el cañón… el sargento que ha meti’o la cabeza dentro pa’ pasar revista y no la pue’ sacar. Está vivo porque le oímos (…) pues verdad, a lo mejor disparando se desatranca, no lo habíamos pensado. Bueno, pues entonces quedamos así, hasta el domingo, que ud. lo mate bien”

Museo de la Guerra de Çanakkale, Turquía.
Imagen bajada de la red.
En los años noventa del pasado siglo Timothy Treadwell, un entusiasta ecologista y “amante” -literalmente según él- de los osos grizzly, decidió que su objetivo en la vida era protegerlos y para ello viajó durante trece veranos al Parque Nacional Katmai en Alaska para vivir con ellos. Durante ese tiempo cohabitó y filmó sus vidas sin el soporte de arma defensiva que le pudiese parapetar frente a algún eventual ataque. Entre otras sus declaraciones afirmaban que “era uno de ellos”, que “eran sus amigos” o que “moriría por ellos”, pero no a causa de ellos, puesto que los llegó a conocer desde pequeños e incluso declaró conocer su lenguaje. El tiempo y la autoconfianza le llevaron a traspasar las normativas gubernamentales sobre dichos avistamientos en la vida salvaje y acercándose a ellos les hablaba, tocaba e interaccionaba con tales como simples mascota. Hasta el día en que un viejo oso que tardaba en hivernar y buscaba su último alimento de temporada arrasó con su campamento y devoró a Tim y su novia Amie Huguenard, quienes dormían dentro de la tienda. El piloto que les debía recoger en ese fin de temporada, y los guardas reclamados por éste frente a la ausencia de ambos, hallaron en el audio de la cámara -la tapa de la lente se encontraba colocada- los gritos de la explicación de la desaparición de ambos, luego abatieron al oso y encontraron en su estómago los restos y el ropaje de la pareja, el brazo de Tim aun conservaba el reloj. Misha es un personaje popular ruso, es un oso que aparece en múltiples facetas de su cultura popular, canciones, poemas e historias, de hecho a este país se le representa habitualmente como tal, tal vez como dando a entender que Rusia es grande, torpe y brutal, aunque a la par resulta que es su símbolo de orgullo nacional. Quizá no sea tan buena idea jugar-fiar con-contra ningún oso-ruso.
Tal vez si fijamos la atención en lo evidente, si parásemos un poco en nuestro arrojado discurrir, si dedicáramos algún tiempo en meditar, sentir, observar o pensar, tendríamos espacio para la razón, dijo J.L.Borges que “las aptitudes morales y las intelectuales van juntas: Un hombre bueno es inteligente, y uno malo es, ademas, imbécil”. Así que lo pre-dicho, cuando opten, si optan, que ustedes lo maten bien.
* Recién corrigiendo el presente la Corte Penal Internacional ha emitido orden de arresto sobre presidente de Israel Benjamín Netanyahu y parte de su gabinete -además, para lavar la cara, también cita a algún dirigente del otro bando- por crímenes de guerra cometidos durante su represalia sobre los territorios palestinos, en suma genocidio premeditado sobre los palestinos -tal vez, solo tal vez medio siglo tarde?, o es que nos resultará por siempre jamás imposible cambiar esta Historia de la inHumanidad?.
** Pasa el tiempo, los días, y las elecciones estadounidenses han devuelto el poder al neo-tirano Donald Trump, quien ha dado un vuelco en los intereses estratégicos, políticos y empresariales, y el anterior apoyo al pueblo ucranio se ha vuelto cinismo interesado en sus tierras raras, en la devolución del crédito prestado, y hoy, ahora, quienes se mesan los cabellos son sus antiguos aliados ideológico-económicos europeos, mensajes que a través de la prensa libre y demócrata de este lado del telón significa: “más rearme puesto que no podemos contar con nuestros cómplices cow-boys del otro lado del lago”, que traducido significa que los recursos de la educación, sanidad y demases recursos sociales que se dictaron imposibles de sostener económicamente surgen espontáneamente de una nada incomprensible y van a dar a la industria armamentística que en bolsa cotizan ya a día de hoy entre un veinte y un setenta por ciento de ganancias.
Petroglifo.
Sefar, Tassili N'Ajjer, sur de Argelia.
A día de hoy dom. 10 nov 10:35 2024-10 marz 12:02 2025, de enriqueponce.