-Y ese sauce, ¿de quién es?
-Tancredo se le quedó mirando con desconfianza, sin saber si le estaba tomando el pelo o ella había perdido el juicio. Preguntar de quién es un árbol…
-De quién va a ser señorita, de él mismo… Así como usted es de usted, el árbol es de él…
-No me expresé correctamente, quise averiguar si ese sauce pertenece al cementerio o al convento.
-Está sembrado en el cementerio, pero cae para acá…
-Es muy lindo…
-¡Lindo sólo Dios!
-¡Y sus obras, Tancredo!
-¡Hasta allí no más, seño, hasta allí no más!
-Y el Padre que ya no volvió…
-¿Le iba a traer algo?
-Me dijo que lo esperara.
-Voy a avisarle que usted lo está esperando, porque de repente se le olvidó… y… -se fue diciendo, puertas adentro de la casa conventual-, si estará chiflada, preguntar de quién son los árboles… ¡De Dios, de quién van a ser!… Y este señor párroco no está menos chifle que ella; todos los que leen mucho acaban por no saber mucho…
Fotografías de enriqueponce, 2021.
Título de Mario Benedetti.
Texto, extraído de “Los ojos de los enterrados”, de Miguel Ángel Asturias.
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