martes, 24 de mayo de 2016

miércoles, 18 de mayo de 2016

"...de lo Bello"






EL CAJÓN deSASTRE








DE LA IDEA DE LO BELLO EN GENERAL



          I.  Llamamos a lo bello idea de lo bello. Lo bello debe ser concebido como idea, y, al mismo tiempo, como idea bajo forma particular; es decir, como ideal.
          Lo bello, ya lo hemos dicho, es la idea; no la idea abstracta, anterior a la manifestación, irrealizada, sino la idea concreta o realizada, inseparable de la forma, como ésta lo es del principio que en ella aparece. Tampoco debemos ver en la idea una pura generalidad o una colección de cualidades abstraídas de los objetos reales. La idea es el fondo, la esencia misma de toda existencia, el tipo, la unidad real y viviente de la cual los objetos visibles no son sino su realización exterior. Así, la verdadera idea, la idea concreta, es la que reúne la totalidad de los elementos explicitados y manifestados por el conjunto de los seres. La idea en una palabra, es el todo, la armoniosa unidad de este conjunto universal que se despliega eternamente en la naturaleza y en el mundo moral o del espíritu.
          Es solamente así como la idea es verdad y totalmente verdad
          Todo lo que existe no tiene, por tanto, verdad sino en cuanto es la idea en estado de existencia; pues la idea es la verdadera y absoluta realidad. Todo lo que aparece como real a los sentidos y a la conciencia no es verdadero porque sea real, sino porque corresponde a la idea, realiza la idea. De otro modo lo real es una pura apariencia.
          II.  Ahora, si decimos que la belleza es la idea, es que belleza y verdad, en cierto aspecto, son idénticas. Sin embargo, hay una diferencia entre lo verdadero y lo bello. Lo verdadero es la idea considerada en sí misma, en su principio general y en sí, y pensada como tal, pues no es bajo forma exterior y sensible como existe para la razón, sino en su carácter general y universal. Cuando lo verdadero aparece inmediatamente al espíritu en la realidad exterior, y la idea queda confundida e identificada con su apariencia exterior, entonces la idea no solamente es verdadera, sino bella. Lo bello se define, pues: la manifestación sensible de la idea (das sinnliche Scheinen der Idee).
          En lo bello, la forma sensible no es nada sin la idea. Los dos elementos de lo bellos son inseparables. He aquí por qué, en el punto de vista de la razón lógica o de la abstracción, lo bello no puede comprenderse. La razón lógica (Verstand) no aprehende jamás más que uno de los lados de lo bello: queda en lo finito, en lo exclusivo y falso. Lo bello, al contrario, es en sí mismo infinito y libre.
          III.  El carácter infinito y libre se encuentra a la vez en el sujeto y en el objeto, y esto bajo el doble punto de vista teórico y práctico.
          1º  El objeto, bajo el aspecto teórico (especulativo), es libre, puesto que no está considerado como una simple existencia particular e individual que, como tal, tiene su idea subjetiva (su esencia íntima y su razón de ser) fuera de sí misma, se desenvuelve sin regla y sin ley, se dispersa y se pierde en la multiplicidad de relaciones exteriores. Pero el objeto bello deja ver su propia idea realizada en su propia existencia y en la unidad interior que constituye su vida. Por ella, el objeto ha vuelto a traer sobre sí mismo su dirección al exterior; se ha libertado de toda dependencia de la que no sea él mismo. Ha perdido su carácter finito y limitado para transformarse en infinito y libre.
          De otro lado, el sujeto, el yo, en su relación con el objeto, cesa igualmente de ser una simple abstracción, un sujeto que percibe y observa fenómenos sensibles y los generaliza. Llega a ser concreto en este objeto, porque toma en él conciencia de la unidad de la idea y de su realidad, de la reunión concreta de los elementos que antes estaban separados en el yo y en su objeto.
          2º  Bajo el aspecto práctico, como ha sido demostrado más arriba, en la contemplación de lo bello no existe el deseo. El sujeto retira sus propios fines frente al objeto, que considera como existente por sí mismo, como teniendo su fin propio e independiente. Por ello, el objeto es libre, puesto que no es un medio, un instrumento afecto a otra existencia. De su lado, el sujeto (el espectador) se siente completamente libre porque en él la distinción de sus fines y los medios de satisfacerlos desaparece, porque para él la necesidad y el deber de desarrollar estos mismos fines realizándolos y objetivándolos no le retiene en la esfera de lo finito, y, por lo contrario, tiene ante sí la idea y el fin realizado de manera perfecta.
          He aquí por qué la contemplación de lo bello tiene algo de libertad; deja al objeto conservarse en su existencia libre e independiente. El sujeto que contempla no siente necesidad alguna de poseerle ni utilizarle.
          Aunque libre y fuera de todo alcance exterior, el objeto bello encierra, sin embargo, y debe encerrar en sí, la necesidad como relación necesaria que mantiene la armonía de sus elementos; pero no aparece bajo la forma de la necesidad, sino que debe disimularse bajo la apariencia de una disposición accidental donde no penetra ninguna intención. De otro modo, las diferentes partes pierden su propiedad de ser por sí mismas y para sí mismas. Están al servicio de la unidad ideal, que las mantiene bajos su dependencia.
          Por este carácter libre e infinito que reviste la idea de lo bello, así como el objeto bello y su contemplación, el dominio de lo bello escapa a la esfera de las relaciones finitas y se eleva en la región de la idea y de su verdad.

































Fotografías de Frida Kahlo bajadas de la red.
Fotografías de Miley Cyrus de Terry Richardson.
Texto, extraído de "De lo bello y sus formas", de Friedrich Hegel.




miércoles, 11 de mayo de 2016

sábado, 7 de mayo de 2016

"Walker Evans"






LOS CAZADORES deMENTES





Walker Evans
EEUU, 1903-1976



Autorretrato, 1926.

















"Subway passengers"






          -¿Podría decirme, por favor, qué camino debo tomar?
          -Eso depende de a dónde quieras ir -respondió el Gato.
          -Lo cierto es que no me importa demasiado a dónde... -dijo Alicia.
          -Entonces tampoco importa demasiado en qué dirección vayas -contestó el Gato.
          -... siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia tratando de explicarse.
          -Oh, te aseguro que llegarás a alguna parte -dijo el Gato- si caminas lo suficiente.















Fotografías, de la serie "Subway passengers NY, 1938-1941", de Walker Evans.
Texto, extraído de "Alicia en el País de las Maravillas", de Lewis Carroll.